Por Harris Castilo
El presidente Danilo Medina tiene mucho tiempo enviando señales claras de que su candidato es Leonel Fernández.
La primera estrategia, no sé si consensuada, fue construir los contrarios propios como contrapeso del contrario real que no puede ser controlado. Dos propósitos de gran alcance se lograban desde esta conocida acción: impedir el crecimiento de la oposición real, mantener dinamizada la militancia propia.
Danilo Medina pudo construir su oposición en torno a una figura distinta de Leonel, pero eligió a Leonel. Empezaron las persecuciones a sus cercanos colaboradores, pero ninguno está preso, movimiento que hacia creíble la confrontación, alimentaba el morbo.
Cuando los vientos de Leonel amenazaban el barco de la reelección en 2015, entró en escena Quirino que niveló los porcentajes, logrado el propósito se olvidó el cobro. El Leonelismo no se fue al PRM, hizo causa con Danilo. En ese torneo la oposición real fue humillada permitiendo la victoria más abultada entre los gobiernos morados. Un Leonel en picada libre, volvió a posicionarse como el opositor más fuerte del gobierno.
Domínguez Brito empezó a tomar vuelo. Sus bonos aumentaron ante los ciudadanos por su supuesta lucha contra la corrupción. El apoyo del embajador norteamericano a sus acciones lo hicieron más potable, más atractivo, pero Domínguez Brito viene de la cuadra de Jaime David, el verdadero contrario de Danilo, y fue enviado adonde no tuviera protagonismo.
Cuando lo entendió conveniente Danilo puso a correr sus caballos, para mantener la dinámica interna, democratizar las afecciones. Esos caballos estaban ocupando mucho espacio, estaban robando protagonismo a Leonel, se le ordenó detenerse y esperar a Marzo la decisión del dueño del hipódromo. Leonel volvió a estar solo en el escenario.
Solo Danilo tenía caballos en la carrera. Tres propósitos importantes se lograban con esa acción. Se fortalece Leonel aglutinando los contrarios internos, los que no han sido favorecidos, los descontentos; se mantiene fuerte Danilo porque esos caballos son suyos, están defendiendo su gestión, los puede sacar de la carrera cuando convenga y, se mantiene la polarización.
Cierto es que Danilo quiso en algún momento buscar un tercer mandato, pero el casco de su barco ya no resistía tantos vientos. Arreciaron las confrontaciones pero solo entre ellos, Danilo y Leonel. Envolvieron al país en su estrategia, y en torno a ellos pusieron a bailar a todos. Leonel subiendo, Danilo fuerte, la oposición anestesiada esperando ser beneficiaria de la división.
Tras la renuncia, mensajes claros de que Leonel es el candidato. Sangre Nueva donde no hay. Enojo, dolor, argumentos perfectos para justificar luego la necesidad de ser prudentes, y sobre todo, para subir el listón de las negociaciones.
El anuncio de Marzo no se hizo porque era demasiado el tiempo. Todavía era posible echar el pulso, pero también quitar impulso a los caballos, mientras el León reinaba solo.
Se hace el anuncio pero el tiempo dificulta el avance de los caballos, ninguno por sí solo, ni todos juntos, acumulan las energías para detener el paso del caballo de Villa Juana, gracias a Danilo que no los dejó trabajar.
Danilo tampoco apoyará a ninguno, lo dijo en su discurso, tiene que jugar a la institucionalidad, llegó el momento. Tiene el argumento de que las posibilidades de mantener el poder, no son buenas con ninguno más que con Leonel, pero además entiende Danilo, que es mejor tener a Leonel tranquilo y no como enemigo, conocedor de primera mano de los desmanes de sus compañeros, o lo que es lo mismo, es mejor la cicuta que la guillotina.
Salvo el pulso por un tercer mandato, Danilo siempre obró a favor de Leonel.
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