Considero que una de las principales lecciones que a través de su paso nos ha dejado la covid -19 es que de una u otra forma estamos interconectados y que en la medida que nos cuidamos, aportamos al cuidado de los demás y de nuestro entorno.
Por lo tanto, mantenernos sanos y seguros representa una de las medidas más efectivas para disminuir el riesgo de enfermarnos y así evitar que los servicios de atención médica colapsen.
Ciertamente, ha sido un verdadero desafío durante este año 2021 mantener el cuidado personal como prioridad, más aún, sabiendo que esta conducta deberá extenderse hacia el entrante 2022 y conservarla después de que la pandemia haya finalizado.
El autocuidado, considerado por la Organización Mundial de la Salud OMS como “la capacidad de las personas, las familias y las comunidades para promover y mantener la salud física y mental, prevenir y hacer frente a las enfermedades y discapacidades con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica”, resulta para la gran mayoría prácticamente una lucha contra algunas de las barreras identificadas que pudieran imposibilitar apropiarse del cuidado hacia uno mismo.
Algunas de esas razones son, la falta de tiempo y lo egoísta o autoindulgente que resultaría ser dedicarse a cuidarse, entre otras cosas.
Si se identifica con alguna de estas causas, en donde pudiera entenderse que invertir en lo que es bueno para uno se traduce en afectar los demás roles y capacidades para desarrollarlos, consideramos pertinente plantearnos la siguiente pregunta, ¿qué tan diferente se tornaría mí vida si me apoyo en la interdependencia, sabiendo que, al cuidar de mí, contribuyo al cuidado de los demás?
Fuente: Hoy.com.do
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