Lagrimas amargas.
Perdidas prevenibles de un sistema de descuido que data de la colonización.
Todo de repente es nada y de la nada resurge todo.
La humedad de las mayorías tiene la durabilidad natural de una perdida nacional, pero las cicatrices y el pesar de una nación se conserva en el tiempo de almas rotas por las perdidas.
Huérfanos y viudas no tienen quien le explique.
Mientras surgen tantas preguntas que de seguro ni Sorjonen o Karpi podrán lograr respuesta.
Nadie responderá.
Yo de todas maneras, pregunto;
¿Cuál es el protocolo de asesoría a pequeñas y grandes industrias ubicadas en las zonas urbanas o rurales de alto porcentaje poblacional?
¿Qué plantea la ley sobre las condiciones o requisitos para colocar tanques de gas industriales?
¿Qué tipo de mantenimiento o seguimiento se establece legalmente a instalaciones industriales en medio de zonas mega pobladas?
¿Se hacen los seguimientos de lugar?
¿Cada que tiempo se supervisan este tipo de instalaciones?
¿Existe una estructura legal que lleve un control y haga los requerimientos de mejoras continuos a este tipo de instalaciones?
Irse en rojo, calibrar motores, hablar con el celular cargándose, levantarse con los pies descalzos o sencillamente perder noción de donde están los niños pueden no tener consecuencias en 1 de 1000; pero ¿Por qué tiene que haber 1 de mil?
Es evitable la desgracia que nos buscamos en la soledad de nuestros pasos.
¿Buscando culpables?
La quinta pata al gato probablemente.
Esa quinta pata debe tener respuesta ante la soledad provocada por una explosión que deja cicatrices en el alma y en rostros que se levantaron a trabajar, a pasear, a visitar los comercios alrededor.
Un país llora en una constante sucesión de situaciones que dependen de la negligencia de alguien que sencillamente piensa que la mediocridad es el camino y el no hacer bien las cosas es natural.
Nadie responderá, estoy seguro de que nadie responderá; de todas formas, seguiré preguntando en mar abierto.
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