La joven Behannis Jasmin Mena Chalas nace un dia 29 de agosto de del año 1988. Apasionada y que según sus palabras se entrega por completo, amante de la vida y la lectura que vivió en nuestras montañas los mejores años y experiencias hasta ahora conocidas… y hoy carga con mucho orgullo el emblema de ser ocoeña.
A continuación, la entrevista completa.
¿Quién es Behannis Jasmin Mena Chalas?
Yo soy una persona apasionada que se entrega por completo. No hay cosas a medias conmigo pues comparto la filosofía de vida que dicta: “Si no lo vas a hacer bien, mejor no lo hagas” y trato de aplicarlo a todo ámbito de mi vida. Disfruto aprender, explorar y experimentar. Confieso que soy testaruda, lo cual ha sido ventaja y desventaja. Ventaja porque me ha ayudado a nunca rendirme hasta lograr mis metas y desventaja por la misma definición de la palabra pues hay veces donde se debe dar el brazo a torcer. Las cualidades más notorias de mi personalidad son ser trabajadora, responsable, amistosa, sincera y, sobre todo, disciplinada. Contrario a lo que se piensa de mí, no me considero inteligente sino diligente y tenaz. No tendré todas las respuestas, pero si la capacidad de investigar hasta dar con ellas. Como buena dominicana me encanta bailar nuestros ritmos típicos y representar nuestra patria a dónde me encuentre. Entre mis pasatiempos favoritos están la lectura y escritura.
¿Quiénes son tus padres y demás familiares?
Mi madre, Andrea Chalas, mejor conocida por el apodo de Yudi. Hija de don Ángel Chalas (fallecido) y doña Rafaela Reinoso. Mi padre, Ignacio Mena, es capitaleño, pero se considera Ocoeño por haber vivido tanto tiempo allí. Tengo 5 hermanos: Nieves Mena, Enyeli Mena, Ygnacio Mena, César Mena (fallecido) y Gustavo Mena. Mi esposo, Néstor Güity, es hondureño y el mejor compañero de vida que Dios me pudo regalar. Mi razón de ser y mayor motivación es mi familia. Cada uno de ellos ha dejado huellas profundas en mí y me han ayudado a alcanzar mis objetivos. Cado logro que he tenido se lo debo al apoyo y amor condicional que he recibido de ellos. De mi amada madre aprendí el valor del trabajo, la honestidad y la sencillez. Es una mujer ejemplar en la cuál siempre soñé convertirme. Mi amado padre me ha enseñado a ser paciente, amable y amistosa con todos y a ver la vida con positivismo y una sonrisa en el rostro siempre. Es un gran hombre, de mucho valor. Soy afortunada por tenerlos conmigo. De mis abuelos aprendí, entre muchas cosas, el amor a Dios y al prójimo. Mis hermanos han sido mis mejores amigos, consejeros, paños de lágrimas y hasta rivales (rivalidad que nace de la hermandad). Con su ejemplo me han motivado a superarme, me llenan de orgullo. Mi esposo es un faro de luz que me guía en la vida, especialmente cuando se torna oscura. Es un ser humano único, con un corazón inmenso y del cual tengo mucho que aprender. No podría estar donde estoy si no fuera por su continuo sostén, amor y compañía.
En resumen, el valor que tiene la familia es indescriptible. ¡Cuánto quisiera que le tengamos más aprecio y respeto como sociedad y como individuos!
Estudios primarios y secundarios
Realicé mis estudios de primaria en la Escuela Santa Báez del Barrio San Antonio. Primero y segundo de bachillerato los cursé en el Liceo José Núñez de Cáceres y culminé dicho grado en el Politécnico Máximo Gómez de Baní, donde estudié tercero y cuarto bajo el técnico de Procesamiento de Productos Lácteos. Cada centro educativo trajo una experiencia distinta. Tengo hermosos recuerdos de aquellos años y amistades que han perdurado hasta el día de hoy. El politécnico fue muy especial por varias razones: fue en modalidad internado, es decir, vivía en la misma institución en instalaciones designadas para ese propósito. Era la primera vez que me alejaba del seno familiar. Aprendí a ser más independiente y a valorar más a mi familia pues sólo podía ir a visitarles los fines de semanas. Ocasionalmente ellos iban a visitarme a mí durante la semana. Otra gran razón es que allí descubrí mi amor por la ciencia de los alimentos y eso determinó el rumbo de mi carrera profesional. Conocí maestros ejemplares que con su estilo de vida y enseñanza hicieron de mí una mejor persona. Les estaré eternamente agradecida.
