República Dominicana tiene la dualidad de ser una economía de servicios y minera para la producción de divisas (turismo, zona franca, remesas y oro), pero que simultáneamente mantiene el músculo agropecuario para producir la mayor parte de los alimentos que consume.
Según el Ministro de Agricultura, Limber Cruz, el país ha pasado de producir el 80 por ciento de su consumo agrícola al 85 por ciento, una estadística importante en momentos en que el temor de la inflación empieza a ser superado por el de la disponibilidad de alimentos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) empieza a advertir sobre un nuevo peligro, que podría empezar a producir desabastecimiento y constituirse en un reto para la seguridad alimenticia del mundo: los altos precios y la escasez de fertilizantes en el mercado mundial.
Los países han sentido los efectos de la pandemia por el Covid-19 y cuando empezaban a recuperarse vino una guerra en Ucrania que disparó aún más la inflación al elevarse los precios de los combustibles. Ahora los golpea el aumento de los precios del combustible (petróleo y gas natural), reducción de las exportaciones de granos al mundo desde Ucrania, Biolorusia y Rusia.
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