Las emblemáticas y tradicionales Fiestas Patronales de San José de Ocoa han perdido su esencia. De un espacio de reflexión y reencuentro, interacción política, religiosa, social y cultural; caracterizado por la organización y desarrollo de un conjunto de actividades dirigidas a enaltecer los valores cívicos y tradiciones culturales, han pasado a ser un insulto a la decencia y al buen vivir.
Regularmente se celebran en Municipios y Distritos Municipales y son organizada por la Iglesia Católica, ayuntamientos y otras instituciones que se nuclean en “El Comité de Fiestas Patronales”. Es decir, cuentan con apoyo y beneplácito de autoridades y la “bendición de Dios”, dado el motivo o excusa para su celebración. De ahí, que lo que suceda en las mismas, sea responsabilidad exclusiva de quienes organizan, auspician y patrocinan esas festividades.
Para esta reflexión tomaremos como referencia las festividades que organizan el ayuntamiento y la Iglesia Católica del 11 al 21 enero de cada año en honor a la “Virgen de Altagracia o Virgen María” en el municipio de San José de Ocoa.
El declive moral es evidente y perturbador. A pesar de los esfuerzos y los reclamos de quienes apuestan a la superación de vicios como el alcoholismo, la drogadicción y el ensordecedor ruido que generan las numerosas Discos Light que instalan en los alrededores del Parque Libertad, el negocio, la francachela y el caos se combinan para mostrar lo peor de lo que somos como pueblo.
La versión que acaba de concluir ha dejado perturbado y confundido a mucha gente. El caótico panorama que se vivió invita a una reflexión profunda y responsable para detener la perversa tendencia que se ha ido imponiendo. Sectores vinculados a la propia Iglesia Católica hablan de que aquello era una versión moderna de la leyenda de Sodoma y Gomorra; otros lo asocian con cuestionados teteos que se organizan en otros lugares.
Las Fiestas Patronales: Una Tradición de base religiosa.
La tradición religiosa de San José de Ocoa tiene diversas manifestaciones que se combinan para conformar las creencias y la religiosidad popular que caracteriza a la comunidad ocoeña. Las Fiestas Patronales que organiza la Iglesia Católica en Municipios y Distritos Municipales, es una de ellas. La misma involucra a las principales autoridades, ya que, a pesar del auge de las iglesias protestantes y otras instituciones de fe, la Iglesia Católica mantiene la tradición de organizar las emblemáticas fiestas patronales.
Algo curioso, según los católicos, San José es el patrón del pueblo, pero las festividades son en honor a la “Virgen de Altagracia”. La tradición viene de lejos, y aunque ha perdido su esencia, quedan vestigios en grupos vinculados a la Iglesia Católica que organizan procesiones y otros eventos conexos a las celebraciones.
Durante 10 días, en nueve de los cuales se organizan las denominadas “novenas”, el municipio de San José de Ocoa, la parroquia San José, se convierte en un centro de peregrinación para los cristianos católicos. Entre misas, cánticos, oraciones y plegarias, los feligreses hacen todo tipo de pedidos a la “Virgen María”.
Es tradición, que grupos, cada vez más reducidos de feligreses avanzan en procesión por carreteras entonando salves y otros cánticos propio del ámbito católico. Recorren largos trayectos para llegar a la Parroquia San José donde depositan ofrendas y elevan plegarias dando gracias o pidiendo la intercepción de la Virgen de Alta Gracia.
La parte religiosa de las Patronales Ocoeñas contrasta con el ruido ensordecedor emitido por potentes equipos de música instalado en el perímetro del parque, la bebentina continua, el alboroto y el asfixiante humo que desprenden hookahs, cigarrillos convencionales y electrónicos.
¿Mejores Fiestas Patronales del País?
La gente de San José de Ocoa, especialmente aquellas preocupadas por el desarrollo integral de la provincia y la preservación de ocoeñidad, ven con preocupación la involución acelerada de las tradicionales Fiestas Patronales. Algunos piensan que es tiempo de repensar los contenidos, la gestión y el enfoque de las festividades; otros se resisten, porque implicaría pérdida de ganancia para unos o de privilegios de otros.
Se ha ido creando el mito de que las Fiestas Patronales de San José de Ocoa se han convertido en un referente, pero pocos explican en qué consiste esa bondad. Estas festividades se parecen más a un teteo que a unas festividades con sello religioso o cultural. Por tanto, no se pude decir que son el sello distintivo, de un pueblo, que como el ocoeño tiene tanto que mostrar.
Es importante reflexionar sobre las siguientes interrogantes con respecto a los “beneficios” de las Fiestas Patronales. ¿Buen negocio para quienes venden y gestionan espacios? ¿Ganancias para comerciantes y vendedores ambulantes? ¿Beneficios para las empresas que comercializan con bebidas alcohólicas, cigarrillos y otras sustancias?
