Por Moisés Alvarez
Jared Diamond es un reconocido profesor estadounidense de geografía en la Universidad de California en Los Ángeles.
Ganó el premio Pulitzer en 1988 por su libro Armas, gérmenes y acero. Es autor también de Colapso. ¿Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen? (2004) y su última obra El mundo hasta ayer. ¿Qué podemos aprender de las sociedades tradicionales? (2012) con la que completa su trilogía sobre la gobernanza de los recursos naturales y sobre cómo, analizando el pasado, podemos aprender de sociedades con diferentes cosmovisiones acerca de la guerra, el lenguaje, la salud y la religión, entre otros.
El motivo de este artículo es ver lo que nos dice en su segunda obra Colapso (2004), obra que considero de lectura obligada para los políticos dominicanos en los momentos actuales de la crisis de Haití, en la que nos habla de cuatro países muy diferentes, los dos primeros pequeños y los dos últimos grandes o inmensos: una catástrofe del Tercer Mundo (Ruanda), un hasta la fecha superviviente del Tercer Mundo (República Dominicana), un gigante del Tercer Mundo que corre para alcanzar al Primer Mundo (China) y una sociedad del Primer Mundo (Australia). En particular nos va a interesar el Capítulo 11 Una isla, dos pueblos, dos historias: la República Dominicana y Haití y ver las lecciones que podemos aprender en estos momentos en que Haití se encuentra al borde del colapso (si no es que ya está en el).
El Profesor Diamond nos dice “La República Dominicana y Haití (capítulo 11), que comparten la isla de La Española, nos ofrecen un sombrío contraste como el que ya nos ofrecieron anteriormente las sociedades noruega e inuit en Groenlandia. Tras décadas de dictaduras igualmente viles, Haití se erigió en el caso perdido más descorazonador del moderno Nuevo Mundo, mientras que en la República Dominicana hay signos de esperanza. A menos que uno suponga que este libro predica el determinismo medioambiental, este último país ilustra qué gran diferencia puede representar una persona, particularmente si es el líder del país”. Este líder al que él hace referencia es al presidente Balaguer que logró, mediante el uso de la fuerza, evitar la deforestación del país.
Cuando entra ya en el capítulo 11 nos dice: “Para cualquiera que esté interesado en comprender los problemas del mundo actual, constituye un espectacular desafío entender la frontera de 193 kilómetros existente entre la República Dominicana y Haití, los dos países en que se divide la enorme isla caribeña de La Española, situada al sudeste de Florida. Si sobrevolamos la isla desde gran altura, la frontera parece una delgada línea dentada que hubiera quedado delimitada de forma arbitraria al atravesarla con un cuchillo y separa de forma abrupta un paisaje más oscuro y más verde al este de la misma (el lado dominicano) de otro más claro y amarillento al oeste (el lado haitiano). En tierra hay muchos lugares en los que se puede permanecer de pie en la frontera mirando al este para contemplar un bosque de pinos, y después dar media vuelta, mirar al oeste y no ver nada más que extensiones de tierra casi desprovistas de árboles”. En ese entonces (2004) nos decía que, “el 28 por ciento de la República Dominicana está cubierta todavía de bosques, mientras que solo lo está el 1 por ciento de Haití “. Actualmente (2021) la cobertura forestal de la República Dominicana es de un 42.8% mientras la de Haití es de solo un 2%. Para más detalles de los problemas actuales de deforestación y producción de carbón vegetal de manera ilegal recomendamos ver el documental Muerte por mil cortes (2016) del director Jake Kheel.
Y continúa diciendo “… las dificultades de Haití son mucho más graves que las de la República Dominicana. Haití es el país más pobre del Nuevo Mundo y uno de los países no africanos más pobres. Sus gobiernos corruptos endémicos ofrecen unos servicios públicos mínimos; mucha o la mayor parte de la población vive de forma permanente o periódica sin fluido eléctrico, agua corriente, alcantarillado, atención médica o escolarización. Haití es uno de los países más superpoblados del Nuevo Mundo, mucho más que la República Dominicana, ya que apenas dispone de una tercera parte de la extensión de tierra de La Española, pero alberga casi dos tercios de la población total de la isla (unos diez millones de habitantes), de modo que su densidad de población se aproxima a los seiscientos habitantes por kilómetro cuadrado”…”La República Dominicana es también un país en vías de desarrollo que comparte los problemas de Haití, pero está más avanzado y los problemas son menos acusados”… “Durante los últimos 38 años la República Dominicana ha sido, al menos de forma nominal, una democracia que no ha sufrido ningún golpe militar” …” A diferencia de ello, la red de reservas naturales de la República Dominicana es, en términos relativos, la más completa y extensa de las dos Américas, comprende el 32 por ciento de la extensión de tierra del país en un total de 74 parques o reservas naturales, e incorpora todos los tipos de hábitat importantes. El sistema también está aquejado, claro está, de infinidad de problemas y de una financiación insuficiente, pero, no obstante, resulta asombroso en un país pobre que sufre otros problemas y tiene otras prioridades”.
Luego destaca que “A pesar de sus semejanzas, las diferencias que existen entre ambos países resultan aún más sorprendentes si pensamos que Haití solía ser mucho más rica y poderosa que su vecina. En el siglo XIX emprendió en varias ocasiones tentativas importantes de invadir la República Dominicana y llegó a anexionársela durante veintidós años”
Es importante el señalar que “Las tasas de crecimiento demográfico, contagio de sida, tuberculosis y malaria se encuentran en Haití entre las más altas del Nuevo Mundo. La pregunta que se hacen todos los visitantes de Haití es si hay alguna esperanza para este país; y la respuesta habitual es que no” …” Todos aquellos a quienes conociendo Haití les pregunté por las perspectivas que auguraban incluyeron en sus respuestas las palabras «ninguna esperanza»”. El subrayado es mío.
Y señala que “Los dominicanos y los haitianos de la República Dominicana no solo se diferencian desde el punto de vista económico, sino también desde el punto de vista cultural: hablan lenguas distintas, se visten de modo distinto, comen alimentos diferentes y, por regla general, tienen una apariencia distinta (los haitianos suelen tener la piel más oscura y un aspecto más africano)” … ¿Podría desempeñar la República Dominicana algún papel constructivo en el futuro de Haití? A primera vista, la república parece ser una fuente muy improbable de soluciones para los problemas de Haití. La República Dominicana es pobre y tiene bastantes dificultades para ayudar a sus propios ciudadanos. Los dos países están separados por esa bahía cultural que engloba diferentes idiomas y diferentes concepciones de sí mismos”.
Por último, destacó en ese entonces (2004) que Haití tuvo un extraordinario logro en la abolición de su ejército “sin verse arrastrado a una espiral constante de movimientos secesionistas y milicias locales”. Desafortunadamente en este punto el Profesor Diamond se equivocó.
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