Por Miguel Soto E.
La transformación partidaria viene; sea en el 2020 o 2024. Es seguro, sin embargo, que ocurra en el año que ocurra los legisladores no leyeron.
Es claro que el panorama electoral actual es dialécticamente diferente de cómo estrategas y actores electorales pudieron creer o imaginar. Esto es, la pintura sin borrones de una realidad latente más allá del sentir individual de quién escribe.
La selva electoral del momento, va encaminada a convertirse (partiendo de la Ley de Partidos aprobada), en un correcto debate político y predominio de ideas inteligentes a convertirse en opción para una población cada vez menos comprometida con el sistema empresario partidista. El proyecto de Ley de Partidos fue leído después de aprobado por los legisladores, y que bueno que así fue; esto porque después de votada el corre corre para reformularla ha sido el pan de cada día, buscando devolver el Mejor instrumento legal para salir del pantano electoral y convertirlo en el espacio político que merece la nación en la selección de hombres y mujeres que representen correctamente a los ciudadanos/as.
Suponiendo que la estructura de la Ley de Partidos se conserve tal cual fue aprobada, las preguntas son;
1. Quienes conformarán las boletas?
2. Desaparecido el dedo en un 80%, ¿Quién protegerá a los dependientes de la porta unas?
3. Volviendo los Partidos a la decisión de sus miembros, ¿Cómo se realizarán las alianzas? ¿Cómo se impondrán los liderazgos económicos sobre líderes de la sociedad políticamente comprometida?
Queda confirmado que los congresistas no leyeron. Podríamos pensar que pudo ser una estrategia para impulsar una reforma en la que fluya la reelección presidencial, pero aun así el cálculo es estéril cuándo el tema no necesitaría esas artimañas para pasar.
La reelección es una realidad que depende directamente de la colaboración PRM/Leonel y que tan leales sean ésos congresistas, por lo cual la tranquilidad del presidente Danilo Medina a mí, no me sorprende.
La naturaleza de la Ley de Partidos no fue leída por los congresistas. Lo que se aprobó no es perfecto, básicamente debió aprobarse convención simultánea y padrón abierto, pero dentro de su imperfección, la Ley de Partidos abre puertas a liderazgos naturales más allá del dinero aparentado y los Sacaliñamientos por favores brindados. La nueva Ley, además, pone en dificultades las negociaciones en repetición, limita el corte de cabezas y valoriza la representatividad legislativa y municipal.
El corre corre para modificar una Ley de Partidos recién hecha 20 años después, se debe a que no leyeron o estaban borrachos.
El proceso de aplicación cuesta, pero es un costo consecuencia de los 2 y 2, los acuerdos de aposento, tumbes de candidaturas ganadas y de la ausencia (a punta de pistola, muertes y palos) de dirigencias partidarias a 10, 20 y 30 años.
La Ley de Partidos no es perfecta, pero caso. Pone en perspectiva el renacimiento del poder del pueblo sobre los estamentos partidarios; las ideas, el debate, la participación igualitaria de ricos y pobres, chiriperos, agricultores y guagüeros, de empresarios están en la puerta de la esquina.
Podríamos estar o no de acuerdo con lo aprobado, pero ha sido un paso al respeto partidario y consolidación de la membresía política.
Las consecuencias de aplicar la Ley de Partidos, puede ser un efecto capicúa extraordinario. La participación de los «no organizados» en partidos, control clientelismo, empoderamiento sobre la función de quien elegimos serían resultados grandiosos por lo que debemos velar quienes buscamos un país fuerte y sostenido.
Los legisladores no leyeron… Y que bueno que no lo hicieron.
… Dios les bendiga.
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