Estudios universitarios
Al terminar con honores académicos mis estudios en el politécnico y tras un riguroso proceso de selección, me fue otorgada una beca para ingresar en una de las universidades más importantes de América Latina en el área agronómica. Dicha institución se llama Escuela Agrícola Panamericana, El Zamorano. Es una universidad estadounidense ubicada en Honduras. Nuevamente, me tocó vivir en modalidad internado. Esta vez a mayor escala pues era la primera vez que salía fuera del país. El proceso de adaptación, como se entenderá, no fue fácil, pero gracias a todas las buenas personas que conocí allí, pude lograr acostumbrarme a estar a casi 2,000 km de distancia de mi terruño.
Zamorano es una universidad única y gigantesca que cuenta con un campus muy diverso. Tiene instalaciones de docencia, residencias estudiantiles, comedores, áreas de siembra de alimentos, plantas procesadoras de alimentos, centro de cómputos, biblioteca, áreas recreativas y hasta iglesia. Su filosofía de enseñanza es muy efectiva, se llama “Aprender Haciendo”, la cual consistente en poner en práctica en el campo lo aprendido en las aulas. Al estar en otro país, se hacía más difícil ver a mi familia. Sólo podía visitarles a final de cada año para navidad. Estudié la carrera de Ingeniería en Agroindustria Alimentaria. Mis estudios allí tuvieron una duración de 4 años, obtuve mi título en Diciembre el 2010. En el primer trimestre del último año, es requerido que cada estudiante haga una pasantía como parte del grado académico. La institución hace una clasificación de los mejores promedios académicos y disciplinarios para asignar las pasantías de acuerdo a eso. En mi caso, estuve en los primeros 5 puestos de mi carrera lo que me permitió realizar la pasantía con todos los gastos pagos en la Universidad Estatal de Louisiana (LSU, por sus siglas en inglés) en Estados Unidos. Por todo eso y más, pues podría escribir un libro sólo con las vivencias que allí tuve, Zamorano constituye un antes y un después en mi vida.
Otras especialidades / Actualmente tu especialidad
La experiencia de pasantía fue fenomenal, conocí personas muy valiosas y obtuve conocimientos perennes. Al supervisor de pasantía le gustó mi desempeño ante la presión, algo que Zamorano nos enseña muy bien, y me ofreció la oportunidad de regresar a cursar una maestría con él. Obtuve los fondos de la misma universidad de Louisiana y debo destacar la generosidad del Dr. Bill Richardson, decano del colegio de agricultura de dicha institución, quién siempre ha creído en el desarrollo de las naciones por medio de la educación. El programa de maestría duró 2 años, los cuales fueron intensos de mucho aprendizaje y desarrollo personal. Alcancé reconocimientos por excelencia académica y liderazgo. Pude graduarme en el 2013 con destacado promedio académico.
Después de la maestría quise regresar al área laboral y oxigenar mi cerebro un poco después de tanto estudio. Trabajé en diferentes roles en empresas públicas, privadas e instituciones académicas en varios países: Estados Unidos, República Dominicana y Honduras.
Tras un tiempo, me volvió a picar el bicho del conocimiento y quise optar por un doctorado. Esta vez quería un reto mayor y fui en busca de becas para estudiar en Australia, uno de los países más lejanos del mundo (depende de en qué posición del globo terráqueo te encuentres claro, todo es relativo). Tuve la “suerte” de recibir una oferta para hacer investigación en desarrollo de nuevos productos cárnicos con beca completa bajo la supervisión de la Dra. Robyn Warner, destacada científica en el área cárnica. Por supuesto, no lo pensé mucho y acepté. Inicié dicho postgrado en el 2017, precisamente un 27 de febrero. Ha sido una de las decisiones más acertadas de mi vida. Australia es un gran país, digno de imitar. Actualmente, estoy en la recta final para obtener el título de “Doctora en Filosofía en Ciencias de la Agricultura” en la Universidad de Melbourne, Australia. En definitiva, no ha sido fácil, pero ha valido la pena. ¡Especialmente porque mi tema me cautiva! En específico, se trata de crear productos cárnicos saludables y con la textura adecuada para envejecientes. Con este proyecto queremos alzar la voz y que todo el mundo, en particular la industria alimentaria, entienda que los ancianos, así como los bebés, tienen necesidades específicas que deben ser atendidas y priorizadas. He tenido el honor y la dicha de presentar nuestros hallazgos en conferencias nacionales e internacionales en países como: China, Escocia y Alemania por lo que esta investigación está sentando las bases para difundir ese mensaje lo cual me llena de satisfacción y hace que cada desvelada y trabajo arduo valga la pena.
¿Qué viene después de que obtenga tu título de doctorado?
