Por: Felipe Ciprián
La que acaba de finalizar fue la «Semana de la Seguridad Vial» organizada por el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), creado por la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana, que tiene el gran reto de ordenar el tránsito y reducir las muertes y mutilaciones por accidentes carreteros.
Las muertes por accidentes de tránsito en el país son epidémicas y las tasas anuales son más altas que las de Europa, América, el Caribe, Asia y África. Hay una sola excepción: la isla de Niue, en el océano Pacífico, que deja morir a mucho más gente por esa causa.
De los 182 países integrantes de Naciones Unidas, República Dominicana ostenta el deshonroso sitial de dejar morir por accidentes de tránsito a 42 de cada 100,000 habitantes por año. En Niue ve mueren 68 por cada 100,000 habitantes.
Niue es una islita de 262 kilómetros cuadrados situada entre Oceanía y América del Sur en medio del inmenso océano Pacífico, estado libre asociado con Nueva Zelanda, con menos de 2,000 habitantes.
República Dominicana tiene 48,000 kilómetros cuadrados, diez millones de habitantes y cinco millones de visitantes extranjeros. Aquí esa elevada cifra de muertes es una verdadera epidemia y una hemorragia de dinero y de dedicación de recursos humanos a socorrer, curar heridos y a enterrar víctimas.
Según el Ministerio de Interior y Policía, 2,122 personas murieron en accidentes de tránsito durante el año 2016, que equivale a 8% más que en el 2015.
Frente a estas cifras escalofriantes, los principales ejecutivos del Intrant se desplegaron por avenidas en una campaña de concienciación para tratar de disminuir muertes.
Mientras se realizaba con éxito la «Semana de la Seguridad Vial», el país fue testigo de dos accidentes patéticos: el día 22 de noviembre dos menores y un adulto morían debajo de una camioneta cuando la motocicleta en que viajaban fue impactada en la carretera San Francisco de Macorís-Tenares.
Veinticuatro horas después, morían cuatro personas atropelladas por un camión en Hato del Medio, Villa Vásquez, cuando una patana impactó a una motocicleta conducida por un dominicano que cargaba con tres inmigrantes haitianos.
Siete días duró la campaña de seguridad vial y en solo 24 horas, en el Nordeste y el Noroeste, siete personas murieron a bordo de motocicletas aplastadas por vehículos pesados.
Con el mayor respeto al duelo de los familiares de estas víctimas, uno tiene que creer que su sacrificio servirá para que las autoridades del Intrant se motiven a entender cuáles son las verdaderas causas de los accidentes mortales y se afronten con los intereses y poderes que impiden que se frene esa sangría macabra que está abriendo surcos profundos en la juventud dominicana.
Cualquier inobservancia de las leyes de tránsito puede causar un accidente sangriento, pero hay una serie de acciones violatorias de la ley que son las verdaderas responsables de esa tanda de muertes evitables y hasta ahora nadie le pone el frente.
La principal causa de muerte por accidentes es el manejo temerario, abusivo, torturante y anárquico de camiones, patanas, autobuses y minibuses, que son los amos de las vías y no respetan derechos de otros.
¡Increíble! Camioneros y conductores de buses andan en su mayoría como asaltantes en carreteras, avenidas y calles, listos para atropellar y también para pelear con quien les reclame por sus inconductas. Para eso llevan pistolas o bates, tubos galvanizados, machetes y puñales…
Que el Intrant busque las estadísticas: la mayoría de los accidentes con saldo mortal son provocados por camiones, autobuses y minibuses, mientras que las víctimas en número muy alto son motociclistas que si bien no son un ejemplo de la conducción responsable, mueren principalmente porque sus vehículos no pueden resistir el impacto de choferes irresponsables, borrachos y con frecuencia, drogados.
Hace años que los vehículos pesados no respetan la regla elemental en todo el mundo de conducir por el carril derecho de autopistas y avenidas. Si la carretera tiene dos carriles, cada camión o autobús toma uno y cierran el paso a los vehículos livianos que se supone pueden ir a mayor velocidad.
¿Está dispuesto el Intrant a obligar a los conductores de vehículos pesados a transitar por el carril derecho? Lo dudo.
¿Está dispuesto el Intrant a reclamar a las grandes empresas que impongan reglas terminantes a los conductores de camiones y autobuses para que transiten por la derecha, respeten a los demás ocupantes de las vías y se consideren despedidos del empleo cuando incumplan la ley? Lo dudo.
Hasta el día de hoy ningún jefe de la Policía de tránsito –después de los años setenta- ha podido obligar a los conductores de vehículos pesados a respetar la ley y dudo que en el actual esquema, eso se pueda revertir.
Lo advierto con humildad: mientras en este país no se obligue a los conductores de vehículos pesados a respetar en forma absoluta la ley de tránsito, las muertes irán en aumento y los programas de persuasión serán propaganda pura a la que nadie le hace caso.
En materia de respeto a la ley de tránsito, quien no puede lo mucho, estimula lo poco. Quien no castiga a los grandes, incita a los pequeños a irrespetar la ley. Y esa es la anarquía que mata.
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