Por. Nerys Ramírez Mordán
Agradecer enormemente la figura del Dr. Luis Méndez, las instituciones y las autoridades responsables de reconocer la trayectoria de parte de la juventud ocoeña, fue para mí un alto honor pertenecer a la misma.
Al realizar un breve ejercicio mental, repase los nombres de una cantidad importante de amigos y conocidos (quedando en deuda con un número todavía mayor de jóvenes), que han escalado de manera importante en los distintos ámbitos donde les ha tocado desempeñar labores, ocupando hoy posiciones relevantes en el ámbito público y privado a nivel nacional e internacional: Aurelkis Estevez, Amaurys Mordán, Daniel Aria, Alberto Santana (Beto), Wilfredo Tejeda, Fremio Hernández, Oniel Núñez, Greidys Rojas, Robert Mejía, Justo Mirabal, Fátima Brea, Francis Martínez, Máximo Ramírez, Riceldis Estevez, Meyli Chalas, Henerolisa Santana, Alfredito Arias, Alquendris Mejía, Odonell Casado, Guido Ciprian, Lennyn Alcantara (el orden es aleatorio), entre muchos otros jóvenes, siendo esta breve lista, un escazo ejemplo de jóvenes ocoeños que hoy, quizás con mayores méritos a los propios, merecen ser reconocidos por los logros alcanzados y su colaboración en el desarrollo de la sociedad ocoeña. Por lo que, no quedan dudas sobre la capacidad de la provincia de generar talento humano.
No obstante, pese al enorme potencial de la provincia en términos de capital humano, somos una provincia donde el 61.7% de la población vive con alguna carencia en términos de necesidades básicas insatisfechas; adicionalmente, 22/100 ocoeños vive en condición de pobreza extrema , lo que, unido a la dispersión territorial, el atraso del sector rural y la concentración de las actividades económica, genera una masa de jóvenes geográfica y económicamente aislados, con baja capacidad de movilidad social intergeneracional, sustentada en un mercado laboral caracterizado por puestos de trabajo poco cualificados y bajos salarios. Además, la tasa neta de matriculación escolar inicial en la provincia fue solo 58.5 al 2016, lo que se traduce en que 42 de cada 100 niños de nuestra provincia, no está desarrollando habilidades cognitivas básicas para su posterior desarrollo e inserción en el mercado laboral.
Si filtramos el análisis anterior a jóvenes, donde la tasa de actividad laboral se reduce más de 10 puntos respecto a los grupos de mayor edad, y consideramos que la tasa de desempleo juvenil es de 33.6% en la Región de Valdesia, la más elevada a nivel nacional luego de la Región Enriquillo, lleva a suponer que en la provincia cerca de 4 de cada 10 jóvenes está desempleado, lo que convierte la provincia en un panorama desalentador para la juventud.
Bajo estas condiciones, la juventud ocoeña está altamente cohibida de alcanzar un desarrollo pleno, por lo que, las migraciones han funcionado como válvulas de escape al panorama desalentador de la provincia. Según la ONE, Ocoa es la provincia donde mayor porcentaje de sus jóvenes sale. Con el agravante de que, para muchos, esta salida solo representa ingresos marginalmente mayores a los percibidos dentro de la provincia, por lo que migrar no se constituye en un verdadero motor social (es decir, muchos de estos jóvenes salen a realizar trabajos informales o de baja calidad), lo que unido a la fragmentación de la familia ocoeña, podría constituirse a largo plazo en una pérdida importante de ingresos para la provincia, combinado con un proceso de selección adversa, empujado por las asimetrías de oportunidades y las características endógenas de la población migrante. En términos llanos, salir de la provincia no garantiza por si solo un progreso automático de las familias que se están separando, y constituye una pérdida importante del capital humano formado.
Ahora bien, pese a estas condiciones adversas, la juventud ocoeña ha demostrado una importante capacidad de desarrollo personal y posterior ascenso social, sustentada, desde mi punto de vista, en al menos tres pilares fundamentales:
1. Un capital social fundamentado en relaciones humanas y centros educativos donde los profesores se integran de manera puntual en el desarrollo particular de sus estudiantes. En este sentido, me es difícil olvidar las recomendaciones de mi maestra Fanny Santana, preocupada por la carrera universitaria que iba a seleccionar, siendo la maestra que, con una mano en mi hombro, me recomendó estudiar economía (un momento que marcó mi vida).
Este capital social, se genera desde diversos espacios y contribuye a consolidar actitudes de liderazgo, disciplina y compromiso entre los jóvenes de nuestra provincia. Por ejemplo, en mi caso (y sin darme cuenta) coseché grandes amigos y desarrollé importantes habilidades sociales en los clubes deportivos Bolívar Peña y Sandy Lara; aprendí capacidades de oratoria y compromiso social en el grupo Caminando Con Jesús; consolidé hábitos de lectura en los clubes de lectura de profesores como Lourdes Feliz o Ángel Soto (Belleto); consolidé habilidades creativas en la Escuela de Bellas Artes; y aprendí mucho de redacción en los concursos literarios del Liceo José Niñez de Cáceres. En suma y de forma complementaria, estos espacios contribuyen a general capacidades que en su conjunto tallan personalidad y hábitos como la disciplina, necesarios para destacarse en cualquier área.
2. Un segundo pilar del desarrollo de la juventud ocoeña es el sustento de la familia como centro de la sociedad. Recuerdo con mucho orgullo a mi abuelo llegar del campo, cansado y con poco dinero; y a mi madre (mi hormiguita), que cargaba sacos que posiblemente superaban su peso, intentando llevar el sustento a esta familia, y mostrándonos (quizás sin darse cuenta) el valor del trabajo honrado, la disciplina y la perseverancia, insistiendo siempre en que la educación es el único motor social masivo, inclusivo y progresivo, y enseñándome que la voluntad es una fuerza capaz de transformar el mundo.
3. El tercer pilar, y no menos importante, está constituido en los valores cristianos que sustentan la provincia. Recuerdo con agrado como se iniciaban los eventos con una oración o como se detenían las patronales hasta culminadas las actividades religiosas, las oraciones en las escuelas o la misa dominical. Estos valores, sin darnos cuenta, han evitado una generalización de la violencia en la provincia, empujada por un marco social desalentador.
Finalmente, pese al enorme potencial en términos de capital humano generado por la provincia de San José de Ocoa, los riesgos enfrentados por sus jóvenes son importantes y crecientes, la principal agenda de políticas públicas debería orientarse a la generación de empleos, en forma de generar oportunidades y garantizar que la provincia pueda aprovechar la mano de obra cualificada que genera diariamente.
¡Muchas Gracias y felices fiestas patronales a todos y a todas!!!
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