Corrían los mediados de la década de los noventas, después de haber residido en New York y New Jersey, me fui, por zancadillas del destino, a Massachusetts, ubicándome en la ciudad de Lawrence.
Aquí, después de tratar de buscar en él área social ( trabajé 12 años en el Departamento de Servicios Sociales de la ciudad de New York, tres de ellos como subdirector de la unidad de Outreach).
Luego de haber inventado con el envío de mercancías, decidí, empujado por los recurrentes hados burlones, ingresar en el mundo de los nigth clubs con : “ El coqueteo y el figúreo es en Leo’s”. Leo’s Restaurant y Nigth Club.
Ahí una tarde de domingo, con voz de tono agudo y penoso, entro una joven medió nerviosa que me preguntò: Usted trabaja aquí ? A seguidas, soy de Bani, busco trabajo, pero no tengo papeles. Usted cree que me darán trabajo? Comenzó a trabajar, dos días después.
En Leo’s, trabajaron 48 personas, 27 de ellas mujeres. Las mujeres son la punta de lanza de la emigración dominicana, las verdaderas heroínas y las que mantienen con el ritmo de sus esfuerzos el país dominicano, con las remesas.
Mujeres Sacrificadas, entregadas, con horarios variados y amplios y después cuando terminan, van a trabajar en sus casas como una cadena continua y sin fin.
En Leo’s aprendí el valor y la grandeza de esas mujeres que salen del país y se llevan con ellas la responsabilidad de la impronta familiar en su tierra mientras luchan a brazo partido para lograr adaptarse al vaivén de una vida de sacrificios.
Muy subvaloradas, maltratadas y sirviendo a hombres que entienden que cualquier consumición lleva el derecho de su compañía y sus favores.
Las verdaderas representantes de los valores dominicanos. No son los peloteros, ni los báchateros, ni los demboseros. El perfil grandioso de nuestra comunidad, son las mujeres dominicanas.
El viernes recién pasado, dirigiéndome a Lawrence, saliendo de la plataforma del tren, pedí un Uber, del que cuando llegó, oí esa voz de tono agudo diciendo: yo sabía que era usted, ese nombre no lo tiene más nadie.
Jovanna, quien tiene tres hijos, trabaja ocho horas en Uber: – Y me va bien. – Me dijeron que usted estaba mal, pero yo lo veo muy bien, ¡usted no se pone viejo!
– Ay Jovanna, le dije, la profundidad de la herida, solo la conoce la espada.
Me contó que se hizo ciudadana y que sigue ayudando su familia en el país.
⁃ En Abril voy a llevar a los muchachos para que estén con la familia.
Que bueno fue encontrarte, Jovanna, saber de ti y de tu ascenso en el camino que nos va creando la vida. ¡Valorizas mi condición dominicana! Y mientras nos volvemos a ver ¡Mi admiración y mi respeto!.
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