Por: Nerys Soto Feliz
La primera expedición europea, navegando hacia el occidente, llegó por casualidad a lo que es hoy el continente americano. Esta partió desde España, y arribo a estas tierras vírgenes el 12 de octubre del año 1492, comandada por Cristóbal Colon.
La aventura marítima tenía el interés comercial de llegar a la India, y otras regiones orientales, a los fines de obtener oro, especias y sedas, entre otras mercancías de interés para suplir los mercados españoles y europeos. Esto en razón de que el comercio hacia Oriente se interrumpió en el año 1453, cuando los turcos tomaron la región de Constantinopla, y exigían grandes impuestos.
En su segundo viaje, Cristóbal Colon, que ya había estado en la isla La Española, llego el 25 de noviembre del año 1493, e introdujo la caña de azúcar procedente de las Islas Canarias españolas, con el interés de fomentarla y producir azúcar, articulo muy importante en la sociedad europea del siglo XVI.
La elaboración de azúcar demandaba de mano de obra para producir la caña y para procesarla, además, de un instrumento que sirviera para su elaboración comercial: El Trapiche. El primer Trapiche fue instalado por un español de nombre Aguilón en La Vega, en el año 1506. Para el año 1527, ya en la isla se habían instalado unos 25 trapiches.
Estos eran movidos originalmente por mano de obra esclava indígena y africana. Los esclavos africanos fueron traídos a partir del año 1518. Los trapiches tenían diferentes diseños, de acuerdo a la conveniencia y recursos de sus propietarios. Algunos, posteriormente, eran movidos por bueyes, caballos, ruedas hidráulicas y por molinos de viento, pues debía aumentarse la producción de azúcar, cuyos precios se habían disparado en Europa.
Esta industria, promovida por los padres Jerónimos, trajo consigo el aumento de la población esclava africana en la isla, pues ya la indígena se había diezmado. La historia recoge que esta industria producía azúcar amarga, pues para su producción fue necesario explotar hasta la saciedad la mano de obra esclava, donde murieron miles de indígenas y africanos, fruto de los maltratos, el excesivo y duro trabajo, y las miserables condiciones en que vivían, carentes de alimentos, abrigo, salud, las torturas, y otras míseras condiciones.
Muchos huían a los montes, y otros optaban por suicidarse junto a sus hijos. En los años posteriores, las plantaciones de caña y la instalación de trapiches se diseminaron por toda la isla. Ese es el origen de la gran industria azucarera, que llevo a nuestro país a ser uno de los mayores productores de azúcar de caña del mundo, aunque en los últimos años ha decaído bastante.
Se tiene el 1805, como el año en que se inició la concentración de personas en El Maniel, lo que hoy es la provincia de San José de Ocoa. Hay datos históricos que establecen desde el año 1649 la presencia de esclavos africanos alzados en estas tierras manieleras; y que a partir del 1805 llegaron los primeros banilejos a esta zona, propicia para el desarrollo humano. Como los esclavos huían de la presencia de los blancos, después de la desocupación haitiana del año 1802, y de la explotación en los ingenios, y en Bani y Azua ya se producía caña, lo más probable es que tanto la caña, primero, como los trapiches rústicos después, llegaran a El Maniel para esa misma época, puesto que en el Palmar de Ocoa, al lado de Sabana Buey, todavía hay vestigios arqueológicos de un ingenio o trapiche colonial. Hay datos de que en la década de 1840 en esta región había miles de tareas cultivadas de caña, y que se producía una buena cantidad de azúcar, Utilizando como instrumento para la molienda, el trapiche.
En las diversas comunidades rurales de Ocoa existían muchos trapiches para la producción de guarapo, melao, raspadura, azúcar. Melaza y hasta alcohol, en pequeña cantidad.
El Trapiche se operaba con bueyes y otros animales, y algunos, como el de Don Freddy Velásquez, utilizaban motores eléctricos. Se hacían moliendas de día y de noche, casi hasta amanecer, durante varios días, y muchas personas fruto del cansancio y el sueño se lesionaban o se atrofiaban sus brazos y manos.
En el Municipio de Sabana Larga hay un barrio llamado Los Ñocos, porque fue fundado por un señor llamado Simón Feliz (Viejo Ñoco), que nació con un brazo atrofiado, pero su hija María y otros familiares sufrieron accidentes en sus brazos y manos, moliendo caña en los trapiches. El ayuntamiento nombró el barrio como Villa María, pero todos le siguen llamando el barrio de Los Ñocos.
Los brazos o manos se atrofiaban o molían dos veces, una al introducir la caña en los rodillos o masas del trapiche, y otra cuando daban reversa o marcha hacia atrás para sacar la extremidad superior. El dolor, los gemidos, y el sufrimiento eran insoportables. En moliendas caseras para endulzar el café sin azúcar, o para tomar guarapo fresco, se molía caña en unos trapiches pequeños llamados machaques.
En la provincia los trapiches ya han desaparecido, pues el azúcar y otros sub-productos se obtienen en el mercado con más facilidad. Según nos consta, en la actualidad solo existen dos trapiches en toda la provincia, y los dos están en el Municipio de Sabana Larga: Uno es comercial, propiedad del señor Heriberto (Betico) Ortiz, que lo usa para producir guarapo, raspadura y melao; y el otro es propiedad del autor de este artículo, utilizado para fines culturales, donde asisten muchas personas a conocer la historia y el funcionamiento de El Trapiche, fotografiándolo, filmándolo, y tomando notas del mismo para aumentar su acervo cultural.
En ocasiones se muele caña para brindar guarapo a los visitantes.
El autor es Abogado, Agrimensor, y Procurador Fiscal, con maestría en Derecho Constitucional y Derecho Público, de la Universidad de Castilla-La Mancha, España.
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