Por Nóbel Mejía.-San José de Ocoa
El hecho cometido por Luis Manuel Encarnación Mejía (Luis la figa) y el ejecutado contra su persona en la cárcel es el reflejo de una sociedad sádica y troglodita camino al despeñadero. Tan aberrante y antisocial lo primero como lo segundo. Nada en el mundo justifica el acto contra la infante, mucho menos aplicar la Ley del Talión ante la mirada sádica y cruel de nuestro desdibujado sistema socio-jurídico y carcelario.
Los denominados pueblos bárbaros llevaron a cabo sus actos calificados de atroces bajo ideales socio políticos claramente conocidos hoy. El referido hombre de las cavernas actuaba como se dice porque su conformación biopsicosocial no daba para más. La sociedad actual está haciendo y permitiendo cosas que horrorizarían a ese primitivo, no persiguiendo ideales y solo imbuida del más salvaje sadismo.
Desde hace mucho tiempo no es secreto para nadie que todo el que es ordenado en prisión por causa de violación a niños debe comprarse el pote de vaselina en el acto. Eso pasa ante la mirada indiferente de un sistema carcelario y de justicia que no garantiza la más mínima cuota de protección a algo que se pregona hasta la saciedad, se llama “DIGNIDAD HUMANA” y, dicho sea de paso, un derecho universal sagrado del mal llamado hombre civilizado del siglo 21.
La grabación del video, el hecho de montar una orgía mono objetivo en momentos que se habla de un nuevo modelo carcelario y todo ese allante de la regeneración nos deja mal parados frente a la utopía de la reinserción. Aunque empuje acciones “vestidas” de positividad, la distribución en línea del “asqueante” material audiovisual le puso la tapa al pomo. Todo ese rollo dice tanto como lo que hizo el victimario y victima. Grave saber que personas se alegren y motiven que las cosas se hagan así, mucho más espeluznante escuchar ardientes deseos o películas mentales acerca de participar en una “virtual” ejecución colectiva contra el muchacho. Algo así como que se hace urgente colocar patíbulos en plazas públicas.
¿Qué le parece? -bestias tan criminales como el primero nos enviaron un video para darnos cátedra de como se debe impartir justicia y, de esta manera, arrastranos a sus cavernas de odio, delincuencia, resentimiento y maldad contra la sociedad que, según su convencimiento, fue injusta y los encarceló. Pena por los alumnos lejos de los barrotes que celebran estas clases.
Al parecer la Procuraduría tomó la decisión de investigar porque en esta vuelta hay un video circulando. Imagine usted cuantas cámaras se han quedado en las sombras por falta de cinta, disco o memoria. Espanta la posibilidad de contubernio “no formalizado” de autoridades carcelarias con internos a los fines de que estos impartan justicia al estilo más depravado posible. Sí, porque parece que de alguna manera hay que salir de los violadores de niños y otorgar trofeos y medallas por otro tipo de crimenes. Acceso a celulares para que nos graben las clases, tecnologías de punta, canales de televisión y estaciones de radio es lo próximo que debemos demandar se establezca oficialmente en favor de esos angelitos. Bueno! que digo, parece que hay dealers de teléfonos móviles tras los barrotes.
Con la dispensa de los ateos, Dios tenga misericordia de la mente macabra de Luis la figa, la perversidad de los “maestros” que lo violaron y el sadismo de una sociedad que, entre copas y sonrisas, exige a ritmo de una marcha verde y a conveniencias de lo particular a lo general y no al contrario. Reze u ore usted para que nunca llegue a su familia la desgracia que asomó las puertas de dos hogares en el municipio Sabana Larga, provincia San José de Ocoa. Sí, porque se dice que en toda familia hay uno muy querido pero es “atronao”. Solo una madre sabe el trago amargo que representa saber que su hijo es un pervertido que causó grave daño a otros. Tan o más doloroso para la madre de una inocente criatura incapaz siquiera de mover un solo dedo para defenderse.
Resultado final: una infante “marcada” o violentada en todos sus sagrados derechos de la niñez y dos familias destruidas por la mente nefasta de uno y ese destruido por la mente perversa de otros. La posible incubación de un monstruo o perturbado mental más dañino no regenerado que salga a vengar sus propias sombras, un hecho que se ha repetido miles de veces en la casuística psicopatológica criminal.
Sí, porque la ciencia ha probado que la mente tras el crimen no necesariamente se detiene porque le pongamos “ejemplos” y enviemos metamensajes. De ser así, en las sociedades de regímenes dictatoriales no hubiese un solo caso de crimen. Podemos colocar los referidos patíbulos pero en ese falso tratamiento nos pasaríamos milenios. Si lo duda, basta con estudiar el comportamiento criminal en las sociedades que tienen inyección letal, horcas, sillas y cuantas cosas. Mucho mayor la sorpresa del vacio existencial que experimenta la mayoría de familiares de las víctimas tras observar las ejecuciones letales de los victimarios.
Si los que creemos ser racionales, pacíficos y cuerdos nos ponemos a la misma altura de los violentos y “alocados” nos retrotraemos a las cavernas. La violencia genera violencia y el video es un clase introductoria a esos lugares húmedos en la serpenteada selva de cemento.
Por más que muchos lo quieran; por más ira o rabia “comprensible” de los afectados indirectamente; por más teoría de defensa y justificación en el sentido de descalificar como opinante al que no es padre, la Ley del Talión y la pena de muerte no forma parte de nuestro sistema de justicia. Aparte de que la ley de leyes de los creyentes (la Palabra de Dios) dictamina que la venganza es del creador, Luis Manuel Encarnación Mejía debe recibir todo el peso de la ley conforme a los canones jurídicos establecidos. Los otros tan violadores como el deben cumplir sus respectivas condena bajo esa misma regla de juego.
Si pudieramos transferir la escala de Michael Stone a la colectividad y nuestro sistema de justicia el Índice de Maldad estaría “ranquiado” en los más altos niveles. Por desgracia su sistema es personalizado. Hay más mentes sádicas prisioneras de una cárcel mental, rezando en la iglesia y diciendo ser creyentes en DIOS, que prisioneras de la cárcel de barrotes tangibles.
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