Por:Guido Ciprián
Nunca he estado en contra del orden. Nunca he irrespetado a nadie en ningún país que he ido y menos lo hago en el mío con los que llegan de donde sea. Comparto muchos puntos con los que quieren que se regularice o se ponga control a la inmigración en mi tierra, lo que nunca compartiré es ese odio con que se expresan los “nacionalistas modernos” que cogen el nombre de los Padres de la Patria para justificar su odio a los vecinos.
Se puede ser nacionalista pero nunca hay que dejar de ser humanos. Lo uno no puede ir de espalda a lo otro porque cuando los que hoy proclaman a Juan Pablo Duarte para reclamar la dominicanidad, se olvidan que para despertar el nacionalismo y la sed de libertad, el patricio tuvo que ser inmigrante y después todo lo demás.
Fue en su peregrinar por otros países que Duarte despierta el deseo y la voluntad expresada en hechos que lo llevan a construir su mejor obra (Independencia en 1844 de República Dominicana), la que hoy nos enorgullece defender, no solo de extranjeros, porque ahora, como en aquel tiempo, lo peor lo tenemos en nosotros mismos. Si los que siembran su odio estudiaran la historia verían que las luchas más grandes de independencia fueron contra el propio gobierno, no contra el pueblo.
Hoy, 174 años después, la gente está sintiendo amenazada esa patria ideada por Duarte y concebida por los trinitarios patriotas y más adelante los restauradores valientes en 1863, y hoy se proclaman muchas de sus frases célebres aunque casi nunca ponen la que me llegó más profundo y la que más he analizado: “La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”.
Pero son pocos los que se atreven a analizar ésta porque no son muchos los que cumplen las leyes pero que exigen que otros la cumplan. La falta de educación ha sido el mayor enemigo de la patria y aquí cito a Duarte otra vez: “Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones”.
No se puede negar que los haitianos se han convertido en un problema social que hay que resolver. Se trata de una cantidad desconocida por lo descontrolada entrada de esos seres humanos que buscan sobrevivir como lo haría cualquiera en su caso, solo que por desgracia para los dominicanos ellos están tratando de sobrevivir en un país que no tiene los gobernantes para siquiera contabilizarlos y mucho menos para mantenerlos.
Es decir, que en el fondo del problema todos somos conscientes, en lo que diferimos es en la forma, porque resolver, no es maltratarlos, culparlos de todo y expulsarlos. Para mí control es otra cosa y nunca será odiar a ninguna persona.
Siento que sigue siendo la falta de educación verdadera y la carencia de amor al prójimo lo que aniquila a nuestros pueblos. Si nuestras autoridades gobernaran por y para la patria, no tendríamos el descontrol que existe, no solo en la inmigración sino en todos los sentidos porque somos una caricatura de país hasta en pensamientos, pero siempre será mejor perseguir a los débiles y celebrarles las barbaridades a los poderosos. A eso nos han enseñado los de la clase política que nos ha tocado a las últimas generaciones.
No digo que hay que sentir pena por un haitiano que delinque, como tampoco hay que sentirla por un dominicano que también lo haga, solo digo que los delitos individuales son de cada cual y el que generaliza casi siempre peca.
Como inmigrante en Estados Unidos he tratado de vivir con decoro y respetando las leyes, respetando para que me respeten y me duele cuando dicen “los latinos son delincuentes, los dominicanos son mentirosos” y muchos etcéteras. Por eso no hago lo mismo con los demás porque cada quien debe ser responsable de sus actos.
Los míos siempre serán oponerme a las injusticias ya sea las que comete un haitiano en un batey de mi país o las de un dominicano que arranca una cartera en cualquier calle del mundo, pero trataré de comenzar por combatir injustos más grandes, desde Donald Trump cuando quiere castigar a todos los inmigrantes por los malos actos de unos pocos, hasta los dominicanos que persiguen haitianos indefensos mientras sus gobiernos les enrostran funcionarios corruptos y hasta los de comprobada conspiración de traficar ilegales.
Soy un simple mortal, no perfecto y que solo trata de ser lo más correcto posible, por eso es preciso reiterar lo dicho en otros escritos, “sigo con mi voto virgen y las botas puestas” para cuando los patriotas quieran poner orden pero no contra haitianos indefensos que no son ninguna amenaza, sino solo víctimas de su Estado fallido, y su único pecado es buscar sobrevivir en otro casi fallido, tanto que ni siquiera puede controlar la delincuencia común en cualquier barrio.
Repito: quiero orden, no odio ni abusos y como se enseña con el ejemplo, ordenemos arriba y los de abajo se ordenan solitos. Eso no falla.
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