A principios del siglo XX, Enrique Deschamps publicó el libro titulado “La República Dominicana: directorio y guía general”, el cual he conocido recientemente gracias a la constancia investigativa y a las costumbres de divulgación de mi primo Andrés Blanco Díaz. Para mi grata sorpresa, en la página 208 hay una breve pero hermosa descripción de Ocoa, en ese entonces conocido también como El Maniel. Luego sigue un directorio de la época, incluyendo personas con sus calles de residencia y una guía de personas por ocupaciones.
Sí, todo eso comenzando el siglo XX, siendo el Gral. Dionisio Sánchez jefe comunal. Me sorprende, debido al nivel de organización existente, cuando escribir en una máquina era un privilegio y los métodos de investigación eran forzados, sin el profesor Google sirviendo a cada paso. Por supuesto, era una época de pocas personas y más fácil control. Pero no dejo de admirar la capacidad de organización de esa sociedad de entonces.
Ese es el valor de quienes se dedican a investigar nuestra historia y lo hacen con entrega y pasión. Les satisface investigar y aportar ese conocimiento sin buscar más que eso: el placer espiritual de aprender y enseñar.
En la medida en que construimos una mejor comunidad, es imperativo un conocimiento más profundo de nuestras raíces y nuestros ancestros. Ese conocimiento tiene magia; es motivo de orgullo del bueno e inspira a los habitantes de una región a contribuir con el progreso y el desarrollo. Muchas son las familias que tienen en sus entrañas héroes casi desconocidos, pero con elementos para ser considerados y colocados en pedestales, donde puedan ser vistos, estudiados e imitados.
Aunque a veces sea difícil distinguir entre fanatismo familiar y objetividad histórica, creo que puede resultar una práctica interesante y edificante, si en cada familia investigamos sobre los nuestros y ponemos al servicio de la historia sus aportes a la sociedad que hoy tenemos. Igualmente en cada paraje y sección, en cada distrito y municipio… en cada oficio y profesión.
En una sociedad como la nuestra, que ha ido evolucionando y buscando vías de progreso, los ejemplos de gente noble deben prevalecer. Y para divulgar, recuerden que ya tenemos la ayuda idónea de redes sociales y vías electrónicas.
Extiendo una invitación a investigar, divulgar imágenes y escribir. Ya la historia, sin exclusiones, la podemos escribir entre todos.
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