Felipe Ciprián
El Gobierno tiene un problema difícil de resolver: debe enjuiciar a Odebrecht pero por nada del mundo quiere interrumpir la construcción de las generadoras de Punta Catalina, donde esa constructora es parte esencial del consorcio al que le fue adjudicada la obra y la que garantizaba obtener en Brasil una parte significativa del financiamiento.
«Falta chofer o sobra autobús», diría cualquier pueblerino. Es muy difícil que el mejor equilibrista del mundo -dudo que el Gobierno dominicano lo sea- pueda lograr el milagro de pasar por los tribunales y hacer condenar con el esfuerzo del ministerio público a la empresa socia que construye la obra más cara y más defendida por todos los funcionarios.
Tal vez eso explique por qué la Procuraduría General de la República se embarcó en la laguna de buscar una «conciliación» con la constructora a cambio de una compensación de 184 millones de dólares y su promesa de «colaboración» para identificar a los receptores de los sobornos, no así a los sobornadores porque esa es la concesión fundamental para que ninguno de ellos pise una cárcel en el país.
En el mismo instante que la Procuraduría buscaba conciliar, el presidente Danilo Medina advertía en el Congreso Nacional que las plantas de Punta Catalina -que construye la imputada y confesa sobornadora Odebrecht- no se detendrían porque esas termoeléctricas son las que van a evitar que el Gobierno siga pagando un subsidio elevado a generadores obsoletos que tienen contratos muy ventajosos.
El Gobierno tiene que comprender que llegará un momento en que tiene que decidirse acerca de cuál camino tomar: o persigue a Odebrecht con todas sus consecuencias, o vira la vista y sigue con la constructora tratando de materializar el sueño de ver construidas las plantas de Punta Catalina. No puede pretender hacer ambas cosas a la vez porque sería un esfuerzo inútil y contradictorio. En béisbol, un bateador puede ser ambidextro (batear a la derecha o a la izquierda), pero lo que no puede es utilizar dos bates a la vez frente a un lanzador para golpear la bola a conveniencia.
Creo que hasta hoy el Gobierno ha estado haciendo el paripé de que persigue a la Odebrecht para facilitarle un camino de granza, no una autopista, para que siga habilitada para construir Punta Catalina.
La decisión del juez del Décimo Juzgado de la Instrucción del Distrito Nacional, Alejandro Vargas Guerrero, salvando su honor y defendiendo el interés nacional, representa un ¡detente! al interés de Odebrecht de escabullirse por un callejón y burlarse -junto al ministerio público- de un juicio oral, público y contradictorio, por violación de la Ley 488-06 sobre Soborno en el Comercio y la Inversión, cuyo cumplimiento es esencial si este país se respeta y quiere respetar el Acuerdo de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica y República Dominicana (DR-CAFTA).
Mientras el gobierno juega al gato y al ratón con el escándalo Odebrecht como ya yo mismo lo había advertido http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2017/02/04/452884/la-farsa-con-odebrecht el movimiento social que protesta sigue ganando espacio en las redes y las calles en su lucha contra la impunidad.
¿Qué pasará?
Es muy difícil predecirlo porque en este país los actores políticos y sociales son tan heterogéneos, que nadie puede proyectar un escenario futuro con certeza.
Sin una oposición coherente y sensibilizada con los sentimientos nacionales y populares -en realidad son candidatos derrotados y eternos aspirantes presidenciales- nadie puede hacerse ilusiones de que aquí va a desarrollarse un vigoroso movimiento popular que obligue al gobierno a dar prioridad al castigo a la corrupción, que no hay duda de que es más importante que cualquier obra en desarrollo.
Lo que se construye sobre la base del soborno a funcionarios -admitido por la misma constructora ante las autoridades de Estados Unidos- no debe tener prioridad ante ninguna carencia -que como la del desorden en el sistema eléctrico- tiene más de 50 años sirviendo de excusa para negocios, nada más. En el escándalo de sobornos de Odebrecht, el Gobierno está ante la disyuntiva de castigar las prácticas ilícitas o hacerse el loco para que construya Punta Catalina. No podrá tocar los dos panderos a la vez.
Comentarios...