Por Asdrovel Tejeda
Después de un tiempo relativamente corto, donde me encontré amarrado a mis raíces, me toca volver a mis realidades cotidianas, a las vivencias, al trajín de vida, a este amagar que vivimos mientras la vida, cantarina ella, nos pasa presurosa por el lado y nosotros viéndola pasar y alejarse sin decidirnos a vivirla, porque siempre, siempre, nos falta algo más.
Dentro de los lugares, donde fui marcando mis pasos por el mapa del país dominicano, estuvo, por supuesto, el Ocoa de mis amores. Ocoa, ciudad que trabaja su alcalde, Aneudy Ortiz Sajiun con un grado de excelencia extrema, se podrá criticar, llegado el caso y dentro de los límites que contempla la democracia, pero no negarle las ejecutorias de su gestión, muy bien llamada la del cambio. Es difícil cuantificar las obras grandes o pequeñas, sus esfuerzos y la visión que pone en cada uno de sus proyectos. Bien podría hablar de obras como el ayuntamiento, los bomberos, el matadero, EL mercado y su plaza, etc. Obras que cuentan con críticos gratuitos (?) y con altura de miras desde la atalaya de una mata de lechuga.
Mencionaré las aceras y contenes de Barrios diferentes donde le acompañe sorprendido de la gratitud de los moradores, que no sólo ven resueltos problemas de años, sino que también ven revalorizadas sus viviendas. Su simpatía es tal que cuando los niños le ven llegar salen a saludarle por su nombre con sentido de admiración y respeto, por lo que me parece que tendremos Aneudy por un buen rato…. y me parece bien, pues si tenemos una serie de funcionarios y funcionarillos esperpénticamente mediocres que son reelectos sistemáticamente por la grey descalza y desnuda, porque no hacerlo con los que resuelven.
Ando con mi pasaporte dominicano, NUNCA he dejado de hacerlo, NUNCA lo dejaré de hacer, no tengo razón ni quiero dejar de ser lo que soy, ni el orgullo de proclamar de donde soy. Eso, me ha traído algunos problemitas, porque aunque nunca estuve preso (dos veces detenido, una en los bajos ochenta’s, en las marchas lideradas por el Rev. Al Sharpton en contra de la brutalidad policiaca y por los derechos civiles, me tocó, sentado en medio de Graham Ave. en Brooklyn, primero un macanazo de soslayó, que me rompió la frente – todavía ando con una pequeña protuberancia, son de las medallas que me dio la vida. Estuve detenido por breve tiempo y la segunda vez, siendo comisionado de derechos humanos al salir de una actividad comunitaria fui parado, chequeado y detenido, también de manera breve, por supuestamente tener sobre el límite de alcohol en la sangre, el oficial que me detuvo había sido cuestionado por mi enfrente de la comisión por uso excesivo de fuerza en un arresto. He tenido algunos empujones por elementos de la policia, en Washington D.F. en marcha por los derechos civiles y, en Paterson N.J..
Nunca he tenido problemas de corte criminal, ni de ninguna otra indole, mi vida es un libro abierto, por eso, nunca me ha molestado que cada vez que regreso a territorio Norteamericano, me chequeen y me lleven al cuartico, SIEMPRE. Igual que mis maletas sean abiertas y chequeadas tanto a la ida – siempre dejan un documento diciendo lo que hicieron; como a la llegada en mi presencia. Lo que nunca me hubiera imaginado es que también en mi país iba a ser requerido y chequeado. A mi llegada, el viernes 29 de Junio, al pasar por aduanas me preguntaron que cuánto tiempo iba a quedarme en el país, le pregunté al oficial que si él había visto bien mi pasaporte, me dijo: – Que tiene eso que ver con mi pregunta? Mucho, le contesté, me niego rotundamente decir o declarar el TIEMPO que voy a estar en MI país, no tengo porque, no lo voy hacer, eso, no sólo es insolente, es una agresión incalificable, tengo todo el derecho del mundo a permanecer el tiempo que me dé mi gana, sorprendido, leyó el resto de las preguntas, contestadas correctamente y me dejo pasar sin inconveniente.
Esta mañana, después de pasar cuchucientos controles de “seguridad” una “gentil” oficial me pregunta: ¿a qué vino usted al país y cuánto tiempo permaneció? Me negué a contestar, eso, produjo una reacción en cadena, desde ese momento fui el terrorista más buscado, pasado la entrada de seguridad (había un oficial manipulando un arma de fuego) fui requerido, me chequearon, me registraron dos veces y, antes de subir al avión, oigo mi nombre por un altavoz donde me pedían acercarme al taburete de entrada y me dice la asistente: – debe ir a seguridad, le deben poner un sello de salida que no tiene…. volví con un empleado y otra vez me chequearon. Ahora, para reingresar a los EU me chequean y para salir del país dominicano, también. Me parece que una buena solución, si tuviera el cuerpo adecuado, sería viajar encuero (desnudo) pero temo oír los comentarios de los sesudos y ejemplares funcionarios: – Caramba, caramba y como orina con ese maní, será de oído?
Mientras me mentalizo para las chequeaderas ( Solicitaré en algún ministerio que la chequeadora sea más o menos bonita, así las cosquillas serán más agradables) porque lo que soy yo, NUNCA dejaré de protestar por mis derechos cuando quieran ser enajenados en la situación que sea.
Mientras preparo la otra crónica, estén atentos, que el manicero se va….
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