Nerys Melo fue el primer Camarón del género bachata. No estoy diciendo que Elvis Martínez le hurtó el nombre, eso no. Pero cuando al talentoso Elvis lo bautizaron, ya hacía mucho tiempo que el nuestro ejercía su oficio musical con ese nombre.
Recuerdo a Nerys en su faceta musical: inquieto, siempre activo y despierto. Su creatividad no conocía fronteras y por eso, a pesar de las limitaciones económicas, construyó un nombre de respeto en el ámbito de la música popular.
Tuve la dicha de compartir su amistad por varios años y nunca olvidaré el día que me invitó a la casa donde vivía, en la calle Andrés Pimentel, a comerme un sándwich a la plancha.
Me advirtió que no cenara antes de ir, para que disfrutara a plenitud de su creación. Grande y grata fue mi sorpresa cuando Nerys buscó una plancha de ropa, la calentó y la colocó un rato encima del sándwich que me estaba preparando, haciendo que el queso caliente casi se desbordara. “Ahí lo tienes, sándwich a la plancha”, me dijo, mientras no paraba de reír.
Y ese era el Camarón… con ese estilo conquistó muchos corazones y logró ganar su espacio como regidor en la Sala Capitular del Ayuntamiento de Ocoa, a fuerza de popularidad y sin dinero para invertir.
Este artículo, escrito de madrugada, me llegó como inspiración. Son muchos los hombres valiosos y las mujeres dignas de recordar, los cuales quedan relegados al olvido, en una sociedad que muchas veces venera a cambio de dinero y ventajas, sin sopesar méritos reales ni acciones bondadosas.
Hoy comparto el recuerdo de este hombre valioso, alegre y popular, que se ganó los amigos a pulso. Parte imborrable de nuestra historia musical, cuyo aporte debe ser reconocido, valorado y divulgado.
Invito a los lectores a resaltar a aquellas personas sencillas, que de alguna manera tocaron sus vidas. Sus memorias no deben jamás morir ni quedar en el olvido. En lo sencillo descansa lo más importante de nuestras vidas.
Desde el fondo del agua… recuerdo a mi amigo el Camarón.
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