La pandemia del covid 19 ha puesto en tensión a toda la humanidad. Las afectaciones cubren la economía, la sociabilidad y se puede decir, todas las actividades humanas.
Esta ha colocado sobre la mesa todos los factores; lo ético, el mercado, las ideologías y los prejuicios. Los anhelos de solidaridad humana y cooperación han sido las aspiraciones de líderes religiosos, humanistas y gobernantes.
Las lógicas de los países avanzados se han dividido entre aquellos que se aferran al mercado como condición indispensable para sus acciones y otros que de una u otra manera dan apertura a la solidaridad y acompañamiento de los países más débiles.
La pandemia se ha convertido en un reto para los países del tercer mundo en tanto sus limitaciones para enfrentarla y que no estaban en la agenda de los países poderosos como prioridad.
La cooperación Sur-Sur nace en Argentina en septiembre de 1978 con el interés de aunar los esfuerzos en lo científico, en lo cultural y todas las acciones en los cuales los Estados puedan sumar a otros, su caudal de conocimiento y experiencias. Esta modalidad de solidaridad nace como alternativa diplomática a los sesgos que le imponía la guerra fría.
Muchos esperábamos que los discursos de integración y de cooperación Sur-Sur nos dieran la oportunidad de aunar fuerzas para enfrentar una calamidad, que ha empobrecido y profundizado la desigualdad económica y social en nuestras naciones.
Hoy vemos que países como Cuba, México y otros hacen intentos de manera individual en búsqueda de vacunas y medicinas, es loable su papel, pero creíamos que la Cooperación Sur-Sur seria la trinchera de todos.
Comentarios...