Guido Ciprián Sánchez
A propósito de celebrarse hoy el Día de la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, es motivo para reflexionar como humanos y no como hombres ni mujeres. Siento que esa competencia de quién es mejor o quién es más importante, nos lleva a un punto innecesario de maltrato los unos con los otros.
Es normal (pero aberrante) escuchar a hombres decir que ¡esa mujer sin mí no es nada! Y se equivoca porque al momento que la uniste a tu vida ya ella existía y como llegaste, pudo ser otro que hasta mejor.
Pero también vemos que las mujeres hacen lo propio y luego gritan que no son valoradas.
Lo anterior son solo ejemplos pero mi reflexión viene dada en cosas más reales, como por ejemplo la palabra “valor”.
Valor en la mujer
El valor de una mujer a veces es injusto hasta para ellas mismas porque el valor que ellas deben procurar es el mismo que deben ofrecerse y ofrecer.
Ellas deben procurar que les brinden cariño y amor y sobre todo respeto y nada menos, pero mostrando que ellas se aman y se merecen todo, tal cual son. Si quieren hacerse una cirugía estética, por ejemplo, tienen que entender que es su derecho, pero su valor pasa a chocar un poco con el valor moral y el monetario, ya no es coherente con su amor propio, pero sigue siendo su derecho a vivir sin que la maltrate nadie más.
Si una mujer es inteligente y se ama a sí misma, siempre será bella y quien la pretenda va a tener que ganarse ese tesoro con lo que ella merece: amor y cariño de un compañero para la vida.
La ecuación cambia cuando por ser bella deja de ser inteligente, se muestra tras otras formas, otro cuerpo y otra apariencia. Pasa a otro valor que es, sin menos, el de comprar el cariño de alguien que no ha valorado la anterior versión que es la real.
Toda mujer inteligente siempre será bonita, pero no toda mujer bonita necesariamente es inteligente.
La solución
Si somos coherentes como humanos sabremos buscarle una solución a esta ola de maltratos, atropellos y asesinatos contra ese divino ser que da vida.
Es inexplicable que una sociedad que es parida por las mujeres y una gran parte se cría en hogares donde la madre y padre están juntos y/o trabajando para educarlos, estos hombres del mañana sean violentos, ¡es sin dudas que tenemos que revisarnos como padres!
Peor aún que gran parte de los niños son criados por madres solteras que cabe destacar que es abismal la diferencia entre madres solteras que padres solteros y que los niños del mañana salgan violentos hacia las mujeres es una verdadera aberración y fallo por parte de los que criamos. A eso se suma el predominio de maestras sobre maestros en las escuelas, en las estancias infantiles y en la mayoría de los hospitales, donde la mujer tiene más presencia afectiva que los hombres y eso debe transmitirse o estamos fallando demasiado como sociedad.
Mi mayor preocupación es cuando las siento empoderadas, pero conformistas. Cuando luchan por espacios, se conforman con cuotas y eso es maltrato, porque no las están valorando por capacidad, sino por un precio que viene otorgado y no ganado.
Creo que no debemos pretender ser iguales pero sí semejantes. No debemos privilegiarlas, pero sí igualarlas para que el balance traiga consigo el respeto a sus derechos, parte innegociable, de los unos a los otros, pero partiendo del propio.
Auto maltrato feminista
Pondré sobre la mesa de reflexiones algunos ejemplos a considerar que siento que son auto maltratos femeninos:
1. Luchan por espacios de poder. En vez de mostrar su capacidad de iguales y que el poder deba ser adquirido, no acepten migajas, eso de 70-30 en cargos de los partidos es maltrato puro y simple con el que las mujeres se conforman.
2. No aceptar ser la dueña de su figura y procurar llegar a los estándares que los hombres demandan (más pelo, mayor volumen de traseros, más pestañas, aumentar busto) eso es una forma de maltrato que la mayoría consiente a los demandantes que por demás son los que ellas quieren que las quieran tal y como son.
3. Ya basta de tipificar objetos o decir que eso es para hombres o que tal cosa es para mujeres. Desde el trabajo, los quehaceres y los colores, vamos a mostrarle al mundo que para ser semejantes hay que saber que el color rosado y el azul no tienen dueños, sino que ¡son de los humanos! Que a excepción de parir y amamantar hay muy pocas cosas que determinen exclusividad para uno o el otro.
4. -Exigir anillos de compromiso, flores y que pidan su mano, todavía es visto como un gesto de caballeros, pero si luchamos por la igualdad, siéntanse con el derecho y dense el privilegio de hacer lo mismo. Lleve la dama un anillo a su pretendido, enamórelo, conquístelo con flores y chocolates y hasta pida su mano y pague la cuenta para que demuestre que procuran igualdad real y no de poses y circunstancias.
Pudiéramos citar más pero creo que con estos son suficientes para hacer conciencia que no podemos buscar soluciones maquilladas a problemas abismales; una sociedad del amor propio, el respeto por la vida y la coherencia humana, apegados a las leyes y las fuerzas morales pueden hacer la diferencia.
A los hombres
No somos perfectos pero sí, como me enseñó mi padre y como hombres de entorno, defendemos a nuestras mujeres. Estaremos mandando un mensaje a los verdugos, es simple: si un hombre ve maltratando a su madre, a sus hijas y a su hermana, tiene que actuar en consecuencia, hasta con más violencia si es necesario para detener a ese verdugo o dar un ejemplo, que de seguro cuando sea usted el maltratador, que ya por raciocinio no le debe tocar, esté seguro que le llegará su cuñado, su suegro, su hijastro y le dará su merecido porque simplemente y para ser coherentes, si amor con amor se paga, ¡el maltrato no puede pagarse con caramelos!
Como padre, hijo, hermano, esposo, pariente y amigo de mujeres, les exhorto a ser valientes, dulces e inteligentes pero sobre todo coherentes y a los hombres no ser menos que eso y guardianes de las que nos rodean, que ellas siempre guardan de nosotros.
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