Si manejamos las contradicciones en la izquierda correctamente, podemos avanzar con mayor firmeza hacia el poder.
Las contradicciones tienen un carácter absoluto y universal en la sociedad y en la materia orgánica.
En el seno de las fuerzas revolucionarias siempre existirán contradicciones. Unas veces de tipo táctico, otras en lo estratégico y en cualquier circunstancia, siempre habrá contradicciones.
Es absurdo pretender que estas no existieran en el seno de entes vivos, dinámicos y fluidos que palpitan y se transforman de manera permanente, incluso hasta en nuestro propio pensamiento mismo.
Al abordar una determinada contradicción (y mucho más si esta se presenta en el seno de fuerzas revolucionarias), debemos procurar hacerlo de tal manera que sus resultados contribuyan al avance del proceso revolucionario.
En el seno de nuestra izquierda, históricamente hemos tratado las contradicciones de tal forma que por lo general salimos más debilitados, haciendo el problema mayor e incluso fragmentados.
Esa práctica tenemos la responsabilidad de irla superando; entendiendo definitivamente que el movimiento revolucionario, que los revolucionarios constituimos una amplia diversidad a la que no podemos ponerle condición de unanimidad de pensamiento para poder forjar los niveles de unidad que nos sitúen en condiciones de colocar la correlación de fuerzas a nuestro favor para avanzar hacia la construcción del poder.
Es muy probable que nunca lleguemos a ponernos totalmente de acuerdo sobre el papel histórico que determinados personajes han jugado en los procesos revolucionarios. Esto no puede ser un elemento causal que nos impida marchar juntos tras los objetivos comunes de alcanzar la victoria de la revolución democrática y de avanzar hacia la construcción de una sociedad en la que sea superada la explotación del hombre por el hombre.
En el tratamiento de las contracciones en el seno del pueblo y aún más entre revolucionarios, debemos siempre tratar de ser prudentes, manejarnos con madurez y poner siempre en primer plano los interés de los explotados y oprimidos.
La historia de la izquierda dominicana ha sido hasta hoy, la historia de la heroicidad, del martirologio y los grandes sacrificios; pero también ha sido la historia de las divisiones recurrentes, de la fragmentación y la competencia entre ella misma, en vez de su unidad y complementariedad para erigirse en una verdadera opción de poder revolucionario.
La lucha ideológica será tan permanente en el campo revolucionario y en la vida en todas sus dimensiones, que más que asumirla como una desgracia; debemos saludarla; pero encausarla de manera responsable y correctamente.
Hoy, cuando los viejos y desacreditados partidos de derecha atraviesan por sus momentos más difíciles en toda su historia, es altamente oportuno construir una sólida unidad de izquierda y progresista como condición imprescindible para poder constituirnos en una auténtica opción de poder, y esto solo es posible, si de ahora en adelante nos atrevemos a tratar nuestras contracciones y diferencias de manera distinta a como lo hemos hecho hasta ahora.
Es hora de superar los viejos vicios y lastres que nos han impedido construir una portentosa unidad del campo popular que nos encamine hacia el poder junto a las grandes masas de obreros, campesinos y sectores de clase media arruinados por el capitalismo neoliberal y la grosera dominación imperialista.
Rectifiques. Podemos vencer…y venceremos.
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