Por: José Manuel Arias M.
Siempre hemos dicho que Ocoa tiene un sinfín de ejemplos de hombres y mujeres cuyas huellas han quedado imborrables en nuestra gente, y para nadie es un secreto que una figura paradigmática para todos lo es el inmenso padre Luis José Quinn Cassidy, el cual se puede catalogar como una verdadera bendición de Dios el que desde el 26 de agosto de 1965 llegara de manera oficial como párroco a nuestra comunidad.
Desde su llegada a Ocoa emprendió una obra titánica que va a extenderse por 42 largos años de inmensas realizaciones, de sacrificios asumidos por el bienestar de nuestra gente, de grandes sueños hechos realidad con el esfuerzo tesonero y con la decisión firme de lograr las mejores conquistas para nuestro pueblo.
Siempre será un acto de justicia resaltar su legado, recordar su vida, reseñar sus aportes; en fin, destacar todo lo que él representó y representa para San José de Ocoa. Sin embargo, más allá de esto, lo más importante no es recordarlo pura y simplemente, sino hacerlo presente en nuestras vidas cada vez más, tratando de imitar su ejemplo de amor, de entrega total y de compromiso para con nuestra gente.
No se trata de verlo desde una perspectiva de hombre cuya obra es inalcanzable, sino como una figura icónica del trabajo social en aras de hacer que en nuestra gente florezcan muchos padre Quinn; no se trata de vivir de su legado, sino de multiplicarlo cada día para que en realidad su obra sea para nosotros el motor que nos mueva a dar lo mejor de sí cada día. Un ejemplo patético de cómo imitarlo es haciendo un uso eficiente y sobre todo honesto de los fondos que nos correspondan administrar en nombre del Estado o de las instituciones en las que estemos; actuando así estaremos haciendo presente su legado, pero de manera real, no como un simple enunciado, sino como un compromiso diario, y en la medida en que así actuemos estaremos haciendo presente al padre Quinn.
Asumiendo con el amor con que él asumió el trabajo a favor de San José de Ocoa, haciendo uso correcto de los recursos, empoderando a la gente y haciéndola parte de su desarrollo, como él lo hizo, sí que es una manera correcta de hacerlo presente cada vez más; eso sí que es hacer que el padre Quinn viva.
No se trata de sentarnos a contemplar su obra para pura y simplemente sentirnos orgullosos de su paso por nuestra tierra; no, más allá de eso, de lo que se trata es que guidados por su impronta, asumamos el compromiso de servir que él asumió para tener un Ocoa cada vez más grande, cada vez más fuerte.
Si la obra ciclópea del padre Quinn es solo un referente histórico en el terreno teórico para los ocoeños, para los dominicanos, y no es asumida como guía permanente de actuación, es seguro que ese legado irá desapareciendo cada vez más, y consiguientemente, iremos matando al padre Quinn en la medida en que pasen los años, cuando de lo que se trata es de que, asumiendo el compromiso que él asumió, lo hagamos presente cada vez más.
Esa mirada al padre Quinn no puede ser solo contemplativa, ha de ser una mirada hacia su interior, con el objetivo de asumir los retos que él asumió, la lucha que él libró en el día a día a favor de nuestra gente, de tal manera que lejos de vivir de su legado, más bien estemos en condiciones de multiplicarlo a diario. De esa manera sí que estaremos haciendo que el Guayacán viva en nuestros corazones.
Debemos entender que no se trata de vivir de su obra, sino de multiplicarla permanentemente a favor de nuestro pueblo, y en la medida en que así actuemos, iremos posibilitando el nacimiento de otros padres Luis y por vía de consecuencia lo iremos eternizando real y efectivamente.
Así las cosas, vale preguntarse… ¿seremos de los que viviremos eternamente del legado del padre Quinn, contemplando su obra, su grandeza y permaneciendo indiferentes, o en cambio seremos de los que guiados por su ejemplo, lucharemos a diario para que su legado no muera jamás?.
Es tiempo de que entendamos ya que la mejor manera de honrar la memoria el padre Quinn es estar en condiciones de ponernos sus botas, de caminar sobre sus huellas para continuar ensanchando las sendas que él dejó, sendas por la cuales se pueda enrumbar nuestra gente en su búsqueda permanente de una vida mejor.
De tal manera que en cada uno de nosotros descansa el compromiso de que la obra del padre Luis no perezca, sino que se haga presente cada vez más, y eso no se logra viviendo de su legado, sino viviendo conforme a su legado.
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