Por Omar Ureña
Dos muertes repentinas de adolescentes en dos días consecutivos ha sido el saldo de la violencia registrada en esta población en esta semana. Ambos de 17 años, es decir, en la flor de la juventud, jóvenes que pudieron ser productivos para esta comunidad y sin explicación lógica aparente no los tenemos ya.
La lógica según una definición dice que es el método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas.
Bajo esa premisa uno se pregunta ¿Que hace una adolescente en un lugar donde se expenden bebidas alcohólicas? ¿Qué hace un policía con un arma de fuego manipulándola en un lugar público, donde se está ingiriendo alcohol?¿Cuántos memorándum ha hecho a lo interno la Policía Nacional prohibiendo el uso de armas de fuego de sus miembros en esos lugares? ¿los dueños de negocios de bebidas alcohólicas están vigilantes que las personas no penetren armados a sus comercios? ¿Dónde están los padres? ¿La Familia?
¿Papá y mamá tendrán el control de los pasos de sus hijos? ¿Saben quiénes son sus amiguitos? ¿Tendrán conocimiento de donde consiguieron los tenis de marca, el pantalón y el polosher? ¿Papá y mamá ganan lo suficiente para suplir esos gastos?
¿Papá y mamá sabe que su hijo está haciendo apuestas en competencia en carreras de motores? ¿Papá y mamá preguntan de dónde sus hijos pueden exhibir cosas aun sin trabajar y sin estudiar?
Todas las respuestas según la definición previa a la lógica en un solo ¡NO!
Entonces papá mamá y los responsables de que estos hechos no sucedan, no pueden espantarse, no pueden asombrarse, no pueden llorar, porque no cumplieron con su deber.
Puede que parezca crudo en mis expresiones, pero es mi punto de vista. Sin embargo, podemos retomar el rumbo para que nuestros jóvenes no perezcan pendejamente, porque los adultos de esta generación estamos inmersos en todo, menos en nuestras prioridades que deben ser nuestros hijos; deben ser nuestros jóvenes, los adultos del mañana.
¡Si ombe si!
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