Por: Charlee Melchor Soto Santana
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.” (Bertolt Brecht).
La mañana de este miércoles, San José de Ocoa se viste de luto, tras la pérdida sorpresiva de una de las más prominentes figuras de la izquierda revolucionaria Ocoeña, el señor Placido Alcántara padre, mejor conocido como “chirrin”.
Hombre de grandes principios revolucionarios y firmes valores. Adornado siempre por un profundo amor por sus semejantes. La lucha popular, su interés por una patria digna, su entrega al servicio de los mejores intereses, formaron parte de su genuino estandarte de lucha. Camino siempre firme, enfrento las adversidades de frente, siempre con la tea del conocimiento en sus manos y encendida con el fuego patrio.
Fue de esos hombres, que en su condición de ser mortal pueden partir un día de este mundo, pero su idea permanece en su pueblo como mancha indeleble. Su luz, fue tan brillante que deslumbro, tanto así, que pudo dejar entre sus semejantes y compueblanos un legado que recordaremos por todo lo largo de nuestra historia. Al leer en las redes el pesar de todos aquellos que lo querían, un común denominador sale a relucir. “Ah muerto la mano derecha de la lucha Ocoeña, ha muerto un verdadero revolucionario, que no se quebró nunca, que no se humillo ante nada y nadie. Que supo mantenerse firme ante un panorama que cada día se torna más degenerado.
Sacrificado en grado sumo, supo mantener su perfil en un momento radical, en otros neutral, pero nunca apartado de sus principios. Hombres como placido, nacen una vez cada 2000 años. Tenaz, objetivo, firme, con soluciones Salomónicas, contundente en gran manera. Supo luchar por los mejores intereses de su pueblo, salud, educación, justicia. Todo esto de forma incondicional, sin esperar nada a cambio, más que el bienestar de su pueblo. Camino aferrado a sus ideas, contagiando a todos a su paso, fue un hombre que se dio tanto a conocer como a querer. Su presencia en los medios de comunicación de Ocoa, marcaron la diferencia en cuanto a capacidad, profesionalidad, elocuencia y objetividad. Trabajo humildemente y con responsabilidad, y su paso por la vida podría considerarse como un paradigma, un ejemplo a seguir. Alguien que quisiéramos que por algún suplicio ingenioso de la naturaleza se multiplicase exponencialmente. Para darle sabor a la patria, para que el pueblo verdaderamente ría y cante y Para que reine la cordura y la responsabilidad.
Solo nos resta decirte, “Hasta siempre camarada”. – no olvides saludarnos a tus nuevos amigos; Francisco Alberto Caamaño, Hamlet Hermann, Claudio Caamaño, Manfredo Casado. La gente que admiraste, la gente que seguiste y con los que ahora compartirás. ¡Buena suerte camarada…!!, y sepa que, los que quedamos vivos seguiremos su buen ejemplo de entrega y sacrificio. Sepa que su idea no murió con su cuerpo físico, sino que permanece en todos y cada uno de los que tuvimos la dicha de conocerle y compartir. Valla en paz buen amigo, y lleve consigo su bandera dominicana, su color verde que simboliza la lucha, su escudo dominicano y también por qué no, su figura emblemática del Che Guevara.
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