Felipe Ciprián
Cuando a mediados de la semana pasada se hizo viral en las redes sociales la fotografía de un camión volteo lleno de arena y cubierto con una gran bandera dominicana en sustitución de la lona, me di cuenta que a los conductores de vehículos pesados les falta poco por hacer con absoluta impunidad.
Es a ellos que corresponde la responsabilidad de provocar los accidentes más dramáticos y sangrientos, casi siempre con muertes múltiples y en ocasiones a repetición, pero como la sanción es un trámite rápido, a los pocos días vuelven a las calles, avenidas y autopistas a reproducir el caos y el manejo temerario.
Ya hace más de un año que la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial, que se creó el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) como entidad administrativa del sistema terrestre, entró en vigencia con la esperanza de provocar modificaciones sustanciales en el comportamiento de los conductores para reducir los accidentes y los taponamientos viales.
El INTRANT ha comenzado su trabajo en múltiples frentes para cumplir con sus atribuciones legales e intentar superar el caos que impera en las vías públicas, pero está dejando cabos sueltos que le están haciendo perder confianza en los pocos conductores que hacen un uso responsable de avenidas y carreteras.
Es muy difícil que el INTRANT logre éxito en sus necesarios propósitos, si la ciudadanía no ve soluciones puntuales –aunque parciales- a problemas cotidianos que afectan la vialidad.
Entre esos problemas, voy a limitarme a dos: el desorden impune de los camiones y los tapones en los túneles y elevados.
La ley establece que los vehículos deben transitar por el carril de la derecha en avenidas y carreteras, pero nueve de cada diez lo hacen cada día y noche, a la vista de la autoridad, por los carriles centrales y el izquierdo, usualmente a velocidades superiores a las señalizadas, haciendo rebases temerarios a fuerza del tamaño de su vehículo y avisando con el sonido estridente de bocinas.
Peor aun, la mitad de los camiones que acarrean arena y hormigón llevan potentes focos delanteros para deslumbrar a los conductores que vienen en sentido opuesto, pero no suelen disponer de luces traseras para detectar su armazón en la oscuridad para los vehículos que se les aproximan.
Con esta práctica consuetudinaria, no solo violan la ley, sino que provocan frecuentes accidentes, con saldo de muertes y heridos.
¿Cuántas multas ha puesto la AMET a los violadores de la ley en estos casos?
Ninguna.
Más que eso, uno se pregunta ¿por qué la autoridad permite que camiones volteo transiten cargados de arena y hormigón en horas de la noche? ¿Cuál es la urgencia de transportar estos materiales de noche como si fuesen ambulancias?
La respuesta es única: ¡Transitan de noche porque a esa hora depredan con mayor facilidad cauces de ríos y zonas costeras donde la autoridad “prohíbe” su extracción!
Lo verdaderamente extraño es que la AMET no se mete con los camiones y el INTRANT, hasta ahora, está mirando para otra parte, mientras los camioneros parecen gritar ¡Qué siga el entierro!
Con los túneles en la capital hay un contrasentido: de día se permite entrar y salir a ellos en distancias muy cortas, lo que provoca un tapón casi permanente a las entradas y las salidas de lo que debía ser un viaducto expreso.
Para poner un solo caso: si quien toma los pasos a desnivel y los túneles de la avenida 27 de Febrero en la avenida Privada con dirección Oeste-Este supiera que su próxima salida de ese sistema expreso (sin semáforos ni intersecciones) está en la avenida Máximo Gómez, los tapones se eliminarían en los túneles.
Igual, con una frecuencia elevada los túneles, pasos a desnivel y elevados son sometidos a mantenimiento por Obras Públicas, de lunes a viernes, de 10:30 de la noche a 5:00 de la mañana, pero inexplicablemente las únicas precauciones que adoptan las autoridades son mandar una nota a los medios de comunicación y bloquear las entradas. ¡Nada más!
Y uno se pregunta por qué no se ponen avisos en las mismas vías bloqueadas a suficiente distancia para que los conductores puedan desviarse a tiempo y no caer en el tapón cuando ya no hay opción, sino sufrirlo.
Otra medida eficaz sería que en las intersecciones donde los pasos a desnivel están bloqueados se ponga personal de AMET para que facilite el paso por más tiempo que el que da el semáforo en condiciones normales.
Como conductor que respeta la ley, pero sobre todo a los demás conductores y peatones, me gustaría ver soluciones a estos graves problemas cotidianos para confiar en que lo que planea hacer el INTRANT no es “más de lo mismo” en perjuicio de motociclistas y conductores de vehículos privados.
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