Luis Abinader y las fuerzas que respaldaron su candidatura presidencial han abierto grandes expectativas de cambio en el país y cumplir esa promesa es vital para medir el éxito o fracaso del nuevo gobierno perremeísta.
Si sus promesas se van a convertir en realidad, este país vivirá días felices y su éxito como gobernante está más que garantizado, lo que le permitiría buscar la reelección en 2024, porque tiene derecho.
Hay un grupo de ciudadanos que entendemos el cambio como un viraje gradual –no un golpe de timón que solo puede dar una revolución triunfadora- en la aplicación de las leyes sin arrogancia, pero sin contemplaciones.
Con solo hacer cumplir las leyes, este país se torna un paraíso. El problema es que hasta el día de hoy eso no ha sido posible porque la ley que prohíbe que un vehículo cruce un semáforo en rojo es la misma que prohíbe que los camiones circulen por el carril izquierdo.
La autoridad es celosa y persigue a quien pasa ante un semáforo en rojo, pero ignora a los conductores de camiones y patanas que se han adueñado de los carriles izquierdos en avenidas, autopistas y carreteras.
En este país las muertes por accidentes de tránsito son escandalosamente altas. Los gobiernos que gobierno han sido no han podido romper la impunidad con que conducen los camioneros y autobuseros, pero ahora que el país vivirá un cambio, la esperanza es que haga respetar la ley y termine la danza de muertes y heridos por la imprudencia al conducir.
Medio ambiente
Otra gran expectativa de cambio es que el gobierno de Abinader de un giro brutal para hacer respetar las leyes de protección del ambiente, en el ámbito urbano y rural.
El gobierno de Danilo Medina tuvo éxito en recuperar importantes zonas deforestadas con proyectos productivos de café, aguacate y otros frutales, pero sus ministros de Medio Ambiente fueron infelices frente a la depredación de zonas sensibles para la conservación de bosques y fuentes acuíferas.
Carretera Cibao-Sur
Fue una increíble dualidad, pero ya eso es historia pasada y no estoy para pasar cuentas, porque después de todo tengo el sano orgullo de que junto a Frank Moya Pons, Eduardo García Michel, Mario Rivadulla, la Academia de Ciencias y todos sus técnicos, y otras personalidades, persuadimos a Danilo de que no construyera la carretera Cibao-Sur, entre San Juan y Santiago Rodríguez.
En algún momento Abinader prometió construirla. Si lo intenta, su cambio se tornará una reversa porque no creo que el movimiento ambientalista que lo apoyó, se atreva a callarse ante la destrucción de cinco parques nacionales de la cordillera Central.
Aunque me convierta en llanero solitario, me opondré por todos los medios a que los parques nacionales sean vapuleados y estoy dispuesto a pagar el precio que sea para que los bucaneros modernos no ripien la joven cordillera.
Necesitamos cambios fundamentales en materia de medio ambiente: protección de las fuentes de agua, reforestación de las cuencas, limpieza de las riberas de ríos, de las cañadas, deposición de basura en vertederos acondicionados para que no contaminen, gente respetuosa de la higiene y de los espacios públicos.
Si el nuevo gobierno viene a hacerse el indiferente frente a estos temas, ¿de qué cambio me habláis tío?
Libertad sindical
Durante los gobiernos represivos de Joaquín Balaguer entre 1966-1978 ningún dirigente magisterial o del sector agropecuario fue acosado en sus empleos por su militancia política antigubernamental. Nada más llegó al poder el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), madre nodriza del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que jefea Abinader, los trabajadores de la ciudad y el campo fueron asediados para destruirles sus instrumentos organizativos de lucha.
La Asociación Dominicana de Profesores (ADP), fundada en 1970 por perredeístas e izquierdistas como Ivelisse Prats, Enrique de León, Conrado Matías, Celio Guerrero, Sigfredo Cabral, Hilario Jáquez, Melanio Paredes, el gobierno perredeísta le formó el esquirol representado por la Unión Nacional de Educadores (UNE).
A la combativa Central General de Trabajadores (CGT) que dirigía mi compañero Francisco Antonio Santos, el gobierno perredeísta le formó la Unión General de Trabajadores Dominicanos (UGTD), encabezada por Jacinto de los Santos.
Fue el instrumento gubernamental para dividir a los obreros y su fuerza organizada para la lucha clasista. Al pujante Movimiento Campesino Independiente (MCI), el gobierno perredeísta (ahora PRM) le fabricó la Central Nacional Campesina (CENPA), engendro divisionista que nunca logró afectar considerablemente al proletariado rural y a los pequeños productores rurales, pero que fue necesario enfrentar con energía y gran determinación de lucha.
Unachosín
La poderosa Unión Nacional de Choferes Sindicalizados Independientes (Unachosín), que tantas glorias cosechó a lo largo de su existencia, murió sin pena ni gloria en el gobierno perredeísta de Antonio Guzmán.
El Sindicato de Trabajadores de Arrimo (POASI), que combatió plenamente en la Guerra de 1965 y contra la agresión militar norteamericana, sucumbió ante la modernización de los puertos y la desvergüenza del perredeísmo ingrato.
Con Barbarín Mojica y todos sus compañeros, los portuarios están muertos y olvidados, hundidos sus familiares en la miseria, como si no hubiesen sido combatientes ejemplares por la dignidad de la patria y la libertad de los pueblos.
Espero el cambio con acciones afirmativas, sin vacuencias, porque los tiempos han cambiado tanto que cualquiera que venga a gobernar con los viejos métodos, se tendrá que chocar con gente crítica y jóvenes en movimiento que no son de nadie, como pueden algunos ilusos creer.
Apoyo al cambio
Estoy aquí para apoyar el cambio, pero si no hay cambio, esperen la crítica necesaria para que el sistema democrático funcione, porque les creímos cuando ofrecieron cambios y la mayoría lo respaldó.
El pueblo está en vigía.
¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!
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