Felipe Ciprián
En estos días llueven sobre mí acercamientos de dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) que siguen mis escritos -y en su mayoría reconocen que los hago con independencia y objetividad-, por lo que si bien no me considero experto en peledeísmo, admito que conozco bastante acerca de lo que se mueve en su interior y las posibilidades de los grupos que se adversan.
De lo que más se habla actualmente es de dos cosas: De que el danilismo tiene ya la mayoría de los legisladores necesarios para hacer pasar una ley de convocatoria a una nueva reforma constitucional y modificar el impedimento que tiene el presidente Danilo Medina para optar por la candidatura para buscar otra reelección.
Si tienen la mayoría legislativa para la reforma, eso no lo sé, pero quedaría muy sorprendido si no fuera así porque ya he dicho que, con escasas excepciones, los legisladores tienen solo dos metas: repetir en el cargo o contribuir a que el próximo Presidente de la República sea una fuente a la que puedan acudir para continuar su ascenso socio-económico y de sus alicates.
El otro tema es que existiría un pre-acuerdo para que tanto el danilismo como el leonelismo acepten modificar la Constitución, pero para establecer la llamada “Fórmula Brasil”, que permite a los presidentes agotar dos períodos consecutivos, dejar el gobierno por uno y tener la posibilidad de postularse cuatro años después, con la opción de otra reelección, y así sucesivamente.
Entender el momento
Cuando se analizan esos dos temas, hay que detenerse a examinar la correlación de fuerzas del danilismo y del leonelismo en el PLD, que es aquí y ahora el partido determinante para tantear la coyuntura política del país y las posibles acciones de los demás partidos colocados en la “oposición” al gobierno.
Tengo el convencimiento de que no existiendo una oposición política firme, movilizadora de los ciudadanos, que amenace la permanencia del PLD en el poder como sucede ahora, es difícil que el danilismo varíe su enfoque de tratar de llevar a Danilo como candidato en el año 2020, para lo que tendría que modificar la Constitución y habilitarlo para emprender ese camino.
Sin una amenaza seria desde la oposición y existiendo solo Leonel Fernández como adversario interno a su proyecto reeleccionista, Danilo y el danilismo tendrán cancha abierta para impulsar la reforma constitucional y postularlo sin mayores contratiempos.
De 2012 a la fecha, pero más palmariamente desde mayo de 2015 a octubre de 2018, Leonel no ha presentado una credencial convincente ante el pueblo dominicano de que sea un líder determinado a lograr su objetivo político si para ello tiene que hacer sacrificios personales que eventualmente puedan arriesgar su vida de confort y sus dotes de académico y hombre culto.
Lo repito sin ánimo de aburrir ni aleccionar a nadie, y menos a Leonel y sus fervientes seguidores: Es peligroso confundir la política con la pedagogía, la táctica con la didáctica, la victoria con el acierto de la razón. Ahí es donde el “León” parece que se pierde en la pequeña sierra de la política dominicana.
La “Fórmula Brasil”
Si la “Fórmula Brasil” tuviera oportunidad de abrirse paso antes de las próximas elecciones, necesitaría de una reforma constitucional, pero difícilmente el danilismo la aceptaría (la “Fórmula Brasil”) si Leonel persiste en ser candidato para 2020, pues en caso positivo -pocos dudamos que pierda frente a la oposición dividida y sin la obstrucción de Danilo- intentará reelegirse en 2024 y esa sería la debacle del danilismo.
Considero que el danilismo se aferrará a su proyecto reeleccionista y para ello tratará de neutralizar a Leonel internamente, incluso haciéndole concesiones aceptables para él, pero si el criado le sale respondón ¡Oh sorpresa!, no creo que Danilo y su gente vacilarían en aplastarlo y dejarlo fuera de competencia en las próximas elecciones.
