¿Cuánto le va a costar a Omega su incidente con el chofer de carro público?
Tras una rápida negociación, Omega evadió las ruedas de una patana y logró conciliar con un chofer de carro público, con el cual sostuvo un florido altercado verbal, de gran incidencia visual por las implicaciones que tuvo. El chofer consiguió como abogado al eficiente Sr. Portes, quien ha logrado mucha notoriedad; de manera rápida y contundente parecía defender más a Omega que a su cliente, dejando establecido un satisfactorio entendimiento entre las partes. Ese abogado es caro. Costó dinero que de seguro no pagó el chofer.
También evitar que el chofer procediera a auspiciar un nuevo encuentro de Omega con la justicia… esa decisión costó dinero. Y no sabe uno donde más tuvo el Fuerte que soltar unos pesitos. Todo por un pique mal llevado.
Pero el caso toma nuevos colores. Ahora es la autoridad la que se propone perseguir al mambero, por el tema de la presunta arma de fuego. Todo por el mismo pique.
La ira es mala consejera y creo que todos lo sabemos. Unos hemos cometido errores pequeños y grandes. Otros han cometido errores tan grandes, que no dejan espacio para el arrepentimiento; solo para las malas consecuencias.
En el plano del poder terrenal, la ira es uno de los elementos que más ha definido acontecimientos importantes. Muchas campañas bélicas sucedieron, impulsadas en el momento decisivo por enojos. Políticos han perdido posiciones y elecciones prácticamente ganadas, por tomar decisiones o hablar a la luz de la ira. Muchos proyectos importantes se han dejado de hacer, porque uno de los empoderados se incomodó y decidió con la cabeza caliente. La Biblia reconoce la ira y el derecho de la gente a experimentarla, pero sin dejarse dominar por ella.
La reflexión viene como anillo al dedo en tiempo de turbulencias, donde importantes actores mediáticos, políticos y religiosos, muchas veces no logran contener el enfado y dicen cosas que tienen serias repercusiones futuras. La conducción de fragmentos del destino de la gente, o la influencia en su opinión, requieren altas dosis de paciencia, muchas reflexiones y buenos consejeros. En esta última parte, un consejero iracundo puede influir en que estalle la guerra, pero un consejero de cabeza fría puede conseguir la paz.
Esta lección ya le costó tranquilidad y unos pesitos rendidos a Omega y no se sabe todavía qué más le va a costar. Debe servirnos para reflexionar antes de actuar.
Paz.
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