Por: Asdrovel Tejeda
El pasado domingo 25 de Febrero horas de la tarde, en la celebración y despedida de la vida de Maguelo, en New York, se acercó un señor de “lenguas barbas blancas” y me dijo: – Usted no me conoce, pero me voy a sentar cerca de usted, pues usted me cae mal por cómparon y quiero conocerlo mejor, yo, sorprendido, sólo atiné a pensar:” tanto cueco y no veo el caballo”.
Entonces, comenzamos una conversación donde primaron los recuerdos, lo ameno, lo anecdótico que algunas veces caía en la reseña, tremendo Marco referencial, si se quiere, de la personalidad genuina de Maguelo.
No tengo explicación lógica para en mis andanzas ( y en las de él, por supuesto) no nos hayamos encontrados hasta ahora, casi de salida en la puerta final que todos debemos cruzar más temprano que tarde; pues tiene una historia que, aunque fundamentadas en otras historias tiene su sello personal y único, me explico: Hijo de don Silvio Martinez Mariñez, Coronel del ejército del pueblo en armas, combatiente de valor acrisolado, participante de varias revoluciones y opositor a destajo de las intervenciones norteamericanas al país, no sólo ciudadano Ocoeño, hijo distinguido de la patria, quien aún después de cumplir los cien años, tenía clara visión de las luchas sociales y nunca dejó caer su entusiasmo por la esperanza de un país mejor, no sólo con quejas y disgusto, con las armas en la mano.!! Más de una vez, con la demostración palpable que la hombría se fundamenta en coraje.
Tuvo, don Silvio, 18 hijos y en cada uno de ellos sembró la importancia de la responsabilidad ciudadana, de sus obligaciones y de la impronta de un apellido digno, lavado con la sangre de sus gestas patrióticas. Conocí a Don Silvio, pues me crie en una casa cuyo patio daba al de su casa y de doña Lupa, su esposa., con quien procreó diez hijos.
Pero no sólo en el campo en las refriegas revolucionarias, ni en sus afanes de agricultor en su finca de Rincón del Pino, también en las artes del amor fue fecundo Don Silvio, pues procreó familia también con doña Juliana Núñez, con ella seis, de las mismas cualidades de los primeros.
De esta unión nace Salvador ( Míguelin) Martínez. Muy inquieto y con ansia de aprender, estudió Miguelin en el instituto Loyalo de San Cristobal y en el Instituto Superior de Agricultura (ISA) A finales de los sesenta se ganó una beca para estudiar en una universidad de Texas USA, pero, amarrado al amor se va en su primavera a New York, allí, después de trabajar en diferentes ocupaciones, puso Miguel, un delicatesen, el que vendió para comprar un Taxi amarillo y su licencia, asunto que no era fácil en la época, donde la comisión de taxis y limusinas no expedía licencias fácilmente y donde había un cupo inviolable, por lo que, obtener una licencia era, no sólo entrar a un círculo muy cerrado, también daba la garantía de poder obtener muy buenas ganancias económicas si se sabía aprovechar con inteligencia y control.
Pero, no se quedó ahí Miguelin, también, llegado el tiempo, compro, no una, dos estaciones de gasolina en el condado del Bronx. Después de ver realizado sus posibilidades económicas, invierte en Ocoa, donde tiene una estación de gasolina en su cruce, un Car Wash moderno y una industria de agua de la que se jacta: es la más barata y si no tienen para pagar, se le regalo. Me Agua Juliana en honor a su progenitora. Es el vivo retrato de su padre, tiene como él, las barbas blancas crecidas En un homenaje silencioso a su estirpe. Miguel me sabe que viene de un establo donde los caballos tienen alzada y un trote ligero y seguro. Me gusto conocerlo, ojalá haya oportunidad de volver a compartir, lejano a la despedida de algún amigo común, en donde podamos seguir conversando de Ocoa y los Ocoeños regados por el mundo y de los hombres y mujeres que hicieron posible lo que somos y muchas veces yacen en el olvido de un pueblo que necesita rescatar sus historias para volver a renacer en los recuerdos. Loor a la memoria del Coronel Silvio Martínez Mariñez.
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