Cuando a comienzos de los años setenta del siglo pasado (1970) el país estaba sometido a una danza de muerte, atropellos, encarcelamientos y exilio para quienes defendieran la libertad y la democracia, había jóvenes que exponían su vida para que sus pequeñas comunidades y su gente forjaran conciencia, conocieran sus derechos y lucharan por superar esa noche triste y amarga.
Arsenio Olaverría Pujols, nacido el 16 de agosto de 1955 del matrimonio de Negro y María, fue uno de ellos y su terreno de acción inicial fue Sabana Larga, entonces un paraje de la sección La Horma, San José de Ocoa.
Para un gran pesar de todos sus familiares, sus compañeros y sus amigos, Arsenio acaba de fallecer y nos toca ahora recordarlo como lo que fue: un hombre íntegro y dedicado por completo a su pueblo.
Inteligente, honesto y estudioso, Arsenio se destacó entre los demás jóvenes de su generación como un líder natural, incluyente, democrático y entusiasta que logró reunir a su alrededor de 25 de ellos para pujar por la preparación académica y el fortalecimiento de la conciencia ciudadana, así como por el progreso de Sabana Larga.
Con Arsenio leí y comenté por semanas tres libros clásicos que todo joven de hoy debía leer y abrevar de sus enseñanzas: “El hombre mediocre”, “Las fuerzas morales”, ambos de José Ingenieros, y “Ariel”, de José Enrique Rodó.
En el contexto en que nos tocó vivir la juventud, leer esos tres libros y hacerse un luchador revolucionario por su pueblo, era algo inseparable.
Su larga hoja de servicio social lo llevó a fundar y dirigir varias organizaciones comunitarias entre las que se destacan grupos literarios, comité de obras y el Equipo de Catequesis de la Iglesia católica, promovido especialmente por los sacerdotes Luis José Quinn y Gerardo Shery, ambos de la orden Scarboro que trabajaron largo tiempo en la parroquia de San José de Ocoa.
Dos obras comunitarias
Combinando su preparación académica en el liceo José Núñez de Cáceres con el trabajo comunitario, discurrió la vida de Arsenio que es inseparable de sus hermanos Alfredo, Sandino, Carmelín, Solselira y Orquídea, siempre vigilado de cerca por su abuelo Usner Pujols y sus tíos.
Una constelación de personas, principalmente de Sabana Larga, se alinearon alrededor de Arsenio, destacándose William Soto, Tinegro Pujols, Guarionex Soto, Marisol Soto, Luis Alfredo Pujols (Arturo), Flor Marina Soto (Darina), Argentina Soto, Idalia Soto, Plinio Soto, Wiris Soto, Jaime Landrón, Nixón Mejía, Sonia Lluberes, Ángel Emilio Soto, Ángel Alcántara, Ataulfo Maríñez, Bilexys Soto, Jonnay Encarnación, entre otros.
Dos obras comunitarias dejaron la impronta de Arsenio en Sabana Larga para la historia de este hoy pujante municipio de la provincia de San José de Ocoa: La biblioteca comunitaria y el centro médico construidos con el esfuerzo de todos los sectores y el magnetismo de su liderazgo.
La biblioteca, obtenida por una paciente y sostenida recolección de libros donados en Ocoa y otras localidades, llegó a ser una de las más completas de la región y disponía de enciclopedias, libros de texto, clásicos y de cultura general.
A su salón acudían decenas de jóvenes de escasos recursos cada día tanto para hacer sus tareas cotidianas de las escuelas y el liceo, como para mejorar su cultura y compartir conocimientos con amenas lecturas y gratas conversaciones y conferencias.
Arturo Pujols, como voluntario, estuvo a cargo de la biblioteca durante largo tiempo hasta que al igual que Arsenio y demás jóvenes, salieron hacia Santo Domingo a completar estudios y a trabajar para ampliar su horizonte y mejorar sus condiciones de vida.
Por gestión de Arsenio y su insuperable equipo de colaboradores, los estudiantes de Sabana Larga obtuvieron un minibús que los transportaba en varias tandas al liceo de Ocoa para sus estudios secundarios.
