Felipe Ciprián
De cara a las elecciones de 2020 hay tres proyectos presidenciales que están destinados a competir: Danilo Medina buscando la segunda reelección por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD); Leonel Fernández tras su cuarta postulación por varios partidos “opositores”, porque en el PLD no tendrá chance; y Luis Abinader abanderando al Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Hay una ringlera de aspirantes en esos partidos y fuera de ellos, pero sus posibilidades de competir dependen de circunstancias y del tamaño de su angurria por luchar aunque no tengan realmente una oportunidad.
No voy a insistir en sugerirle a la oposición -principalmente a los partidos alternativos o emergentes- que sus posibilidades presidenciales pasan primero por derrotar al PLD en las elecciones municipales de febrero como paso previo a escoger a un candidato triunfal en esa contienda (novedoso, encantador, de trayectoria democrática y honorable), porque parece que no entienden eso.
Naturalmente, alcanzar un éxito de esa magnitud requiere un nivel de desprendimiento, amor por el pueblo y disposición de integración unitaria como nunca se ha visto hasta hoy. Y eso es mucho pedir a gente que no ha probado disponer de tanta generosidad.
Los “líderes alternativos” maximalistas no pueden entender las tareas cotidianas de la lucha electoral por el poder y soy tan mal enseñante que conmigo no lo comprenderán, por mi irreverencia, y tal vez por los prejuicios hijos de su falta de humildad y de sensibilidad política, le impiden poner atención a mis elucubraciones que de octubre hasta hoy, se han ido cumpliendo en forma absoluta.
¿Por qué Danilo será el candidato presidencial del PLD para las elecciones de 2020?
Porque está buscando la candidatura -en los hechos, que siempre son más elocuentes que las palabras- y todos sus actos, diarios, lo convencen de que lo logrará y puede constituirse en la principal minoría, aun en el caso de que Leonel rehúya el pleito, acepte una candidatura externa y compita contra él.
En los organismos del PLD, donde ya no valen razones sino intereses grupales, Leonel será derrotado y todos los seguidores suyos que están pensando en que Danilo le otorgará la indulgencia de sustituirlo, son unos ilusos.
Si mis amigos y mis críticos me vuelven a hablar de que la deuda externa está asfixiando al gobierno, de que los apagones frecuentes entre septiembre y diciembre van a afectar la imagen del gobierno; que la malaria se extiende, que la pintura de las escuelas recién construidas se desgarra, que la justicia soltó al coronel de la Policía Nacional Emilio Corcino Galván a pesar de que mató de dos balazos a quemarropa al joven Juan José Silvestre Pacheco, hace tres semanas, en Hato Mayor… les digo es así, pero esos son solo factores objetivos adversos, los subjetivos lo favorecen en demasía.
Lamentablemente esos son gajes del oficio en una sociedad indolente, que no reacciona, que sabe apartar sus expectativas inmediatas -que defiende- de los fundamentos morales de una sociedad libre, democrática, inclusiva, que no conoce a pesar de que el trujillismo despótico se liquidó hace 57 años.
No seáis tontos: En el PLD, Danilo, principalmente por ser Presidente, obtendrá lo que quiera por entusiasmo y por su disposición de lograrlo, y digo una vez más que nunca he visto en Leonel -el único que podría poner en peligro su aspiración- un gladiador resuelto a enfrentarse sin ventajas en una confrontación definitoria.
Cuando Leonel vea con sus ojos lo que no quiere ver ahora desde un razonamiento lógico, tendrá que decidir si vuelve a plegarse a la reelección de Danilo o si acepta ir como candidato de otros partidos -le sobran oferentes- para enfrentarlo desde fuera del PLD. ¿Qué hará? No lo sé.
Si me permiten suponer, es de esperar que se subordinará para no tener que enfrentarse a un doble peligro: primero a una campaña bestial del danilismo en su contra, con golpes sucesivos, simultáneos y combinados, y finalmente una derrota electoral con los mismos métodos que él “derrotó a Peña Gómez” en 1996, que si los ha olvidado tiene tiempo de preguntarle sus características al senador Adriano Sánchez Roa y a Jaime David Fernández Mirabal, porque ya Miguel Cocco, el artífice, murió.
Ese enfrentamiento sería su debacle para Leonel y dudo mucho que acepte el pleito, porque como mínimo, hasta ahí llega políticamente.
El PRM tiene dueño
Abinader parece ser quien nuevamente llevará la candidatura del PRM para representar más de lo mismo, repetir un formulismo del pasado y volver a hundir a Hipólito Mejía -hundido desde 2004 por el voto popular pero él cree que está vivo políticamente- quizás esta vez en forma definitiva. Repito que, Jesús Feris Iglesias o Faride Raful -y mucho más esa misma fórmula al derecho o al revés- significarían una esperanza electoral para el PRM si hiciera un papel airoso junto al resto de la “oposición” en las elecciones municipales de febrero de 2020, pero Abinader tiene más del 70% de las acciones en el Consorcio PRM y no habrá forma de que ceda el paso a estos prospectos aunque tienen un potencial extraordinario de encantar al electorado.
Si Danilo se alza con la candidatura presidencial del PLD, si en un acto de supremo valor Leonel lo desafía, se va del PLD y encabeza un bloque electoral nominado como candidato “defensor de la Constitución” y Abinader vuelve por el PRM, lo más probable es que en mayo 2020 el resultado sea de tres candidaturas con el 30 por ciento de los votos.
No lo digo por las encuestas -que a mí no me sirven para nada- sino porque tanto Danilo como Leonel son dirigentes que conservan ascendientes, y en el caso de Abinader, aunque con menos seguidores, los antipeledeístas tal vez votarían por él para ver si vencen el cansancio de dieciséis años de poder unipartidista.
A esta proyección le falta la dinámica de los hechos, el contexto que ahora nadie puede prefigurar faltando veinte meses para las elecciones, pero una cosa pudiera ser determinante: si esas tres candidaturas se consolidan, pelean por el poder como se debe, Danilo puede constituirse en la minoría más importante para una segunda vuelta y ahí sí es difícil vencer al poder porque el peligro de derrota lo llevaría a emplear todo su arsenal para atraer a vendettas y aplastar a gente que no sabe caer con dignidad. Creo que ahí el danilismo no tendría límites.
Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas, aunque para muchos será tarde y su sueño se convierta en pesadilla por su falta de visión, y, sobre todo, por sus actitudes dubitativas frente al deber y su falta de arrojo, salvo para tratar de colarse en el poder y desde él aplastar. ¡Porque desde el gobierno sí que son guapos!
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