Elon Musk es la figura más carismática del mundo de la tecnología y cuenta con algunos logros asombrosos a su nombre, desde que los autos eléctricos resulten atractivos hasta los cohetes que pueden regresar a la tierra y ser reutilizados.
Pero quien se atreva a sugerir que todo lo que hace Musk no es innovador ni visionario puede esperar una fuerte reacción del gran hombre y su ejército de apasionados seguidores.
Eso es lo que sucedió cuando un académico británico criticó la demostración que el viernes pasado hizo Musk de su proyecto Neuralink. Y la represalia que enfrentó fue en gran parte culpa mía.
Neuralink es un plan inmensamente ambicioso que busca conectar el cerebro humano a una computadora.
Al final, podría permitir que personas con afecciones como la enfermedad de Parkinson puedan controlar sus movimientos físicos o manipulen máquinas a través del pensamiento.
Pero ya hay muchos científicos trabajando en este campo.
Aunque Musk tiene ambiciones mucho mayores que la mayoría y habla de desarrollar una «cognición superhumana», mejorando el cerebro en parte para combatir la amenaza que ve en la inteligencia artificial.
La demostración del viernes por la noche incluyó la participación de una cerda llamada Gertrude, equipada con lo que el magnate de la tecnología describió como un «Fitbit en tu cráneo».
Un dispositivo pequeño registró la actividad neuronal del animal y envió la información de forma inalámbrica a una pantalla.
Cada vez que le tocaban el hocico se producían una serie de pitidos, lo que indicaba actividad en la parte de su cerebro que buscaba comida. «Creo que esto es increíblemente profundo», comentó Musk.
Pero algunos expertos en neurociencia no estaban tan impresionados.
El Science Media Center de Reino Unido, una institución que trabaja en tratar de hacer accesibles historias científicas complejas, publicó un comunicado de prensa citando a Andrew Jackson, profesor de interfaces neuronales de la Universidad de Newcastle.
«No creo que haya nada revolucionario en esa presentación, pero están superando los desafíos de ingeniería de colocar múltiples electrodos en el cerebro», dijo.
«En términos de su tecnología, 1.024 canales no es algo tan impresionante en estos días, pero la electrónica para transmitirlos de forma inalámbrica es de vanguardia y la implantación robótica es atractiva», apuntó el experto.
«El mayor desafío es lo que haces con todos estos datos cerebrales. Las demostraciones en realidad fueron bastante decepcionantes en este sentido y no mostraron nada que no se haya hecho antes», agregó.
Jackson cuestionó por qué el trabajo de Neuralink no ha sido publicado en revistas arbitradas.
Yo tomé sus palabras y su resumen de la demostración -«esto es ingeniería sólida pero neurociencia mediocre»- y publiqué un tuit.
Pocas horas más tarde, Musk tuiteó su respuesta:
«Desafortunadamente, es común que muchos en el mundo académico sobrestimen el valor de las ideas y den menos peso al trabajo para llevarlas a cabo. Por ejemplo, la idea de ir a la Luna es trivial, pero llegar a la Luna es difícil», escribió.
Muchos de sus 38 millones de seguidores parecían estar de acuerdo, algunos de forma vehemente.
«La academia está llena de personas que piensan que son el tipo más inteligente de la sala en un momento dado, pero, de hecho, son un poco tontos», escribió uno.
Otro dijo: «Si esperáramos a las revisiones de expertos sobre el Tesla, todavía estaríamos esperando el producto. Constrúyelo y ellos vendrán».
Y también se lanzó un viejo cliché sobre los maestros.
«Esa es la diferencia entre un académico (los que pueden, hacen; y los que no pueden, enseñan) y un visionario industrial que hace las cosas».
Mejorando el cerebro
Este martes por la mañana, me comuniqué con el profesor Jackson para disculparme por provocar este alboroto en Twitter.
Se rió y dijo que no era muy activo en las redes sociales. Añadió que, en cualquier caso, Musk ha dicho cosas peores sobre otras personas.
Lejos de estar atrapado en una torre de marfil, el profesor Jackson está involucrado en investigaciones prácticas.
Él ha explorado cómo ayudar a los pacientes con lesiones espinales transmitiendo señales desde el cerebro a la médula espinal para restaurar algunos movimientos del brazo.
No afirma estar a la vanguardia de la investigación de interfaces computadora-humano, pero conoce bien el campo y puede señalar a académicos que han logrado avances significativos sin recibir la publicidad que disfruta Musk.
Destacó que no había tenido la intención de parecer negativo.
«Todos los que han estado trabajando en este campo durante un tiempo están emocionados con las posibilidades que surgen cuando las grandes empresas de tecnología y los partidarios entusiastas intentan poner dinero detrás de esto», dijo.
Pero, aunque estaba impresionado por la tecnología de Neuralink, dijo ser escéptico sobre lo que se habla en relación con su posible uso para leer y escribir recuerdos, y mejorar las funciones cerebrales.
Explicó que aunque los neurocientíficos han avanzado en la comprensión de cómo el cerebro controla el movimiento, siguen sin saber cómo procesa los pensamientos y los recuerdos.
Pese a todos sus logros, Musk tiende a exagerar las estimaciones sobre la rapidez con la que avanzará su tecnología.
Hace cuatro años, me dijo que en un par de años un Tesla podría conducir solo a través de Estados Unidos, deteniéndose para recargarse él mismo en el camino. Eso aún está por ocurrir.
Y su predicción de que Tesla tendría un millón de robotaxis en las carreteras para este año ahora parece fantasiosa.
Apenas fue este fin de semana cuando los autos de la firma recibieron una actualización de software para su sistema de piloto automático para reconocer las señales de límite de velocidad, algo que podría haber sido considerado esencial para una conducción autónoma segura.
La razón de ser de los visionarios tecnológicos es pensar en grande.
Pero sin los académicos de los que ha sido crítico, es poco probable que se haga realidad el sueño de Musk de mejorar el cerebro humano con una interfaz digital.
Y aquí está la ironía: el objetivo declarado de la demostración con la cerda Gertrude era alentar a los científicos a unirse a Neuralink.
Aquellos que siguen a Musk en Twitter pueden no estar convencidos de que valga la pena acompañarlo.
BBC Mundo
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