Por Nóbel Mejía.-San José de Ocoa
Desde que el exsenador Carlos Antonio Castillo Almonte dejó la senaduría, luego de la derrota propinada por el actual Pedro José Alegría Soto, una cosa es secreto a voces: el hombre se alejó totalmente del escenario local y no ha enviado la más mínima señal de estar interesado en buscar nuevamente el alto cargo electivo. Actitud tal que ha provocado una avalancha de preguntas sin respuestas y cierne una estela de misterio.
Las conjeturas son divergentes entre los opinólogos. Es así como se habla de que Carlos Castillo quedó “profundamente dolido” con las traiciones, incluyendo las provenientes de algunos que “le pelaron el diente”. De igual manera, malestar con gente a su alrededor que lesionó su imagen. Eso aparte de que, posiblemente, hizo acopio de chismes que le comunicaron meses despúes de la derrota y que, al parecer, el exsenador acepto como bueno y valido. Decires tan graves como que gente de su círculo más estrecho mandó votar por Pedro Alegría o hizo poco o nada en favor de Castillo. Hecho que, al parecer, desmotivó a este dar curso a su idea de dejar su fundación en operación. Asunto último del que se dice habilitaba un espacio físico en terrenos propiedad de su finca o se diligenciaba un alquiler en una zona estratégica del casco urbano.
No ha faltado quien especule que Castillo sigue operando tras bambalinas. Algunos comunicadores sostuvieron que el exlegislador era la “cabeza” de la Oficina, Ecológica, Cultural y Deportiva (OCCD-OCOA), hipótesis que se derrumbó o apaciguó tras la “caída” de esta última. Se comenta en algunos pasillos que el exsenador paga a uno o dos comunicadores locales y, de hecho, se observa a un reportero muy activo y perfilado como su “vocero callejero” oficial.
Algunas personas “privilegiadas” sostienen que Ocoa no está en la mente y metas de Carlos Castillo, al menos en términos electorales. Un destacado político ocoeño especuló en ciertos pasillos que el exsenador está en cuestiones diplomáticas, aspira dedicarse a ello y remontar alto vuelo, tanto así que existe la posibilidad de Washington u otros escenarios. Asunto que no resultaría en sorpresa para sus íntimos, sobre todo porque Carlos nunca ocultó la “tranquilidad relativa” de su gestión en el consulado haitiano frente al trajín, el estrés, la lupa y la presión social propios de la senaduría.
El ahora cónsul dominicano en la ciudad de New York patrocinó parte de los médicos que estuvieron del 9 al 11 de noviembre en el operativo médico organizado por la Asociación de Ocoeños Ausentes en USA y La Fundación Carlos Castillo, según reportó Plácido Alcántara Jr. El hecho motiva a pensar que el hombre podría estar “repensando” la idea de hacer presencia en la plaza o, al menos, evitar que el nombre de su fundación sea olvidado. Fuera de esto, no recuerdo eventos anteriores donde se mencione la figura de Castillo como aportante, excepto una actividad deportiva promocionada por el dirigente basquetbolístico Miguel Soto y, quizás, otras cuestiones menores.
Carlos Castillo parece estar haciendo un excelente papel diplomático, al menos según leemos en cables que llegan a nuestras playas. En el plano político local, aunque se ha olvidado de todo y todos, quizás por entender que no tiene compromiso alguno, lo que al efecto es así, no es poca la gente que anhela su retorno a las lides pero, al mismo tiempo, cuestiona su “conducta fantasmal”.
Pedro Alegría no se amilanó tras su derrota en 2010, continuó activo con su fundación y ello tradujo en triunfo seís años después. Castillo tiene dos años o menos para resolver si vuelve o no vuelve; si la plaza ocoeña le interesa desde el punto de vista electoral, la señal debe ser clara, contundente y “manifiesta” para finales del próximo año (2018). La otra vía es esperar, apostar a su dinero, la debacle total del actual senador y/o ser alado por las greñas, cosa última que no necesariamente garantiza triunfo. En caso contrario, el círculo quedará cerrado, definitivamente cerrado…
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