Por: Yamilka Lavandier
Una experiencia personal me motivó a escribir este artículo al que quise llamar Fluir con la Vida. Con esta expresión me refiero a esa capacidad y a la vez necesidad humana de adaptarse a la circunstancia que en ese momento le toca vivir y de cómo esta adaptación va a convertirse en fuente de bienestar o malestar emocional.
Cada persona vive su aquí (no solo lugar) y su ahora (presente), a esto quiero llamar realidad, y ante ella tiene varias opciones: ignorarla, quejarse y desear otra, negarla y finalmente la que puede ser la fuente del bienestar, aceptarla y solo desde esta actitud transformarla.
La vida no se detiene, sigue su curso, por esto lo más sabio es fluir con ella, adaptarse a los cambios y al equilibrio que nos va pidiendo con su paso.
Vivimos situaciones que se nos hacen más difíciles de asumir como parte nuestra, sin embargo, cada apropiación está cargada de un gran contenido de libertad.
Emociones como el miedo, la vergüenza, la tristeza, la desilusión, el dolor, pueden empujarnos a negar nuestra realidad, más si buscamos ese latido de esperanza que habita en lo profundo de cada uno y nos aferramos a ella será la clave para iniciar ese proceso de nuestra propia conquista.
Fluir con la vida es entender que las etapas pasan, que la vida es dinámica, que nunca se paraliza, que está sostenida por alguien superior a nosotros.
Fluir con la vida es asumir nuestro presente aun sin comprenderlo.
Fluir con la vida es saber, que esto tal cual se presenta es mi realidad y que yo y solo yo decido que hacer con ella, que actitud tomar ante ella y que esto determinará todo.
La autora es Psicóloga Clínica.
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