No es secreto para nadie que las elecciones municipales y congresuales están a vuelta de esquina, sobre todo tomando en consideración que el tiempo pasa muy rápido y la tradición, positiva o negativa, dicta que los «meneos» inician uno o dos años antes. Las cosas subirán de tono en 2023. Es lógico pensar que la etapa actual es de toma de pulso, creación de percepción y trabajo de patio.
Hurgando en redes sociales he visto con buenos ojos que se considere la posibilidad de ver a ciertos ocoeños compitiendo por los cargos electivos. Sea intención manifiesta de ellos o el deseo de un pueblo que los quiere y respeta, los referidos tienen el sagrado compromiso de analizar y considerar.
Nos alegra saber que se ponga en la mira figuras tales: Deyanira Santana, José Miguel Pimentel (maguelo), Fermín Lara, Federico Urbaez (fidelito), José Castillo (chelo). Gente de buen vivir, con trayectorias intachables y que ha realizado aportes en diversas áreas del quehacer. Sin lugar a dudas, es el tipo a buscar para llevar al congreso y las alcaldías.
Esa es la idea, la política es ciencia y es sana en su naturaleza. Los buenos deben aspirar, ir a los partidos a realizar propuestas y marcar diferencias. Desde afuera se hace poco o nada, más allá de votar y criticar.
Los referidos no son únicos, las organizaciones políticas están preñadas de gente honesta y capaz. Es así como también estimulamos que los «alternativos» sigan presentando batalla: los aliancistas José Manuel Calderón, Luis Alfredo Tejeda (pipilo), Liberato Tejeda, Daira Melo, Sergio Guerra y otras corrientes que enarbolan la bandera de un nuevo liderazgo.
Sería interesante ver en el ruedo a Jassiel Maceo, Wilfredo Tejeda, Charlee Soto, Mario Ortiz, Yonathan Soto, Domingo Antuna, Miguel Soto, Beto Santana, Luis Lluberes y algunos de los que actualmente ocupan cargos y/o han participado en otros torneos. Eso último porque las reelecciones no necesariamente son malas, aunque soy creyente acérrimo del relevo.
Para algunos quizás sea contraproducente que los votantes sigan propuestas personales en vez de partidarias; el desgaste y la imagen negativa proyectada por los llamados «tradicionales» incide en seguir personas, independientemente de los partidos postulantes.
Esperamos el desfile de los buenos incremente en calidad y cantidad. Por supuesto, que la masa votante no se deje seducir por papeletas, viandas y otras artimañas de los malos.
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