Luis Encarnación Pimentel
Así como a la muerte del carismático padre Luis Quinn el pueblo de San José de Ocoa quedó virtualmente sin un guía espiritual efectivo, así mismo cuando Pedro Alegría salió de la senaduría, que ahora vuelve a ocupar, la provincia sureña prácticamente quedó sin representante o doliente a través del cual pudiera canalizar con éxito la solución de sus problemas, inquietudes y aspiraciones fundamentales.
Y no es que durante los cuatro años anteriores el Gobierno no hiciera algunas obras importantes, como la reparación de la carretera del Cruce de Ocoa hasta el municipio cabecera y la construcción de un nuevo puente antes de Sabana Larga, sino que faltó el calor humano y la presencia del liderazgo político que simboliza la figura del senador provincial. En sentido general, la población no tenía un doliente a mano o un interlocutor válido para canalizar sus quejas y reclamos.
Apenas aparecía la persona del exgobernador Félix Estrella, que hacía lo que podía por el pueblo y frente al gobierno del presidente Danilo Medina (y que hizo mucho), pero los intereses le hicieron saltar del cargo, quedando en el aire y confinado a refugiarse en la agricultura en una loma de la zona. Quien ostentaba la senaduría no estaba en eso -o era un puente roto frente a ciudadanos y sus problemas -, aunque ahora -y desde aquí- luce muy activo y dinámico en las nuevas funciones oficiales fuera del país, y todo apunta a que tendrá una gestión consular exitosa.
Para la gran mayoría de la gente de Ocoa, sin embargo, ha sido de alegría, de esperanza y hasta de gozo el retorno de Pedro a la senaduría provincial, donde ya había dejado una impronta a su paso anterior por el cargo, y en la que siempre mantiene presencia, con su visita desde los viernes, y a través de los programas de asistencia social de su Fundación.
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