Por Rolando Robles
Con un acto proselitista «a puertas cerradas y entre peledeístas», se dio inicio a los trabajos tendientes a viabilizar la re postulación del presidente Danilo Medina. La reunión de «calentamiento» tuvo lugar en el local del consulado dominicano y estuvo encabezada por el Hon. Carlos Castillo, Cónsul General en la ciudad.
Bajo la aparente preocupación de que el PLD ha perdido las elecciones en dos ocasiones consecutivas en la principal plaza de los dominicanos en el exterior, el cónsul Castillo expuso un «plan de trabajo» para darle seguimiento a los dominicanos que por cualquier motivo visitan la sede consular, al tiempo que se «premia» con unos $300 mensuales a los «compañeritos» que se encargarán de este «magistral» plan de refuerzo a los trabajos electorales del partido en la Gran Manzana.
Algunos de los convidados estuvieron de acuerdo en que esta es una iniciativa desarrollada por el señor Castillo para hacerse mas potable políticamente y permanecer en el cargo mas del tiempo que originalmente se había convenido y que obtuvo, como pago a la traición de inclinar -en su momento- la balanza en favor de la reelección del presidente Medina.
Fue necesario nombrarlo en el consulado de esta ciudad, en virtud de que el acuerdo previo de «relección por reelección» que se había propuesto y aceptado por los legisladores peledeístas -en el caso del senador de San José de Ocoa- no tuvo un final feliz y Castillo fue «sorpresivamente» derrotado por una fuerza emergente y aliada tradicional de su partido.
Aun se discute en corrillos políticos adyacentes al partido de Gobierno, las circunstancias en que fuera derrotado el senador Castillo. Pero esas elucubraciones de los aliados del PLD no han sido ni mínimamente explicadas por la dirección del partido. Por el contrario, se hace notar que en otras demarcaciones sucedieron hechos igualmente insólitos, que desdicen de la tradicional disciplina y «militancia de barricada» de los miembros del partido morado.
Solo para ilustrar, llamo la atención sobre lo que sucedió en el Distrito Nacional, donde David Collado -un prometedor emprendedor político de oposición y hoy posible candidato presidencial de una buena parte de la oligarquía criolla- se alzó con la sindicatura, derrotando al oficialista Roberto Salcedo, precisamente con el apoyo de los propios peledeístas que al parecer, al igual que en Ocoa, votaron en contra de su partido.
Pienso que este devaneo del PLD, que nunca podrá explicársele satisfactoriamente a la militancia partidaria, es un estigma que llevaran por siempre; y que supera con creces el desaguisado de llevar al narcotraficante Quirino Castillo, solo con la intención de desvanecer las posibilidades electorales del principal y único opositor serio a la reelección de Danilo Medina.
Pero volviendo al caso que nos compete. La reunión en el 1051 de Broadway, mas que una sin razón, es una muestra del atraso político-civil de nuestros funcionarios diplomáticos y consulares. Pues todos sabemos que los consulados son oficinas comerciales de los gobiernos, a la luz de los acuerdos de Viena de 1961 y 1964; también sabemos que el respaldo a los conciudadanos que vivimos en Estados Unidos ha de ser una de las preocupaciones principales del señor Cónsul General.
Pues sucede que en mis mas de 30 años viviendo en esta nación de oportunidades, no conozco negocio alguno que cualquiera de los últimos veinte cónsules que hemos tenido, haya podido llevar al Estado dominicano. Lo que si conocemos es el «negociazo» que resulta para el cónsul de turno, esta relación semi feudal que existe entre él y el Gobierno dominicano. Es increíble que en pleno siglo XXI, el elegido como cónsul, explote una finca propiedad del pueblo dominicano «a la media» con el Gobierno; porque eso son los consulados dominicanos: fincas para ser usufructuadas por los políticos que «ganan» los comicios presidenciales.
Que el PLD gane o pierda las elecciones en Nueva York, en nada hace cambiar la situación de los dominicanos de Ultramar, ni el resultado de las elecciones presidenciales en Quisqueya. Incluso, que gane uno u otro diputado del Exterior, tampoco inclina la balanza del bienestar de los que vivimos fuera o dentro del país; ellos existen únicamente para asegurarle a algunos activistas de los partidos, su correspondiente ración, cuando se descuartice la res pública.
Por esto entendemos, que la preocupación del cónsul de Nueva York, Carlos Castillo, porque el PLD no vuelva a perder las elecciones, es una simple estratagema para empezar los trabajos que puedan viabilizar la reelección de Medina y que de paso, le aumenten los bonos al cónsul, ante el enigmático y silente sanjuanero que nos gastamos de presidente.
Es evidente que la experiencia consular del honorable Castillo en el país mas atrasado del continente, Haití, le ayudó a desarrollar métodos de supervivencia que le podrían servir de gran ayuda en su empeño de quedarse en el cargo por un tiempo mas extenso. Pero también está muy claro que convocar a medio centenar de personas, para ofrecerle a una veintena de ellas un mísero sueldo de $300 al mes, es una «marranada» de la peor calaña, que probablemente le dio resultados en la jungla donde sirvió, previo a «sacarse la lotería» con el consulado de Nueva York.
Lo que nunca podrá garantizar el flamante cónsul Castillo, es que el PLD gane en Nueva York; y mucho menos que desde aquí se impulse la re postulación de Medina. Y aun mas difícil resultará, que pueda reelegirse con los escasos votos que le aporten los newyorkers dominicanos.
¡Vivimos, seguiremos disparando!
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