Para que el danilismo acepte modificar la Constitución y admita ir a la “Fórmula Brasil”, tiene que registrarse en el ámbito político una situación de cuasi ingobernabilidad y en el económico un serio peligro de desestabilización, lo que sería imposible pensar que cuente con el respaldo del poder de Estados Unidos, de China y del empresariado nacional, cuyo principal socio y cliente es el gobierno.
Si esos peligros no existen y si la principal amenaza a la reforma constitucional y a una nueva postulación del presidente Danilo Medina la representa Leonel Fernández, la batalla se reduce a persuadirlo otra vez, y si se resiste, a aplastarlo, para lo cual el danilismo está más que preparado y posicionado.
El primer escenario para la unidad del PLD sería que Leonel acepte la reforma constitucional y a Danilo como candidato a buscar la reelección, o que el danilismo se lo imponga mediante aplastamiento.
Pero si confluyen circunstancias adversas para el danilismo y su proyecto reeleccionista -que sigo dando por un hecho esa intención-, supongo que la adopción de la “Fórmula Brasil” sería considerada como aceptable con la condición de que Leonel decida aplazar sus aspiraciones presidenciales cuatro años más.
El segundo escenario
Aquí viene el segundo escenario: Ante la imposibilidad de impulsar el proyecto reeleccionista de Danilo por la confluencia de diversos factores políticos, económicos y sociales, al danilismo aun le quedaría la opción de lograr una negociación para adoptar la “Fórmula Brasil”, con la condición de que tanto Danilo como Leonel desistan de ser candidatos en 2020, apoyen a un tercero equidistante o a un outsider de los que ahora impulsa Donald Trump como parte de su política de erradicar el “Socialismo del Siglo Veintiuno” en América Latina.
Si la decisión final fuera adoptar la “Fórmula Brasil” y tanto Leonel como Danilo aceptaran no buscar la candidatura presidencial para el período 2020-2024, la unidad del PLD se preservaría ahora y el conflicto se trasladaría a los puestos legislativos y al control de ese partido.
Si ambos líderes peledeístas sobreviven a un Presidente outsider de éxito y mantienen a los demás liderazgos en el PLD postergados, para 2024 Leonel y Danilo (Dios les de salud) tendrían la oportunidad de confrontarse por la candidatura presidencial en igualdad de condiciones y definir quién es el rey de los corazones.
Tarea muy difícil
Otra vez se acerca el misterio: es difícil y poco conveniente para Leonel aceptar una nueva postergación de sus aspiraciones presidenciales, pues lo alejarían de “repartir los sobrecitos”, que él definió como la explicación del cambio de liderazgo en República Dominicana, por al menos doce años.
Peor aún, resulta casi imposible que el leonelismo pueda imponerle al danilismo que acepte la “Fórmula Brasil” siendo Leonel candidato y con tantas posibilidades de éxito por el desorden de la oposición, porque ello significaría el aplastamiento de Danilo y sus fervientes seguidores.
El danilismo es dominante en el PLD, controla todo el poder político y tiene una influencia gigante para influir en el estado de la opinión pública, por lo que rendirlo para que acepte a Leonel como candidato en 2020, bajo cualquier tecnicismo, es improbable.
Por igual, no creo posible que bajo el acuerdo de que Danilo y Leonel no sean candidatos, exista al interior del PLD un aspirante que mantenga suficiente equidistancia como para ser aceptado por ambos.
Y no sería ninguno aceptable porque todos los que hasta hoy aspiran -con la sola excepción de Reinaldo Pared Pérez- les deben tanto a Leonel como Danilo, y en gran medida a ambos, la firma de decretos designándolos en posiciones cimeras en la administración pública.
Conclusión: la primera opción del danilismo es mantener el proyecto reeleccionista; la del leonelismo, oponerse a él. Si el danilismo no pudiera imponerse frente al rechazo social o las circunstancias políticas, aceptaría la “Fórmula Brasil”, pero sin que Leonel sea candidato en 2020.
¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!
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