La política no es un juego de niños. Basta con leer parte de las obras de Maquiavelo, donde manifiesta la supremacía jerárquica de los resultados por encima de las acciones. Esto ha pasado a la posteridad en una frase atribuida popularmente al célebre florentino, autor de El Príncipe: “el fin justifica los medios”, convirtiéndose la misma en guía de muchos políticos.
Muchos autores transitan caminos parecidos, idealizando la lucha por el poder como una guerra amoral y carente de todo sentimiento de pureza o bondad. Priorizando las malas artes del engaño y la confusión. Disfrazando esa amoralidad, con fingido sentimiento patriótico.
Duarte, por otra parte, se inscribe dentro de los que conciben la política como “una ciencia más pura” y digna de “ocupar las inteligencias nobles”.
San José de Ocoa, tierra de noble tradición, que todavía celebra con bonitas canciones la vida y la obra de Luis Quinn, debe incentivar una dosis más alta de Duarte y aminorar la dosis de Maquiavelo en su vida política.
En el afán de maximizar el brillo propio, se acostumbra a incentivar la calumnia, a veces frontal y descarada, otras veces solapada pero incisiva.
Hace menos de dos meses que comenzó un nuevo período gubernamental y legislativo. Toda autoridad, por tradición, recibe un plazo antes de su primera evaluación pública (no sé por qué 100 días, pero es la tradición). Fomentar el desmedro de la figura de cualquiera de nuestras autoridades, sin tener tela de donde cortar, abre frentes de guerra innecesarios y que no dan buenos frutos.
La mayor aspiración de los ocoeños debe ser que todas nuestras autoridades y todos los ocoeños influyentes, trabajen de manera mancomunada para lograr buenos resultados. No se debe fomentar el trabajo protagónico por separado. Aunque cada cual debe buscar puntos que le favorezcan, la delicadeza debe primar. En las grandes causas, solo la pluralidad funciona.
Todos por las carreteras.
Todos por los acueductos.
Todos por la normalización de la electricidad.
Todos por las fuentes de empleo.
Todos por el desarrollo del turismo.
Todos por la salud colectiva.
Todos por todas las causas que harán de Ocoa un mejor lugar.
Es natural que cada político, incentive la divulgación de informaciones de modo que le favorezcan. Eso no lo podemos criticar. Hay un trabajo de imagen y relaciones públicas que debe hacerse. Pero jamás debe apostarse a construir una reputación sobre los huesos de las víctimas de campañas de descrédito, de rumores infundados o de prejuicios incentivados. Tomando prestada una frase de Balaguer, “la calumnia, por fortuna, tiene base de arena”.
Pero aunque es así, siempre algo queda. Queda entre algunos la mala impresión. Nacen y quedan los rencores familiares. Mueren las posibilidades de perdón y armonía.
Este “privar en más papita que el papa” no me sale de una vena filosófica. He conocido la política muy de cerca y estoy convencido de que las cosas hay que hacerlas con bondad, pues son las únicas que prevalecen.
Ojalá que esta reflexión pueda servir para enderezar posiciones y llevar un tono armonioso, que permita sonoros esfuerzos conjuntos, sin dejar de lado las jerarquías, el adecuado espacio y el siempre motivante brillo particular.
Como una vez dijo Cachán: ¡Así tiene que ser!
Proverbios 12:22
Los labios mentirosos son abominación al Señor, pero los que obran fielmente son su deleite.
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