Freddy Ortiz Pujols
No hay dudas de que vivimos en un mundo nunca tan pequeño y tan gigante a la vez, tan complejo y tan fragmentado. Hoy en día, vía Instagram, las recetas de un restaurante en Shanghai están al alcance de la mano, a un clic de distancia.
Hoy, los datos viajan instantáneamente desde un punto cualquiera a otro punto en cualquiera parte del planeta. Los datos nos acercan lo lejano y virtualizan lo cotidiano. Además de viajar, se almacenan.
Las memorias de la humanidad que antes ocupaban bibliotecas enteras, hoy se resguardan en servidores del tamaño de una heladera. Google y Apple almacenan cantidades descomunales de datos a precios relativamente bajos. Es lo que conocemos como “la nube.”.
Ahora, podemos conocer más a las personas, saber que piensan, que quieren, que compran, que necesitan, que les gusta escuchar, cuáles son sus gustos, segmentar por consumos, gustos, intereses, y partir de una serie de rasgos particulares, y agruparlas.
Todo dispositivo que en algún momento se conecte a la web genera datos y deja huellas digitales, las cuales pueden ser registradas, analizadas, revisadas y monetizadas, por eso se dice que ya Google saben más de nosotros mismos, que lo que creemos.
Es falsa la creencia de que las redes sociales son “gratis”, pues nuestro “pago” es la información que les damos sobre nuestros hábitos y gustos.
El objetivo de cada red social es convertir a cada persona en una celda de su base de datos para poder llenar de información y acumular la mayor cantidad posible de información para venderla al mejor postor.
Somos un producto que utilizamos Gmail, Chrome, YouTube Magps, cuanto más tiempos estamos pegados a las pantallas, más datos, A más datos, mayor información.
A partir de todo ese vendaval de informaciones es que ha surgido un elemento muy en boga en los últimos tiempos que se llama “Big Data”, que no es más que la creación y acumulación de grandes conjuntos de datos que sirven para explicar, analizar, y predecir determinados fenómenos o comportamientos.
En cuanto a la comunicación política, hay registros de que sus antecedentes están vinculados a la campaña presidencial de Barack Obama del 2012 en los Estados Unidos, donde su equipo participó en el diseñó de Narwhal (juego de palabras con el nombre de animal marino narval), una herramienta de gestión de datos que permitió la microsegmentación de los mensajes, la microfinanciación, activar a los grupos de votantes claves, etc.
El uso del Big Data en la comunicación política permite la ejecución de análisis más eficaces, establecer contacto directo con los ciudadanos a través de canales personalizados, segmentar los mensajes, formular modelos predictivos más ajustados y ahorrar costos, puesto que no es necesario acudir a los soportes publicitarios convencionales.
Su uso se ha extendido en todo el mundo, en países como Colombia, Brasil, Francia, España, Argentina, entre otros.
En República Dominicana, en las pasadas elecciones primarias hubo varias agencias que participaron, como es la firma “Auditorías Digitales” establecida en Colombia, que se encargó del envío de data a través de WhatsApp, Facebook e Instagram.
Uno de sus ejecutivos que pidió la reserva su nombre, nos informó que se utilizó una base de datos con herramientas de inteligencia artificial para la clasificación de los datos y se usaron nubes privadas para su creación y procesamiento.
Además de que se utilizaron más de 100 máquinas para el procesamiento de más o menos 20 millones de registros segmentados por ciudades e intereses.
De esta manera, se logró encaminar la comunicación a cambiar el voto de opinión e intentar desactivar el voto contrario. Videoplays, memes e imágenes se mandaron a 3 millones de personas por WhatsApp. Pero curiosamente, los números telefónicos de los mensajes de la aplicación de mensajería recibidos pertenecen a Colombia y se compartieron más de un millón de veces en redes sociales.
Es decir, su empleo juega un papel preponderante en las campañas políticas modernas, porque permite el contacto directo con los electores, segmentando mensajes hasta un nivel de personalización que llega al detalle y reduce costos de publicidad.
El caso de Cambridge Analytica, compañía que fue contratada por la campaña de Donald Trump para las elecciones del 2016, utilizó un algoritmo capaz de crear perfiles psicológicos de los usuarios a partir solo de sus interacciones de Facebook, empresa que colapsó después que se revelara los detalles del mal uso de los datos de Facebook a favor de Trump.
Termino este escrito con una interesante declaración de Britanny Kaiser, exdirectora de desarrollo de negocios estadounidenses para Cambridge Analytica: “Las compañías del área tecnológica son actualmente las más acaudalas, ya que los datos personales son hoy en día los bienes más valiosos del mundo, superando incluso el valor del petróleo”.
El autor tiene un máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política en la Universidad Camilo José Cela de España.
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