Por: Silvia Van der Linde
A mi llegada a San José de Ocoa, alrededor de 30 años atrás, empecé a escuchar el término Jigüey, vocablo de origen Taino, según lo investigado. En esos años la Presa de Jigüey se encontraba en sus postrimerías; lo cual causaba honda preocupación en sus munícipes, por el desempleo y las consecuentes calamidades que arrastraría la conclusión de la importante obra hidráulica para la población ocoeña. Recuerdo los lamentos de Tony Isa, distinguido ocoeño, ido a destiempo, en el marco de las sesiones del Comité Ejecutivo y Consejo Técnico de la Junta para el Desarrollo, hoy Asociación para el Desarrollo de San José de Ocoa, ADESJO, por la situación de calamidad que esperaba a la comunidad.
En el proceso vivido, me enteré de que el nombre de la presa provenía de un arroyo de la misma denominación, afluente del Nizao. El Arroyo Jigüey, el cual tiene una altitud de 461 metros. Situado en la comunidad de Los Guázaros,cerca de Domingo Frio.
Posteriormente, al mudarme al residencial San José, donde vivo, una joven vecina nativa de Jigüey, cada año se preparaba con entusiasmo para sus vacaciones en la comunidad, del mismo nombre, en sus orillas. Así fue naciendo en mí, el deseo de conocer el lugar. En meses pasados vi unas hermosas fotos tomadas por Odonnell, lo que me decidió, finalmente, a enrumbarme por esos caminos de Dios.
Aprovechando el fin de semana largo, del Día de la Constitución, 6 de noviembre, arrancamos en las primeras horas de la tarde rumbo al Arroyo de Jigüey. La primera sorpresa recibida fue encontrar al llegar a Palo de Caja, comunidad idílica por sus hermosos paisajes de montaña y vista al lago de la presa, de la cual siempre escuché decir al técnico alemán especialista en recursos naturales, que vivió entre nosotros, Rudolf Oldenburg, nuestro apreciado Rodolfo, que el solar de la escuelita era un punto ideal para un ecolodge, por el maravilloso paisaje que se divisa desde la misma. El ecolodge es un alojamiento ecológico integrado en la naturaleza. El diseño y respeto con el medioambiente destacan al ecolodge sobre otras ofertas turísticas, una gran cantidad de parroquianos encendidos por los gallos, el alcohol y la música de los colmadones, todo esto en medio del llamado al recogimiento por la pandemia Covid 19. Lo que me transportó al realismo mágico, en aquella tarde de domingo.
Seguimos nuestro camino por una carretera encementada en muy buenas condiciones, que conduce hasta Cambita Garabitos, municipio de la provincia de San Cristóbal y la cual es de gran belleza escénica. Al llegar a la entrada de Jigüey y tomar la carretera que nos conduce a nuestro destino, empieza a complicarse la situación, pues la vía no es más que un camino de chivos, de alrededor de cuatro kilómetros. Seguimos nuestro rumbo, hasta que el jeep cae en una zanja profunda, fruto de la erosión de ladera y ahí queda. Un grupo de jóvenes viene subiendo de un chapuzón en el arroyo y yo, ni corta ni perezosa, los detengo, uno de ellos me conocía y decidieron ayudarnos, cargando el vehículo, para sacarlo de la zanja. Logré llegar a un tramo donde hay espacio para dar la vuelta y enfilo el jeep con el frente a la carretera principal. Jorge dirige el trayecto, no obstante, vuelvo a caer en la misma zanja. Decide, entonces, caminar hasta el caserío para pedir ayuda. Mientras tanto, me quedo en el vehículo a la espera, con Juan Pablo y el nietecito, Víctor Alejandro. Pasa un señor en un mulo con un niño y le hago la historia y le digo que, por favor, busque gente que nos saque de ahí. Me dice que ojalá lo logre, porque de noche, ese lugar era muy… peligroso. Se va, con la promesa de volver, con algunos hombres, que nos ayuden. Al rato, aparece Jorge con el señor del mulo y una cuadrilla de trabajadores de Luís De Los Santos, próspero negociante, oriundo de la zona y propietario de una finca de café, el cual me conoce de su época de docente.
Empieza la operación rescate, rellenando las zanjas para poder salir, finalmente, lo logramos. Luís, nuestro bienhechor, fue a Palo de Caja, en busca de una grúa, camioneta con cable de acero, que haló el vehículo, al cual se le averió la doble tracción, hasta la carretera principal. En el trayecto, el jeep venía volando, como en los muñequitos o tiras cómicas, una verdadera aventura, que nos puso la adrenalina a millón.
Un lugar atractivo, rodeado de una vegetación exuberante, mosaico brillante de diferentes tonalidades de verde, uno de los atractivos importante de la zona, debe tener siempre la vía de acceso en buenas condiciones, que permita disfrutar de sus bondades, con más facilidad y sin correr riesgos innecesarios. Confiamos que, en las reparaciones de vías ofrecidas por las nuevas autoridades, la misma se tome en cuenta y se realice una adecuada reparación acorde con su condición de carretera de montaña, para que perdure, es parte de la oferta de esa zona, que es una de las de mayor potencial y desarrollo ecoturístico de la provincia.
Silviavanderlinde3@hotmail.com
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