Al concluir este capítulo daré por terminado el tema de estudios, a menos que me regrese la curiosidad más adelante. Debo admitir que me encanta estudiar y aprender como mencioné al principio. Aprovecharé las facilidades de trabajo que ofrece este hermoso país y acumularé experiencia laboral por un tiempo. Mi mayor deseo es mejorar la vida de mis compatriotas y contribuir al desarrollo de nuestro país. Siempre he dicho que, si logro inspirar a una sola persona para que forje un mejor futuro, he logrado mi cometido. Me encantaría regresar a Quisqueya la bella, particularmente a San José de Ocoa y crear fuentes de empleos (que tanto se necesitan para impulsar el desarrollo provincial y nacional) e incluso compartir mi historia de vida para las generaciones emergentes. No creo en la suerte, creo que todo ser humano tiene la capacidad de decidir su destino. Es cuestión de empoderarte, tomar responsabilidad y acción. No hay otra forma. Ya el maná no cae del cielo, hay que salir a buscarlo. Digo todo esto porque al haber vivido en varias partes del mundo, me he dado cuenta de las precariedades que hay en nuestro país, en todos los ámbitos, desde cosas muy básicas hasta problemáticas sociales con raíces profundas. Quisiera que ese conocimiento me permita transformar para bien nuestra sociedad pues tenemos un talento increíble como personas y muy subestimado. Es cierto que la riqueza de un país está en su gente y de ñapa (en buen dominicano) tenemos recursos naturales, buen clima y excelente ubicación geográfica. Con un mejor manejo, pudiéramos ser un país ejemplar no sólo en Latinoamérica, sino a nivel mundial.
¿Fácil o difícil llegar dónde está?
Como lo he dicho en repetidas ocasiones, no ha sido fácil. Todo lo bueno de la vida requiere sacrificio. Mi mayor sufrimiento ha sido estar lejos de mi familia, amigos y mi cultura. Sin embargo, eso es lo que me ha permitido abrir los ojos al mundo. Un mundo que es mucho más grande de lo que nuestros ojos ven y que vale la pena explorar. Los días largos donde se confunde el día con la noche han sido incontables, la presión y el estrés han estado a punto de quebrarme, pero Dios y mi familia nunca me han soltado la mano. A ellos les debo TODO. Si me tocara hacerlo todo otra vez, lo haría exactamente igual. No tengo arrepentimiento sólo agradecimientos hacia Dios y todas las personas que me han dado la mano en el transcurso de esta aventura. Me gustaría dejar claro eso, nadie llega a ningún lado solo. Es imperativo ayudar y dejarse ayudar.
¿Qué es lo que más extraña de San José de Ocoa?
¡Son tantas cosas las que extraño de mi pueblo! Su gente, somos un pueblo cálido y hospitalario. Extraño la vida que tuve allí, el hermoso clima y tranquilidad que se respira, los centros académicos a los que asistí por mis compañeros y maestros, la parroquia San José junto al Padre Luis Quinn (que en paz descanse), las hermanas hospitalarias y mis compañeros de la pastoral quienes me permitieron tener una vida espiritual plena. No está de más decir que extraño profundamente a mis abuelos, tías, tíos, primas y primos que llenan de felicidad mi vida. Me hace falta comer nuestros ricos platillos. ¡Ay esos chimis! No hay mejor que el ocoeño. En resumen, vivo extrañando el paraíso del sur.
Un mensaje a los jóvenes
En una palabra, edúquense. Sonará a disco rayado, a cliché, pero es la verdad; la educación es la llave que abre todas las puertas. Como dijo el filósofo Español Jaime Balmes «La educación es al hombre lo que el molde al barro. Le da la forma». Jóvenes, aprovechen el tiempo pues se va como agua entre las manos. No esperen llegar a viejos llenos de amargura y remordimiento, el día es hoy, el tiempo es ahora. Hablando de tiempo, todo tiene su momento. No se apresuren a vivir una vida de adultos a destiempo, eso vendrá y es mejor que lo esperen con la debida preparación. Dios provee a los que se esfuerzan, nada sale de gratis. No hay un ser superior a otro, todos somos iguales y todos tenemos el chance de triunfar en la vida. Gracias a Dios, no nací en una familia adinerada, poderosa o de genios. Sencillamente siempre tuve la determinación de escalar peldaños y poder contribuir con los menos afortunados. Basta con creer en ti, en tu capacidad y trabajar duro cada día. No hoy sí y mañana no, se necesita constancia pues cada día es un reto. Hay que dejar las excusas de lado. Tenemos poder de decisión, se trata de saber escoger. Los atajos en la vida salen sumamente caros. Es preferible elegir el camino largo y doloroso, no por masoquismo, sino por convicción de que se hace lo correcto. No eliges dónde nacer, ni tu familia, pero si puedes elegir lo que quieres ser.
Finalmente, otórguense el valor que tienen como seres humanos y valoren y respeten su familia. Como lo he recalcado, no hay mayor tesoro que ese. Con ellos podemos contar siempre.
No puedo expresar con palabras lo que siento al servir de ejemplo para alguien, si ese es el caso. Gracias por la oportunidad de contar mi historia. Si yo pude educarme y salir adelante, ¿por qué tu no?
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