Por Omar Ureña
A modo de introducción quiero señalar que no soy un erudito en esta materia, sin embargo, siempre me ha llamado la atención el proceder de los jóvenes que a temprana edad eligen una vida errónea integrándose a grupos criminales y pandillas callejeras.
Las pandillas y bandas criminales tienen como método de comunicación las señales de dedos, pañuelos, collares, pulseras y colores de vestimentas específicos, lo cual usan para identificarse, acercarse entre sí o para mostrarse animadversión, aun sin nunca haberse visto. Mayormente los integrantes de estos grupos son adolescentes de hogares disfuncionales, criados con carencia de afectos y falta de atención por parte de sus progenitores.
Estos adolescentes por lo general provienen de una familia monoparental, que es donde el hijo o los hijos cuentan con un solo progenitor (puede ser el padre o la madre). A falta de una crianza sólida buscan refugio en alguien que les proporcione seguridad, cariño, atención, entre otros detalles que no tienen en el seno de la familia.
Asumen como su familia los nuevos conocidos porque supuestamente le brindan “apoyo”, “solidaridad” y “amor”, juran y se comprometen defenderse entre sí, sí alguno tiene un problema. Ahí es cuando viene la debacle, es cuando despiertan de esa ilusión, de ese sueño vendido, es cuando no existe vuelta atrás, como le pasa a los jóvenes que asesinaron recientemente a un chaval de quince años en la ciudad de Nueva York.
Ojalá que estas palabras de alguna manera sirvan a esos jóvenes menores y no menores, que tienen vacios emocionales para una pequeña reflexión, porque el único amor verdadero que podemos experimentar es el de nuestra familia sanguínea, no importa que mamá y papá estén separados, no importa los problemas que existan en el hogar, no importa lo que pase en nuestras vidas, porque los padres son los únicos que estarán dando un paso al frente por ustedes aunque vivan separados.
Si vives con un solo de tus padres, piensa en el sacrificio doble que le ha tocado vivir, la entrega sin medidas que ha tenido para educarte, llevarte a esa edad; no lo eches por la borda, no confíes en ningún “amiguito” que te quiera inducir por senderos oscuros, porque al final “las pandillas y bandas criminales la única señal que te trae, es la muerte o la cárcel”… Tú eliges.
¡Si ombe si!
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