Dándole apertura al 2017, declarado Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo por Naciones Unidas e igualmente declarado Año del Desarrollo Agroforestal por el Presidente de la República, Valle Nuevo salta nuevamente a la palestra pública, ocupando las primeras planas de los Diarios Dominicanos.
Y la razón es simple, el 29 de enero se cumple el plazo otorgado por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales para el cese de la producción agrícola dentro del Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier.
La Academia de Ciencias de la República Dominicana ha escogido el agua como eje entre los temas claves de su política de estudios e investigaciones que promueve a través de su Comisión de Ciencias Naturales y Medio Ambiente. En tal sentido acaba de publicar el número 11 de su Revista VERDOR, dedicada a la Cordillera Central Dominicana o Madre de las Aguas, donde hace una amplia exposición de sus estudios y trabajos más recientes sobre los valores hídricos, ecológicos, forestales, ornitológicos, herpetológicos, geológicos y del inmenso patrimonio biológico que atesora dentro de sus dominios.
Pero el punto focal de su atención en estos momentos es Valle Nuevo, en vista de las presiones y amenazas que se ciernen sobre esta área protegida tan emblemática, donde se origina el más profuso sistema hídrico del territorio nacional, pues dentro de los límites de este parque nacional, se originan 908 nacientes, manantiales o escorrentías, una por cada kilómetro cuadrado de superficie y que alimentan a cuatro grandes cuencas, 18 subcuencas que ejercen su influencia en la producción agrícola del Valle del Cibao Oriental, la Plena de Azua, el Valle de Neiba y las llanuras de Baní y San Cristóbal.
Valle Nuevo es un área protegida estratégica para garantizar la soberanía alimentaria de la República Dominicana, pues ella por sí sola, abastece de agua al conjunto de presas más grandes del país, comenzando con el complejo hidroeléctrico Jiguey – Aguacate – Valdesia – Las Barías; más el conjunto de embalses desarrollado en plena Cordillera Central, donde se destacan las presas de Arroyón, Tireíto, Río Blanco y Pinalito, más las presas de Hatillo, Rincón y hasta el complejo hidroeléctrico Tavera – Bao – López Agostura.
Son éstas las razones por las cuales este colectivo de hombre y mujeres de ciencias, manifiesta su total respaldo a la Resolución 14-2016 del Ministerio Ambiente y Recursos Naturales que procura el rescate y la recuperación del Parque Nacional Juan Bautista Pérez Rancier, actualmente agredido de manera intensiva y extensiva por la agricultura, la horticultura, la floricultura y otras intervenciones humanas que interfieren, afectan, impactan negativamente o resultan incompatibles con su función como zona productora de agua.
Lo que está ocurriendo con esta área protegida, en franca violación al artículo 16 de la Constitución Política de la República Dominicana y la Ley General sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales, debe llamar a la reflexión de todos los dominicanos y en particular, de quienes ostentan la responsabilidad de conducir los destinos nacionales, las autoridades que tienen como encomienda primaria la defensa de los bienes y riquezas comunes de la nación.
Asumiendo la responsabilidad social que implica toda acción en defensa de la naturaleza, donde media la presencia humana, muy especialmente de los sectores más empobrecidos de la sociedad dominicana, instamos a las instancias oficiales al cabal cumplimiento de las leyes y de asumir plenamente sus compromisos en defensa de los recursos naturales y el medio ambiente. Sin embargo, en eventos y jornadas de esta Academia ha quedado en evidencia, que quienes están causando el peor daño a esta área protegida, son empresarios y familias de gran poder económico, algunas de ellas ya compensadas económicamente por el Estado Dominicano.
Ha llegado la hora de asumir sin vacilaciones el reto que Valle Nuevo le plantea a las autoridades competentes y a la Sociedad Dominicana: Agua o Agricultura Nómada. Ambas actividades resultan totalmente incompatibles en la práctica, aunque no fuese dentro de un área protegida. Por lo tanto, la vocación natural de esta unidad de conservación está claramente establecida: «VALLE NUEVO ES AGUA».
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