Muchos están aterrados por los estragos del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), máxime cuando los números van in crescendo, solo contados territorios y/o países muestran signos de mejoría y se advierte la posibilidad de reinfección, latencia y endemia. La cosa parece no está por detenerse o, al menos, iniciar una fase de reversión mundial sostenida.
La gente se está infectando con una facilidad sorprendente, basta una pequeña llama para que arda la pradera. Hasta que se demuestre lo contrario, el virus solo tiene tres puertas de entrada al organismo humano y están en la denominada Zona T de la cara (nariz, boca, ojos). De manera que solo puede llegar allí a través del contacto con partes o agentes contaminados y por aspiración.
No hay que ser médico o genio de la Nasa para saber a qué factores se debe lo antes dicho. Los terrícolas usamos las manos prácticamente para todo y, por ende, es una de las partes más expuestas y comprometedoras. Las malas mañas se satisfacen con ellas, actos tales como causar fricción de los parpados contra los globos oculares para aliviar el picor, sonarse la nariz y hasta extraer el moco, meter los dedos en la boca o pasarlos por los labios. Las manos infectadas pueden llevar el virus hasta esa área y sería la forma de contacto directo con partes comprometidas.
Un agente contaminado en la Zona T puede ser cualquier cosa infectada que llegue a la boca con fines mecánicos, estéticos, médicos, nutricionales, eróticos. Ejemplos: cubiertos, cepillo, hilo dental, goteros, instrumentos médicos y odontológicos no esterilizados, artefactos de placer sexual. Agregar a eso los tips nerviosos o mañosos de sostener o morder lapiceros y otros. La lista de cosas que llevamos a la boca es cuasi interminable. A la nariz acercamos pañuelos, recortadoras de vello, otros. A los ojos y áreas circundantes podemos hacer llegar un lente de contacto, artefactos para las pestañas, otros.
COVID-19 no es una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) pero puede propagarse a través del contacto boca-boca y/o con cualquier parte infectada. No se conoce la existencia del virus en el semen y las secreciones vaginales. Se ha identificado en las heces fecales y la saliva.
Cuando hablamos, tosemos o estornudamos desprendemos pequeñas gotas que se proyectan, pudiendo entonces llegar a otras personas y ser aspiradas por boca y/o nariz. También lo hacen a otras áreas de la cara y, luego, el virus es arrastrado a las vías de entrada por manipulación manual. Esa es la razón para recomendar el distanciamiento físico, colocarse a 1.5 metros de distancia, mejor si es 2 metros o más (5 a 7 pies +). El dato que se maneja es que el peso del virus le impide llegar más allá, aunque uno que otro sostiene el microorganismo puede flotar en el aire durante un breve tiempo (aprox. 30 minutos, algunos hablan de 3 horas).
Se recomienda el uso de mascarillas y guantes para minimizar riesgos. Cabe destacar que eso es clase aparte porque implica manejo adecuado, disponibilidad y calidad de los materiales. Al principio se discutía si era correcto o no el uso de mascarillas en personas sanas, pero, al día de hoy, se sugiere el uso y hasta se está obligando en muchos espacios, países y territorios. Abordaremos ese tema controversial en otro momento.
La higiene de las manos bajo la modalidad de lavado con agua limpia, preferiblemente corriente, y jabón es vital por todo lo que hemos dicho de las mismas y, de hecho, es lo más efectivo. Los geles y otras soluciones desinfectantes solo se aconsejan cuando no existe la posibilidad inmediata de agua y jabón. Se refiere que dichos compuestos deben tener al menos 60% de alcohol. Es bueno que el jabón haga espuma y las manos deben frotarse durante unos 20 segundos y por completo, eso incluye el dorso, entre los dedos y hasta el nivel de las muñecas. La idea es destruir la capa lipídica (grasa) que rodea al virus y le permite adherirse.
La higiene de las cosas es de suma importancia porque el virus puede sobrevivir en las superficies, el tiempo va desde horas hasta días, depende del tipo. En plásticos y acero puede permanecer por tres días (72 horas); en cartón puede sobrevivir un día (24 horas); en el cobre resiste hasta 4 horas; en guantes de material quirúrgico 8 horas; entre uno y dos días en vidrio, madera y ropa; media hora en papel. Otros coronavirus pueden resistir 4 a 5 días en metal, plástico y vidrio, hasta 9 días, dependiendo de la temperatura y la humedad. Existe la posibilidad de esa resistencia en el SARS-CoV-2. Se halló restos del virus en los camarotes del crucero Diamond Princess, 17 días después de que los pasajeros abandonaran el crucero.
Soluciones de limpieza efectivas son el alcohol isopropilico al 70% en líquido o toallitas empapadas, alcohol etílico desnaturalizado, cloro mezclado en agua, detergentes de cocina, agua oxigenada o peróxido de hidrógeno, entre otros. No existen pruebas concluyentes de que el vinagre, el vodka y otros alcoholes destilados funcionen para matar el coronavirus. Agua y jabón sigue siendo el enemigo número uno del patógeno. Se aconseja el uso de guantes para lavanda a la hora de usar muchas de las sustancias desinfectantes.
COVID-19 no es una Enfermedad Transmisible por Alimentos (ETA) pero los envases o empaques deben desinfectarse y, si es posible, descartarse bolsas y cajas. Todo producto alimenticio expuesto con cáscara o de una superficie que se pueda lavar debe ser sometido a desinfección mediante los métodos conocidos para ese tipo de caso.
El coronavirus es sensible a las altas temperaturas, solo sobrevive 5 minutos por encima de los 70°C. Se mantiene estable en temperaturas frías, pudiendo sobrevivir hasta 14 días a 4°C. Ese dato no tiene relación o algo que ver estaciones del año o clima, mucho menos con falsas indicaciones de aspirar vapores, tomar el sol, ingerir bebidas calientes y bombardearse con secadores de pelo. De hecho, la temperatura necesaria para destruir el coronavirus es irresistible para el cuerpo humano.
La vacuna parece no será cosa de corto plazo, aunque ya se rumora la posibilidad de algo para el próximo septiembre, cosa que dudamos sea logrado. El desarrollo de una vacuna es un proceso complejo que debe agotar varias fases antes de ser viable para uso seguro y comercialización. Después de todo, la idea es contar con un producto efectivo y efectos secundarios al mínimo y/o controlables.
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