Estas y otras preguntas exigen respuestas de las autoridades y el liderazgo involucrado, especialmente de quienes conforman el Comité de Fiestas Patronales, que es la entidad responsable de velar por el buen éxito de estas. Algunos consideran que “Son las mejores fiestas patronales del país”, según algunos, para otros, un insulto a la decencia y al buen vivir.
Lo cierto es que en durante el desarrollo de las Fiestas Patronales predomina un ambiente tenso, ruidoso y perturbador, caracterizado por el consumo generalizado de alcohol y otras sustancias perjudiciales para la salud. Gente de todas las edades es arrastrada por la delirante marea humana que se mueve a ritmo de música estridente, cuando es música y estruendosos gorjeos de reguetoneros o dembowseros.
De la esencia religiosa solo quedan vestigios que se recogen en la peregrinación de algunas personas que bajan en penitencia de los pueblos aledaños. Los tradicionales eventos deportivos y las actividades culturales, junto a las charlas, talleres, debates o seminarios quedan solapados o son relegados.
Teteo y Desenfreno.
La música siempre ha estado presente en las Fiestas Patronales de San José de Ocoa. Claro, dentro de cierto orden y respetando los horarios de las actividades religiosas y culturales. Poco a poco se fue borrando ese sello y donde debiera primar el orden se ha impuesto el desorden, el caos y el desenfreno.
Durante los 10 días que duran las fiestas, el Parque Libertad se convierte en tierra de nadie. Es ahí donde se instala la tarima principal, justo frente al Palacio Municipal. Moverse en esa zona es difícil y el tránsito es imposible. Es un ambiente de teteo que supera, por la cantidad de personas involucradas, los vistos en cualquier otro lugar.
Predomina un ambiente caótico y promiscuo que perturba la tranquilidad de la gente, genera inseguridad, anarquiza la ciudad, dificulta el tránsito y afecta las actividades que se desarrollan en la parroquia y lugares aledaño al Parque Libertad de San José de Ocoa.
Gente de todas las edades, pero especialmente jóvenes, adolescentes y no pocos niños se dan cita a presenciar las presentaciones artísticas patrocinadas por políticos y autoridades. Es perturbador ver el desenfreno de estos grupos etarios fumando hookah, consumiendo alcohol y vapeando. Es un panorama que invita a la reflexión de las familias, autoridades, instituciones de fe y medios de comunicación.
La gente habla de lo que se goza en esas festividades y las definen como “las mejores del país”, pero las características de estas no propician un ambiente sano. Mucha gente que visita al pueblo para esa época se encuentra con un escenario confuso.
¿Qué puede esperarse de unos escenarios donde el consumo de alcohol, la música estridente y la francachela es auspiciado por las autoridades y la Iglesia Católica? Dirán muchos que esa no es la razón u objetivos de las Fiestas Patronales y yo lo comparto, pero lamentablemente, el curso que han tomado las mismas las hace parecer un teteo cualquiera, donde lo cultural, social y religioso pasa un tercer plano.
Irrespeto a las leyes y normas vigentes.
Aunque pocos hablan de reglas, normas o leyes dentro de las festividades se violan varias normas. La primera es la Ley de Medio Ambiente y Recursos Naturales, especialmente en lo que tiene que ver con los ruidos; otra es la que rige los ayuntamientos del país, dado que los mismos están llamado a velar por la salud de la gente.
Las autoridades ocoeñas juran cumplir y hacer cumplir las leyes, pero del dicho al hecho hay un largo trecho. Y se sabe que en los pueblos donde el liderazgo se coloca por encima de las normas no hay institucionalidad que funcione. Pervertir las normas sociales e incumplir ordenamiento jurídico vigente deja pocas esperanzas a quienes aspiran tranquila y dignamente en su patria chica.
El impacto a la salud, especialmente, el generado por la imposibilidad de dormir en el entorno del parque, la cantidad de accidentes que se producen, el efecto de los ruidos generados por la estridente música; así como el humo que desprenden hookahs y vaper obligan a reflexionar y a buscar estrategia que permitan mitigar el desenfreno.
Es imperativo que se tenga en cuenta que adolescentes y jóvenes son bombardeados durante 10 días con todo tipo de vicios y eso tendrá efectos devastadores en la conducta colectiva de las futuras generaciones.
Las Fiestas Patronales no pueden ser un espacio para pervertir a la gente, tienen que servir para fortalecer la cultura cívica y reforzar la espiritualidad de la gente. Hay que reorientar eso para que la diversión sana y las actividades culturales encuentren el sitial que le corresponde en festividades que involucran a todo el pueblo.
Quejas, críticas y preocupaciones.
Diversos sectores han expresado su inconformidad con la celebración de las Fiestas Patronales bajo la modalidad actual. Proponen una revisión urgente y reclaman de las autoridades municipales que tomen medidas para preservar la seguridad ciudadana, cuidar el patrimonio público, y garantizar la salud mental de los munícipes.
