Por Francisco Luciano
En política, resulta letal cuando se combinan Delirio y Miedo. El Delirio es un trastorno de deterioro cognitivo, que afecta el modo en que una persona piensa, recuerda y razona. Sus signos se expresan en cambios repentinos del estado de la conciencia; en cambio el Miedo es un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario al que se desea.
Esos dos fenómenos afectan la campaña oficialista a la rectoría de la UASD, pues están sufriendo cambios en su nivel conciencia y revelando la incertidumbre que les consume, al ver que sus deseos se hacen añicos frente a la realidad. La afectación de su nivel de conciencia es lo que lleva al creador y oferente de las CHUPETAS, como medio para reclutar adeptos y clientes electorales, a acusar a otros de usar el método de cuya patente es dueño único.
La presión que vienen poniendo para tratar de obligar a que servidores se conviertan en militantes de su fallida causa, a cambio de promociones, compensaciones, incentivos o de simples trámites, prueba el desorden gerencial al que han sometido a la Universidad, situación que se agrava con el festival contrataciones al vapor de cientos de personas en los últimos meses, siendo los propios supervisores y directores de los departamentos donde los asignan, los que aseguran, en voz populi, que no son necesarios.
El miedo que les consume, ha pasado a pánico y la mejor prueba es que desde hace meses andan creando cargos dentro de la estructura administrativa universitaria para alojar o proteger a sus acólitos más destacados, que no tienen tiempo acumulado para acogerse a la pensión, como ya han hecho la inmensa mayoría de los que en videos aseguran creer en él. Solo un estado de incertidumbre extrema o la seguridad del desenlace desfavorable, puede llevar a un enfermo a usar el dinero de su medicina para pagar un seguro de vida.
El discurso de la supuesta moralidad que les lleva a presentar a sus competidores como financiados por las denominadas “corporaciones e inversionistas”, les quedaría bonito, sino fuera porque su campaña ha sido más ostentosa y costosa que las de todos los demás aspirantes juntas y porque la lista de todos los que ahora acusan de ser “los malos” fueron parte fundamental de la victoria del “exitoso” Relanzamiento en 2014.
¿No será acaso, que además del síndrome de la derrota, padecen también del síndrome del carterista, que al ser descubierto en sus andanzas comienza a gritar, un ladrón, un ladrón, para tratar de escabullirse entre la multitud?
El sabio pueblo dominicano tiene toda la razón cuando sentencia que “El maní solo hiede en boca ajena”.
El autor es docente de la Facultad de Ciencias de la Educación.
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