Para la construcción del centro médico comunitario, Arsenio desplegó su liderazgo buscando recursos con personas y empresas que respondieron afirmativamente.
El padre Luis sugiere
En lo personal, siempre recuerdo dos episodios relativos al objetivo de construir el Centro Médico en los que Arsenio estuvo en el epicentro.
Recuerdo que en una ocasión el padre Luis me llamó y me dijo que como yo estaba tan relacionado con Arsenio en la labor social, le llamara la atención de que su proyecto de centro médico era una obra muy grande y que para materializarla debía reducir su dimensión.
“Ese joven quiere construir en Sabana Larga un hospital más grande que el de aquí (Ocoa) y eso es muy costoso. Dile que lo rebaje a la mitad o menos”, me expresó el sacerdote.
En la primera oportunidad que vi a Arsenio le comenté la sugerencia del padre Luis y él fue inflexible y me dijo que debía ser más grande porque en diez años la población que acudiría allí sería de miles de personas al año y no iba a hacer una covacha.
Me quedé mudo ante su visión y me pidió mi opinión. Le pregunté cuándo iban a comenzar a cargar la arena para hacer la zapata y me contestó que el próximo domingo iban dos camiones volteos y un grupo de voluntarios para llenarlos. “Pues buscaré una pala y me pasaré el día con ustedes llenando los camiones”, le repliqué, con lo que no tenía que hablar sobre mi respaldo a su proyecto, sino que los hechos serían más elocuentes.
Efectivamente, próximo a El Guazabaral, en el lecho del río Ocoa, pasamos el día lanzando palas hacia los camiones que hicieron los viajes necesarios para disponer de toda la arena que requería la obra en su primera etapa.
Recuerdo que una de las muchachas del grupo llegó hasta el río en las primeras horas de la tarde y nos llevó un moro de gandules verdes con aguacates que nos sirvieron para reponer energías durante un trabajo tan agotador como ese de palear arena.
La lucha por construir el centro médico se vio coronada por el éxito luego de años de trabajo y esfuerzo sin parar donde el talento y la firmeza de Arsenio se ponían de manifiesto en cada adversidad.
Mientras estudiaba en Ocoa y organizaba a los jóvenes de Sabana Larga, Arsenio y yo, así como sus hermanos Alfredo y Sandino, su primo Arturo y la mayoría de las personas que lo acompañaban en su labor social, confluimos en la militancia en la Juventud Revolucionaria Camilista (JRC), desde la que presentamos batalla al gobierno de Joaquín Balaguer y contribuimos a organizar al pueblo para la defensa de la democracia y la libertad.
Largos años de militancia revolucionaria juntos nos hicieron más que hermanos y ese era el trato que recibía yo en su casa materna y él en la mía.
Terminado el bachillerato en Ocoa, Arsenio fue a estudiar a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde se graduó de ingeniero Químico, rama en la que demostró alta capacidad y excelentes emprendimientos que no pudo convertir en grandes realizaciones porque fue sobrecogido por una enfermedad que al final lo hizo sucumbir.
Arsenio fue atacado hace años por una terrible dolencia cerebral que arruinó su calidad de vida y lo postró a la cama donde solo su tenacidad y su larga hoja de servicio a los demás explican por qué sobrevivió más de diez años hasta este 22 de junio de 2021, cuando falleció.
Su esposa Ramona Tejeda, su hija Escarlin Olaverría Tejeda, y sus hermanos y amigos lucharon con arrojo para salvarle la vida, pero solo lograron prolongar años de supervivencia precaria en los que cosechó lo que sembró: amor, solidaridad y ternura.
Cuando nos toca el terrible momento de sepultar los restos de un ciudadano ejemplar como Arsenio, solo nos corresponde decir que su cadáver de joven de ardientes ideas y firmes acciones no se consumen en una fosa, sino que se elevan al infinito para iluminar a las nuevas generaciones para seguir la lucha por las nuevas conquistas y los mismos ideales que se forjaron al calor de amar tanto, pero tanto a este pueblo.
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