Por Harris Castillo.
-Las posibilidades de que el candidato por el Partido de la Liberación Dominicana, Gonzalo Castillo, sume votos fuera de los que controla el gobierno, lucen mínimas a partir de su notable deficiencia para comunicar, los efectos de la división del PLD, y la fortaleza del voto opositor en beneficio de Luis Abinader.
La candidatura oficialista depende del liderazgo político de Danilo Medina, dentro y fuera de su organización, y del aporte que pueda hacer el Partido Revolucionario Dominicano. Entre los reformistas es poco lo conquistable, primero porque ya el PLD es hogar de muchos de ellos, y segundo porque su alto grado de deserción se debía en parte a la debilidad de su oferta presidencial, cosa subsanada al llevar a Fernández en su boleta.
El voto Perremeísta, no es conquistable por el gobierno, ya que el partido desprendido del PRD es opción de poder. Los peledeístas que se han marchado al lado de Leonel Fernández, tampoco son conquistables en gran número por el grado de confrontación existente, y porque confían más en el futuro de su proyecto que en el grupo predominante en el PLD.
Las posibilidades de éxito de la candidatura oficialista, están directamente proporcionales al liderazgo del presidente. La gente admite que Gonzalo es un candidato pantalla.
¿Y con qué cuenta Medina?
Históricamente Danilo ha tenido tres grandes pruebas de fuego frente al electorado. La primera se presentó en el año 2000, cuando enfrentó a Hipólito Mejía, y al caudillo de la Máximo Gómez. Los resultados de su candidatura dejaron fuera al PLD y peleando el tercer lugar con Balaguer, apenas un 24.94, contra un 24.60 del octogenario líder.
La veteranía política aconsejó a Medina, no buscar la candidatura de su partido en el 2004, que había ganado holgadamente frente a Jaime David en la anterior, ya que las encuestas señalaban a Leonel Fernández como favorito de la gente luego del mal gobierno de Hipólito Mejía. Prefirió apostar por el hijo de Villa Juana, para que el PLD retornara al poder.
Su segunda prueba de fuego, llegaría en el año 2008 frente a Leonel Fernández por la candidatura del PLD, donde logró algo más de un 28%. Todas las encuestas señalaban que Leonel ganaría holgadamente, pero Danilo prefirió denunciar a su presidente al decir “me venció el estado”, y no integrarse a su campaña.
Para el año 2012, ya Leonel no podía ser candidato, e igual que en 1998, rechazó modificar la constitución para continuar en el poder. Todo indicaba que la candidatura del PLD no recaería sobre Medina, ya que las encuestas, una de ellas Gallup-Hoy de diciembre 2010, le otorgaba solo un 22% dentro de su organización, lo que indicaba que había reducido su liderazgo interno.
Ya definida la candidatura del PLD en favor de Medina, haciendo Leonel que su esposa se retirara para dar paso a Danilo, intuyendo que este sector no la apoyaría si fuera la candidata, Medina se mantenía estancado, mientras Hipólito marcaba sobre el cincuenta por ciento.
La incapacidad de Medina en conectar con las masas, era revelada todavía en agosto del 2011, cuando Gallup le otorgaba un 33.4%. Un mes después, septiembre 2011, Leonel deja saber en Nueva York, que el gobierno contaba con 40 mil millones de pesos que invertiría en obras para cambiar esa percepción; pero además, asume la campaña como propia y se forman tres frentes electorales, Leonel-Danilo- Margarita. La historia cuenta el resultado.
Es el propio Medina quien en la celebración del triunfo en acto celebrado en la casa nacional de su partido, dice que “Leonel se fajó más que yo por esta candidatura”.
La tercera prueba de fuego de Medina, se produce cuando intenta modificar la constitución por segundo periodo consecutivo, para optar por un tercer mandato; solo el 29.4% apoyaba sus aspiraciones, a pesar del amplio apoyo que había concitado dos años antes en la elección presidencial de 2016.
Como se puede ver, históricamente Danilo Medina no ha superado el 30% en ninguno de sus proyectos personales, y sus victorias se construyeron, primero por el listado preferencial en que se escogían los senadores, diputados y regidores; y luego sobre el liderazgo de Leonel Fernández en el 2012. El resultado del 2016, es una mezcla de su buena gestión, y la percepción de imbatibilidad que exhibía el PLD.
Por último, partiendo de esa realidad histórica, y visto el grado de rechazo que han generado las acciones del presidente, tanto con la fallida reforma como con la imposición de un candidato, entre gente que antes le apoyaba y sectores progresistas del país; la debilidad evidente de su candidato en conectar con las bases, y el rompimiento de la bipolaridad partidaria, no es ocioso hacer conjeturas sobre la realidad de la candidatura oficialista. Gonzalo Castillo quedará en tercer lugar.
Los peledeístas ya acostumbrados a las mieles del poder, tampoco querrán perder sus privilegios y ante la escasa posibilidad de seguir gobernando, correrán hacia donde encuentren mayores posibilidades, por lo que tampoco es ocioso especular que Gonzalo Castillo no superará el 20%.
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