Por Frank Casado
SAN JOSE DE OCOA.– Caminaba en medio de la principal vía de este municipio, la calle Duarte, atestada de vehículos y transeúntes, que se entremezclaban con los parroquianos que acudían al reparto de canastas navideñas en la Oficina Senatorial y Fundación Pedro Alegría. Era el 23 de Diciembre 2017.
Veo entre todos a éste hombre que pocos conocemos su verdadero nombre, pero si su apodo «Se va». Lo miro. Allí observo a un hombre «jabao» con una sonrisa muy humilde y con ojos pequeños, cejas y bigotes ya blancos por el paso del tiempo, y «un gran toldo de Coca Cola en su triciclo», para protegerse del sol.
Me detuve a tomarle la foto. Don «Se Va» sonrió sin pena, mientras mi cámara retrataba a un hombre que su rostro decía lo dura que ha sido la vida con El. Un hombre que junto a otros más llegaron a este municipio para buscar una mejor vida que ya no encontraba en los campos de esta provincia.
Miré su rostro ya cansado y envejecido por el correr de los años. Su mirada todavía tiene la fuerza necesaria para seguir haciendo lo que hasta ahora ha hecho, a pesar de que según nos explica, «la cosa ya no es como antes».
Más de 30 años, día tras día llevando junto a su carretilla, y hoy más moderno, «un triciclo», las viandas y verduras que le dan el sazón a las comidas sin importar la época y la tradición.
Mientras más lo veo a través de la foto dentro de mí, me invade una nostalgia, pues aunque me dice que está mejor yo sé que en el fondo no lo está. Quizás ya solo se resigna a la vida que lleva desde hace tiempo y no cree en nuevas oportunidades.
De repente me llegó a mi mente una canción del difunto maestro Félix del Rosario que dice… «A lo lejos se oye la voz del silencio, se oyen quejidos y lamentos y es del campesino que se muere hambriento, Ya no tiene ganas que no, Ya no tiene ganas»pa poder seguir Ya no tiene ganas…Se va ‘pal conuco con un pachuché, con una macá, cachimbo y café, a buscar comida de la que sembró, el dueño ‘e la finca ayer lo botó».
Me despido de «Se Va»…El me regala una sonrisa de agradecimiento, quizás por dedicarle un tiempecito para escucharle. , Y al alejarse me digo: «a lo mejor hoy, extraña aquellos lugares que ya no existen, porque el tiempo y el espacio se los llevó».
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