Por Patricia Báez Martínez
SAN JOSE DE OCOA-– El 3 de abril de 2017, Rafael Emilio Santo Castillo (34 años) despertó con la intención de matar a Hansel Hernández Maríñez (30 años) atravesada de extremo a extremo de su amplia frente. Después de consumir tres botellas de ron y de pregonar en un colmado que “aquí abajo va a haber muerte hoy”, tomó un cuchillo de unas 12 pulgadas y fue a la Ferretería Maríñez, en Pueblo Abajo de San José de Ocoa, a unos pasos del cementerio viejo, a buscar a la futura víctima.
A ésta la halló trabajando y de inmediato desenvainó el cuchillo para atacarla. La futura víctima se cuadró para defenderse de la inesperada agresión, ante lo que el futuro asesino empezó a intentar asestar estocadas. Hansel, ni tonto ni perezoso, tomó una pala de la ferretería de su madre, en la cual era empleado, y se cuadró para defenderse de quien horas antes había dicho que ese día alguien iba a morir en Pueblo Abajo.
Los movimientos que hizo Hansel fueron con el objetivo de repeler las estocadas (defensivo), y en una oportunidad logró darle un golpe con la pala en el pecho a su agresor, dándole tiempo para salir huyendo de la ferretería. Cuando Rafael Emilio intentó caerle atrás para acuchillarlo cual Santiago Nasar perseguido por los hermanos Vicario (en ‘Crónica de una muerte anunciada’), Oscar Hernández Maríñez (hermano de Hansel), lanzó un tanque de basura en el medio de la acera para que éste no pudiera alcanzar a su hermano, cayendo el futuro asesino al suelo desplomado, después de sentirse brevemente mareado.
Oscar llamó a un motorista y mandó al hospital a quien intentó matar a su hermano, en donde éste murió media hora después debido a una cardiopatía hipertrófica ventricular izquierda crónica con isquemia e infarto reciente al miocardio, según consta en la autopsia A-061-17 realizada en la regional Sur del Inacif, en Azua.
Luego que al agresor lo envían al hospital, Hansel vuelve a su casa, ubicada sobre la ferretería, y su hermano Oscar llama a la Policía y entrega a su hermano junto al arma blanca con que pretendía matarlo Rafael Emilio, para evitar, que producto de la muerte de este último en el hospital, su familia tratara de tomar venganza contra su hermano, dado lo común de la Ley del Taleón en los pueblos.
La situación hoy
De ese hecho han transcurrido un año y cuatro meses, y a pesar de que Hansel sólo quiso defenderse sin darle un golpe que le causara la muerte al fallecido y de que le dictaron tres meses de prisión preventiva de manera inicial mientras se conocía el caso, tres meses que se han multiplicado por cinco debido a las negligencias del sistema policial y de justicia: Cuando no es que el vehículo que transporta los presos desde la cárcel de Baní a San José de Ocoa sólo coge 12 personas y eran 14 los privados de libertad a ser trasladados a Ocoa (entonces él es de los dos que no trasladan al tribunal), o porque el patólogo que hizo la autopsia no asiste a las citaciones del tribunal colegiado de San José de Ocoa que deberá conocer el juicio de fondo, o porque el Inacif debe analizar el video de la cámara de seguridad de la ferretería y ese proceso tarda meses, o porque el juez de la Instrucción, Richardson Encarnación, debe primero conocer todos los casos de Instrucción antes de subir al Tribunal Colegiado, y cuando esto pasa, generalmente ya son las 4:00 o 5:00 pm y no hay tiempo ni voluntad para conocer el caso de Hansel Hernández Maríñez.
Esa fue la situación del pasado jueves 23 de agosto, cuando eran las 2:00 pm y todavía el juez Richardson Encarnación se encontraba conociendo casos de Instrucción, cuando los policías que transportaban los privados de libertad de Baní decidieron llevar de regreso los reos a la cárcel, pues ya a la hora que el juez acabara, de paso sin comer, no habría condiciones para conocer el caso. Por lo que el conocimiento del juicio de fondo fue nuevamente reenviado para el jueves 6 de septiembre -quince días después- para que también esté presente el fiscal de San José de Ocoa, quien está de vacaciones, y es pieza clave en el caso.
Año y medio preso por no dejarse matar
A todas luces y en especial a la de un corto vídeo que grabó la cámara de seguridad exterior de la ferretería, Hansel lo que hizo fue defenderse de una agresión que pudo haberle acarreado la muerte. Le dio un golpe en el pecho con una pala a su agresor, golpe que no lo mató y le permitió huir del lugar para evitar una desgracia. Y el agresor, persiguiendo a Hansel se marea, se desploma, se da un golpe en la frente al desplomarse y es enviado, por la misma familia de Hansel, al hospital, donde muere media hora después.
A simple vista, cualquier vecino de Pueblo Abajo en San José de Ocoa diría que Rafael Emilio Santo Castillo fue herido en la ferretería o que murió producto de una riña, pero ninguna de las dos. El eventual asesino, hoy occiso, pretendía quitarle la vida a una persona, y como tenía un padecimiento viejo del corazón (aumento exagerado de tamaño), que al él agitarse podía morir de un infarto, murió en el intento de asesinar a Hansel, quien se encontraba trabajando y ajeno a la telaraña que se tejía a su alrededor para atraparlo.
Si usted se defiende de una agresión con arma (ya sea de fuego o blanca), si su agresor muere a consecuencia de una condición de salud crónica previa, por qué usted debe pasar más de un año en la cárcel, porque incluso, aunque el juez, para supuestamente proteger a Hansel dijera que es mejor que esté un tiempo en la cárcel, para que eso calme a la familia del occiso, en ese caso, incurriría en prevaricación de la justicia, pues la justicia no debe complacer las apetencias populares sino impartir justicia con justeza y a tiempo.
No fue una riña, no estaban compartiendo juntos. Hansel estaba trabajando y el hombre con la intención asesina estaba bebiendo de colmado en colmado. Hubo un ataque directo del que el privado de libertad se defendió con lo que halló a mano, una pala, con la cual pudo dar un pequeño golpe en el hemitorax al hoy occiso que quería matarle, quien en su pretensión asesina se buscó solito la muerte.
Muchos se preguntarán por el motivo, el morbo está en el ADN nacional, pero el artículo 37 de la Constitución habla del derecho a la vida desde la concepción y hasta la muerte, es decir, cualquiera que fuere el motivo del agresor, no tenía derecho a intentar quitarle la vida a Hansel. No hay justificación a la actuación irresponsable de Rafael Emilio Santo Castillo, la cual terminó con su vida y de paso le ha desgraciado la vida a otro hombre joven y a ambas familias.
Ojalá y quiera la Virgen de la Altagracia -patrona de San José de Ocoa- y no Themis, que el 6 de septiembre (el jueves próximo), el Tribunal Colegiado de esa jurisdicción pueda constituirse y se pueda conocer el caso de Hansel Hernández Maríñez para que se acabe el calvario de él y de toda su familia, la cual hoy llora y gasta sus exiguos recursos económicos porque él está tras las rejas, pero que por un pelito tan pequeño como que el potencial matador padecía una cardiopatía crónica, no lo está llorando. ¡Dios nos halle confesados! Así decimos en los pueblos.
Fuente: https://acento.com.do
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