Por: Asdrovel Tejeda
Pensaba escribirle un artículo con algunas acotaciones que todavía creo que son sumamente importantes, para señalar su condición, no sólo de áulico, que lo es, sino de elemento que trepa en busca de una posición que no ha podido conseguir en base a la grandeza que debe poseer un ciudadano consciente del papel que debe, por tener, que jugar en la sociedad, de la que todos saldremos algún día dejando el legado que como seres humanos creamos.
No el dinero, que en su caso, producto de la venta de la dignidad que nunca conoció, ni conocerá, pues siempre, bufón, entretendrá con sus chistes y sus historias de comadres pizpiretas.
Pero, entendiendo que no debemos caer en sus juegos turbios, Sr. Martínez Pozo, recordé su condición y, con ella, rememoré la tradición en algunos Países de Vampiros. Como usted bien sabe, un Vampiro es una criatura mitológica que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos a través de la sangre, generalmente.
Esa condición les lleva permanentemente a pretender devorar la persona a las que quieren parecerse, solo que en algunos casos, como esté, – el tiro le salió por la culata – Aquí hubiese usado el término infeliz, no sólo porque lo tipifica, porque lo es, pero mi temperamento no me lo permite, aunque debo admitir, señor, que hago esfuerzos denodados por controlarme. Me imagino, dándole a usted el suficiente conocimiento que debe tener, vaya, como tienen todos los que de alguna manera son parte destacadas de los organismos de inteligencia del estado, aunque lo de » inteligencia» es un decir, no lo tome a pecho. Que usted debe saber quién es el Lic. Roberto Santana Sánchez que al contrario que el coronel, tiene de sobras quien le escriba, sabrá de su impronta familiar, que va mucho más lejana que el papá y la mamá, personas productivas y trabajadoras de la comunidad, óigame, con un grado de seriedad, traspasado a sus hijos, de muy difícil asimilación, por personas que solo ven en el interés malicioso de trepar, los valores consustanciales con su condición.
Le decía, que son capaces, los Santana Sánchez de encontrar sus raíces por más lejanas que a usted le parezcan, son DOMINICANOS de varias generaciones, difícil para algunos entenderlo; pero vayamos a Roberto, señor, un hombre que conoce de dignidad y lo que es mejor, la práctica, sin grandes alardes. Conoce usted que fue secretario de la FED y que en esta posición recorrió el país sembrando esperanzas, tuvo preso innumerables veces, sometido a tortura y salió para convertirse en Rector Magnífico de la UASD, sin lugar a dudas uno de los mejores y aunque usted en su enjundia de buen conocedor de asuntos legales rechaza con epítetos subliminales la instauración del nuevo modelo de Najayo, esa es otra creación de Roberto, alabada en diferentes países y escenarios y que ha demostrado su valía, llevando los reclusos a niveles de humanidad que mentes tenebrosas no pueden entender ni que quisieran.
Roberto no sólo es buen ciudadano, fértil, en el concierto del país dominicano, es orgullosamente Ocoeño condición que trabaja en su día a día para beneficiar a sus gente, su pueblo, sin esperar nada en retribución, sólo, valorar su condición de ciudadano probo, capaz de mirar a la cara sin desviar la mirada de honradez a rajatabla, condición, señor, de muy difícil entendimiento para personas que como usted reniegan de la olla de sus orígenes queriendo sobresalir disparando cápsulas vacías a las estrellas que solo pueden imaginar en sus delirium tremens cuando el vino que no acostumbran, le entorpecen las neuronas famélicas de su condición de eunucos mentales. Sepa Sr. Pozo que no sólo agrede a Roberto, usted agrede a todo un pueblo, Ocoa y los Ocoeño en cualquier parte donde nos encontremos, que sabemos, delo por seguro, , no sólo defender los nuestros de manera pasiva, saliendo al ruedo si es preciso, a lidiar al toro o rompiendo lanzas con armaduras o sin ellas. Para finalizar, hay una sentencia bíblica que mantiene su vigencia hoy, hoy, como en el pasado – » Por sus frutos los conoceréis» nosotros nos damos el lujo de conocerlos.
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