Por Omar Ureña
La ambición desmedida por el dinero tiene ribetes inimaginables, la destrucción del planeta ha iniciado a pasos acelerados, sin calcular las consecuencias de nuestros actos. Arremeter contra una montaña destruyendo el hábitat natural de miles de especies debe conllevar una sanción ejemplarizadora que sirva como precedente para que los criminales del medio ambiente tengan que repensar en sus prácticas destructivas.
Por amor al dinero se producen: guerras, traiciones, asesinatos, infidelidades, crímenes forestales, en fin toda clase de males que la sociedad moderna con todo y la tecnología, además de estar viviendo en un mundo globalizado y en plena era de la información todavía no puede superar y sin lugar a dudas el camino por el que transita es el de cada vez estar peor.
Hoy como ayer hemos escrito sobre algunos daños a los recursos naturales por parte de personas que tienen como norte destruir la vida de los demás, con el sólo objetivo de llenar sus bolsillos de dinero.
Los bosques son muy importantes para los seres humanos, tanto por los productos que derivan de ellos, como por su capacidad para fomentar la biodiversidad, almacenar carbono, preservar la calidad del agua y servir a una variedad de ecosistemas.
La deforestación es la eliminación sistemática y permanente de los bosques en pie. La deforestación es la tala, destrucción o eliminación ilegal de árboles a través de medios deliberados, naturales o accidentales. Normalmente ocurre en un área densamente poblada de árboles y otras plantas, afectando la existencia de muchas especies vegetales y animales.
La pérdida de árboles y otra vegetación puede causar el cambio climático, desertificación, erosión del suelo, daños a la calidad de la tierra, ya que los suelos forestales son húmedos.
El 70 por ciento de los animales y plantas de la Tierra viven en los bosques y muchos no pueden sobrevivir a la deforestación. Los bosques cubren menos de 30 por ciento de la superficie terrestre del mundo.
Bajo esa explicación sintetizada es preciso actuar con firmeza y advertirle a la familia Castillo y los no Castillo, que Ocoa y el medio ambiente no es propiedad exclusiva de apellidos sonoros. Es de todos y lucharemos por preservar la vida, aún si fuere necesario con nuestras vidas…
¡Si ombe si!
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