Tanto en medios de comunicación como en redes sociales se leen mensajes a favor y en contra de las Fiestas Patronales de San José de Ocoa. Unos destacan la importancia de las festividades como forma de promoción turística; otros cuestionan el desenfreno y el caos que se genera entorno a las mismas.
Las autoridades están obligada a cumplir las normas municipales y a establecer protocolos para la celebración ordenada de fiestas, eventos u otras actividades que impliquen la movilización masiva de persona. Los pueblos se rigen por normas y las autoridades se comprometen, no solo a cumplirlas, sino a tomar todas las medidas para que se cumplan.
La cultura cívica de un pueblo debe preservarse y no propiciar su involución. Es Eugenio María de Hostos quien más se preocupó por dotar a los pueblos de una Moral Social. En San José de Ocoa, tierra de hombres y mujeres estudiosos, trabajadores, hospitalarios, divertidos y solidarios no puede permitir que grupos interesados en ganar dinero perviertan la institucionalidad y atenten contra las buenas costumbres de la comunidad ocoeña.
Se cuestiona que el contexto de las fiestas haya sido utilizado por quienes aspiran a cargos electivos. La politiquería se expresa en el patrocinio de fiestas o la contratación de artistas. No es que sea malo, pero es un elemento que se suma y obliga a poner orden.
Tras la conclusión de los 10 días de juerga que inician el 11 de enero y concluyen el 21 del mismo mes, el Parque Libertad y su entorno lucía destruido. Ese patrimonio debe ser cuidado y preservado. Toca a las autoridades recoger las críticas y sugerencias e integrarlas a las acciones de mejoras que se requieren para evitar la perversión de las festividades y garantizar la tranquilidad de la gente.
Se debe evaluar profundamente las preocupaciones, críticas y sugerencias expresadas por diversas personalidades en redes sociales y otros medios de comunicación sobre el caos generalizado que se evidenció durante la celebración de Las Fiestas Patronales, especialmente los días 19, 20 y 21 y establecer los correctivos que correspondan.
¿Qué hacer?
Si no se puede garantizar un mínimo de orden y seguridad para la población, es preferible que la Iglesia Católica y las demás instituciones que se involucran en la organización y montaje de las actividades deben buscar estrategias que hagan de la celebración una oportunidad para reflexionar, compartir sana y ordenadamente.
Las lecciones aprendidas llaman a la reflexión y tomar acciones que devuelvan el sosiego y reorienten las Fiestas Patronales, no solo en el municipio cabecera, que es el caso que nos ocupa, sino en toda la provincia, toda vez, que los actores involucrados son los mismos.
Para adecentar esas festividades es necesario y urgente abordar las cuestiones siguiente:
• Estructurar un Comité de Fiestas Patronales permanente para garantizar que la experiencia acumulada permita una buena gestión de las festividades.
• Crear un reglamento, instructivo o protocolo para la conformación y funcionamiento del Comité de Fiestas Patronales.
• Establecer protocolos para el montaje de carpas que incluya los productos, condiciones de higiene, los horarios en que deben operar, y muy especialmente, los beneficiarios de los recursos que generan, que incluya mecanismos claros y transparentes de rendición de cuentas.
• Regular, a toda costa, el volumen de la música, el uso de bocinas, especialmente las instaladas en vehículos denominadas disco lights, regulando los horarios y el contenido de la música que suenan.
• Tomar en cuenta el nivel de ruido tolerable para el oído humano, ajustando al nivel de decibeles permitidos. Personas y animales como perros y gatos del entorno son afectados sensiblemente por los altos volúmenes de la música.
• Garantizar el cuidado y preservación del patrimonio público, desconcentrando las actividades para descongestionar los entornos del Parque Libertad.
• Priorizar la organización de eventos culturales, religiosos y sociales, incluido debates y paneles sobre la realidad socioeconómica del municipio.
• Exigir la construcción de espacios amplios que sirvan para el montaje de ferias y otros eventos donde se pueda exhibir lo que produce la provincia para fortalecer y promover el agroecoturismo.
• Establecer mecanismos claros e institucionalizados para la rendición de cuentas tras la conclusión de las festividades y presentar un informe a la población a través de medios habilitados para tales fines.
En conclusión, hay que superar el desorden y el caos que se generan en torno a la Fiestas Patronales, aprovechando las lecciones aprendidas. Hay que reinventar la celebración de esas festividades preservando la tranquilidad de la gente, garantizando la seguridad ciudadana, cuidando el patrimonio público y evitando la degradación moral de la comunidad ocoeña.
Las críticas generalizadas ante los desmanes, excesos, abusos y el caótico panorama observado durante la celebración de las recién finalizadas Fiestas Patronales obligan a una reflexión profunda y a la búsqueda de correctivos. Los ocoeños no merecen no toleran que se le imponga semejante perversidad y menos que se perviertan los valores cívicos y religiosos que caracterizan a la comunidad ocoeña.
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