Se conoce la apatía política como un estado de indiferencia, pasividad, falta de interés respecto de la política. Se la vive siempre como espectador y se intenta ignorarla. Va acompañada de una baja receptividad a estímulos políticos y un bajo nivel de información política.
Se ha dicho, por ejemplo, que el ciudadano apático no se interesa por los asuntos públicos, y que, por ello, no aprende a poner el “bien común” por encima de los posibles beneficios personales. No debemos confundir la apatía con la decepción aunque este último suele ser el mayor causante del primero.
El economista Ernesto Jiménez platea que esta es la generación más preparada en toda la República Dominicana y explica las razones en este video (https://www.youtube.com/watch?v=O3fibei2ZAI) Concuerdo en su totalidad con Ernesto y a raíz de ello me planteo lo siguiente: la clase política Dominicana es considerada por el ojo público como personas que carece de capacidades para dirigir las entidades públicas y esto aleja a las personas del accionar político. Un estudio realizado en el 2016 http://www.opd.org.do/index.php/analisis-poder-legislativo/2050-perfil-de-los-legisladores-dominicanos-de-la-legislatura-2010-2016-con-base-en-el-directorio-legislativo) muestra que solo el 2.1% de los legisladores es titulado en ciencias políticas, profesional que según su perfil ´´ Aborda críticamente los hechos y procesos políticos y futuros’’.
Con esto no quiero dejar dicho que se debe ser politólogo para ejercer una función pública, más bien, deseo plantear la necesidad de disminuir la apatía política permitiendo que esa generación más preparada de la historia sean los actores políticos.
De seguir en crecimiento la apatía política provocaría una crisis del pensamiento crítico, analítico, pensante del bien común y aleja de por si la esperanza de democracia del pensamiento. Como país que pretende superar la barrera del sub desarrollo inmiscuir a los profesionales altamente preparados en el accionar político y por ende en la toma de decisiones, debe ser una meta a corto plazo.
El efecto de la apatía política es directamente proporcional al desarrollo de los pueblos mediante la elección de las autoridades a dirigir. Veamos como ejemplo la provincia de San José de Ocoa en las elecciones de Marzo 2020.
Esto nos muestra que las autoridades electas no presentaron propuestas que hicieran que la gente acuda a votar o que la gente no le importó el asistir a un centro de votación. En términos de elecciones esto impacta en que no necesariamente haya ganado la persona más preparada para el cargo sino quien tenía más simpatía y mejor plan de traslado de personas. La abstención se manifiesta en un alto porcentaje en la clase media, es decir la clase que no anda detrás de una ayuda, de un sueldo, gente que se ha preparado académicamente y por ende gente critica. Al este grupo de personas no votar permite que las conciencias compradas sean las que hayan elegido las autoridades actuales.
Las gráficas 2 y 3 muestran como la apatía política expresadas en votos genera una problemática para los alcaldes y directores municipales electos. El 60% de los electores no los aprueba puesto que un 30% de los votantes inscritos votó por otras opciones y la otra parte no votó. Constituye un problema puesto que toda decisión tomada por más positiva que sea tendrá un alto porcentaje en desacuerdo provocando así que la medida no funcione por no recibir el apoyo de los munícipes y por otra parte la crítica y constante de quien no acudió a votar pero que al tener alto concepto de los principios de gobernanza siempre estará al acecho para bombardear sus conocimientos.
El sociólogo Octavio Peña un uno de sus artículos les llama ‘’ autoridades legales, pero sin legalidad’’ por lo antes mencionado de total de personas que no acudió a votar. La desidia expresada en las urnas de no haber existido nos dejará en un panorama donde cada ganador hubiese sido elegido con el más alto criterio. Pero no, no es nuestro caso.
La clase política, podemos decir que, hoy está en crisis. Crisis porque los que se abstienen de votar no aplican sus conocimientos para el desarrollo de los pueblos a través de la política. Si la gente pensante estuviese hoy trabajando en los ayuntamientos evitaríamos el desfalco, la violación a las leyes de compra y contrataciones, los desastres por permisos de medio ambiente, la violación al libre tránsito por las aceras y contenes no cumplir con la movilidad para personas discapacitadas. Evitaríamos también las botellas porque se criticaría y analizaría la falta de esos recursos para implementación de mejoras en las comunidades. Pero no ha sido el caso.
La apatía política está matando nuestras ciudades. Esto es una invitación a involucrarse en las tomas de decisiones, en no ser un observador de los procesos de cambios y transformaciones que vive el país, más bien, un actor y generador de estos cambios.
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